Fue a raíz de los acontecimientos de la Primavera en Praga que el militante del Partido Comunista Venezolano (PCV) y ex insurgente Teodoro Petkoff puso en evidencia el enfrentamiento ideológico con dicha organización, postura que lo llevaría en 1971 a fundar el Movimiento al Socialismo (MAS) con la propuesta de un “socialismo venezolano”.
Escribe el libro Checoslovaquia: el socialismo como problema (1969), donde denuncia el autoritarismo estalinista de la jefatura soviética, cuyo tributario era el PCV. Los hechos de Praga ponía fin a un autentico modelo de “socialismo democrático” – según Petkoff- producto de los antecedentes del “parlamentarismo burgués” e industrialización en la extinta República de Checoslovaquia, creada después de la I Guerra Mundial por el Tratado de Versalles, a diferencia de la Rusia zarista.
La peculiar concepción sobre el “internacionalismo proletario” impuesta por Stalin en el movimiento comunista mundial consistía en la subordinación absoluta a las necesidades de la política exterior soviética, liquidando toda autonomía partidista nacional no acorde con la del Partido Comunista de la Unión Soviética. Esto supuso una “regimentación cerradísima” de los partidos comunistas voluntariamente aceptada, derivó en un “inverosímil” caso histórico de alienación y tuvo manifestaciones gravísimas cuando los partidos comunistas de Europa del Este asumieron el poder perdiendo toda independencia y perfil propio.
Posteriormente Petkoff publicó ¿Socialismo para Venezuela? (1970) y Proceso a la izquierda: o de la falsa conducta revolucionaria (1976), interpretados como una postura radical con la finalidad de precisar teóricamente al “socialismo venezolano” en base entre otras particularidades a una “crítica feroz” al PCV.
Destacaría que el análisis marxista acerca del contenido “clasista” del gobierno de Wolfgang Larrazábal no fue realizado por la directiva del PCV, elemento importante para la elaboración de la “táctica” que apenas mereció en XV Pleno del Comité Central, en abril de 1958, una insólita mención a la simpatía y sensibilidad popular de Larrazábal y la increíble admisión que resultaba difícil establecer el contenido clasista de su gobierno. Criticaba el “browderismo” del Comité Central una suerte de “reducción al absurdo” de los “frentes populares” y alianzas con la burguesías nacionales en los países dependientes y coloniales.
Reitera que el PCV busca “constantemente” una forma de alianza con la burguesía y los partidos políticos burgueses por “hombres” de cuya consecuencia revolucionaria no se podía dudar, lo que llevaba a sustituir en muchos casos el análisis marxista por la retórica liberal burguesa.
No resultaba una exageración o “tremendismo», según Petkoff,” afirmar que solo a partir de 1959, el PCV – en cual todavía militaba- comienza a definir su “perfil revolucionario”, una carencia básica que privaba de su condición genuinamente revolucionaria. No se tenía ni concepción ni voluntad de poder y por lo tanto se admitía la dirección de la burguesía y de sus partidos en todos los procesos políticos y sociales hasta 1959.
Posteriormente se comenzó a cumplir, como no se había hecho antes, la razón de “nuestra” existencia revolucionaria: la “disputa real” por el poder político, pues lo que define, sobre todo la naturaleza revolucionaria de un partido comunista, es su disposición a participar concretamente en la lucha por el poder. La adopción de determinadas formas de lucha resultaba decisiva para la conformación de una “voluntad de poder” al cambiar las “coordenadas mentales”, por lo que las reorientan en ese sentido.
En relación al diagnóstico sobre Venezuela, Petkoff precisaba que las relaciones de producción capitalistas criollas e imperialistas norteamericanas constituye la base sobre el cual se asienta la sociedad venezolana y al mismo tiempo la estrangula. El obstáculo principal para el desarrollo de las fuerzas productivas del país, para su desenvolvimiento autónomo, dinamizado, independiente, lo constituye precisamente esa compleja “unidad neocolonial” que es la fusión de las relaciones de producción imperialistas y capitalistas autóctonas. El capitalismo venezolano es propio del subdesarrollo dependiente, asociado, deformado y deforme.
