Venezuela

Opinión | La revolución que dejó de serlo

El coronavirus ha sido la coartada ideal para que el régimen de Nicolás Maduro oficialice su solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional

FMI La revolución que dejó de serlo
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El coronavirus ha sido la coartada ideal para que la «revolución bolivariana» oficialice su solicitud de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), el mismo organismo que tanto cuestionó en vida Hugo Chávez. El chavismo ha solicitado 5.000 millones de dólares para sus arcas vacías.

La crisis internacional del coronavirus ha sido utilizada por Maduro y en la forma en que se realiza tiene menos relevancia mediática una decisión que generaría usualmente escozor en buena parte de la izquierda internacional. La crisis de la pandemia también ha incentivado que el FMI cree un fondo para ayudar a los países a enfrentar la contingencia.

En 2007, Chávez anunció que Venezuela se retiraba del FMI y del Banco Mundial. Aquello fue después de ser reelegido en diciembre de 2006. Al año siguiente, vino una escalada de decisiones de corte socialista que incluyó expropiaciones. Se sumaron la creación de un partido único y el cierre de un emblemático canal de televisión: RCTV. En aquel marco, Chávez oficializó una decisión que ya se venía anunciando desde el inicio mismo de su gobierno. Nunca terminó de materializarse.

En febrero de 2020, al cumplirse 28 años del fracaso intento de golpe de Estado que protagonizó Chávez en 1992, Maduro aprovechó de fustigar al FMI: “Esta fecha fue un grito de independencia nacional, de soberanía, una rebelión contra el Fondo Monetario Internacional y el imperialismo”. Esta declaración la reprodujo el canal oficial VTV, en su sitio en internet.

Seis semanas después de ese mensaje, en la misma dirección en la que se movía Chávez, Maduro dio un giro que resultó bastante inesperado. El canciller Jorge Arreaza usó el Twitter para comunicar que oficialmente se había acudido ante el FMI.

Según Arreaza, se hizo la solicitud a través de un fondo para emergencias y según su explicación esto no implica someterse a las condiciones del FMI o ceder soberanía nacional en política económica.

Sin embargo, no se trataba de un camino de rosas. Casi dos años antes, el 2 de mayo de 2018 el directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional emitió una declaración de censura contra Venezuela por no cumplir con su obligación de proveer información económica, según el artículo VIII de su Convenio Constitutivo.

La rápida negativa del FMI, sin embargo, no fue procedimental. Fue al meollo de la sombra que acompaña a Maduro. Su gobierno no es reconocido como legitimo por diversos países que hacen vida en este organismo. De forma express se descartó cualquier financiamiento por esa vía.

Arreaza, en la línea del discurso actual del chavismo, achaca a las sanciones de Estados Unidos la situación de fragilidad económica de Venezuela para justificar la ayuda internacional para hacer frente al coronavirus.

Sin embargo, el chavismo, en realidad, antes de que hubiese sanciones, dilapidó una fantástica fortuna, ya que durante década y media el país petrolero percibió ingentes ingresos por sus exportaciones de crudo.

“Entre 1999 y 2014, Venezuela recibió 960.589 millones de dólares. Un promedio de 56.500 millones anuales de dólares durante 17 años”, sostuvo el economista Carlos Miguel Álvarez al ser consultado por la BBC hace unos tres años.

Tras la llegada de Maduro al poder, en 2013, se implementó una política de opacidad que hace más difícil apelar a las cifras oficiales. En este momento, Venezuela no informa cuánto dinero le ingresa por las exiguas exportaciones de crudo.

Para el historiador y analista político Tomás Straka, el gobierno de Maduro rompió con dos símbolos en poco tiempo. A fines del año pasado, abrazó la dolarización y ahora decide ir a tocar las puertas del FMI.

“El socialismo venezolano se acabó en 2019. Hoy se ha roto un tabú simbólico muy grande”, me comentó Straka, al conectar la decisión de Maduro en contravía con lo que fue la bandera originaria de Chávez en 1992, levantarse en armas ante la “política hambreadora” del FMI.

La revolución dejó de ser tal cosa, si alguna vez lo fue.

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