Petkoff termina observando que todo el conjunto de abstracciones que manejan los revolucionarios – imperialismo, neocolonialismo –podría ser reducidos a una formula “simple” y comprensible. Para que Venezuela salga de abajo, para que pueda realizar su destino histórico de “pequeña gran potencia mundial”, los pobres, los que no poseen nada, tienen que echar del poder a los ricos y “expulsar” a los americanos del país.
¿Cambio de postura?
La izquierda venezolana en general consideró la candidatura de Carlos Andrés Pérez para las elecciones generales de 1973 como la representación de la gran burguesía nacional e imperialismo norteamericano, y convocaron a la “unidad” `para vencerla. Pérez ganaría e iniciaría su gobierno con una apreciable alza de los precios del barril de petróleo que había comenzado en el último año del gobierno de Rafael Caldera.
El Congreso de la República otorga poderes extraordinarios que facultan al presidente Pérez para legislar en materia económica y financiera en base al ordinal 8º del artículo 190 de la constitución de 1961, que daba al Jefe de Estado la facultad extraordinaria de dictar medidas en materia económica y financiera cuando así lo requiriera el interés público. Pérez lo justificó en la abundancia de recursos monetarios producto del aumento súbito de los precios del petróleo consecuencialmente requería modificar las regulaciones económicas y financieras para que tuviera libertad de invertirlos o emplearlos en la forma que el presidente crea más conveniente.
Petkoff calificaba las políticas económicas iniciales del gobierno de Pérez como “gatopardianas”: “Hay que cambiar para que todo siga igual”, pues entre sus objetivos figuraban reordenar el capitalismo, modernizarlo, atenuar la disparidad entre el sector industrial y agrícola, estimular el desarrollo de las regiones deprimidas del país y, dentro de la coyuntura mundial, proceder a la nacionalización del hierro y del petróleo para hacer del capitalismo tanto del privado como estatal venezolano dueño de sus principales recursos económicos; sin embargo reconoce en estas “expectativas” y “esperanzas populares”.
Con el fin de acompañar estas “expectativas”, el favorecer la aplicación pronta de estas medidas “de orientación popular”, enfrentar la resistencia de los sectores afectados por éstas, el estimular la firmeza del gobierno y de AD frente a estos sectores adversos y conscientes de las limitaciones que podrían sobrevenir de la acción oficial, se abrió una “suerte de crédito” al gobierno no negando el voto parlamentario; abriéndose un ancho canal de comunicación con el “venezolano común” quien precisamente confía en recibir algún beneficio de la gestión anunciada.
Petkoff reconoció que resultaba imposible romper la polarización existente entre AD y Copei, por lo que las fuerzas pequeñas como el MAS tendieron puentes ocasionales a alguno de estos partido, como se refleja la coincidencia entre AD y MAS y las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Pérez, así como el MIR, Domingo Alberto Rangel y otros partidos de izquierda coincidieron con la posición de Copei.
Al indagar periodísticamente sobre un viaje realizado por Petkoff a los EEUU a finales de 1974, se señala que había sido invitado por los Centros de Estudios Latinoamericanos de las universidades de Florida, Texas, Stanford, Wisconsin, Indiana y Princeton, así como por el Latin American Studies Association- LASA- . Petkoff puntualiza no puede verse a los Estados Unidos como si íntegramente fuera un “monstruo” especializado en devorar revolucionarios, como si en esa potencia imperialista no existieran corrientes políticas que rechazan el rol de «gendarme» que los EEUU se asigna y con quienes se pueden establecer relaciones fructíferas. Para los revolucionarios debe acabarse definitivamente aquellos tiempos en donde ir a los EEUU era una señal de herejía.