Venezuela

Maestros venezolanos tienen pocas razones para celebrar en su día

El Día del Maestro en Venezuela se celebra con más inquietudes que alegrías. Los bajos salarios hacen que los profesionales de la educación deban mirar otras opciones laborales y que las aulas se queden muchas veces sin maestros. Además, en las universidades no muchos están optando por la educación como profesión para su vida

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Cada 15 de Enero se celebra Día del Maestro en Venezuela. El origen de esta celebración data del 15 de enero de 1932, fecha en la que se fundó en Caracas la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria, cuya finalidad era la lucha por la dignificación y por los derechos de los educadores. Sin embargo, hoy los educadores venezolanos tienen poco para celebrar y mucho para quejarse.

En El Estímulo contamos la historia de varios educadores que han tenido que reinventarse para poder seguir transitando la profesión de la educación en un panorama como el venezolano.

Jubilado buscando trabajo

Andrés Bello es un educador caraqueño que vive en la parroquia La Vega, en Caracas. Además de no contar con un sueldo atractivo, debe lidiar con el hecho de vivir en una zona en la que hace apenas unos días fueron asesinadas 23 personas a manos de las fuerzas de seguridad del Gobierno de Maduro. 

Hablar sobre su experiencia profesional hace que en su rostro se dibujen expresiones de orgullo y nostalgia.  “Me gradué en el Pedagógico de Caracas. Soy profesor en Educación Comercial y tengo varias maestrías y diplomados. Ahora estoy jubilado, presté  mis servicios por más de 25 años en la Escuela Básica  Nacional Concentración Zulia, aquí en La Vega. También atendí estudiantes en las escuelas de Fe y Alegría, así como colegios privados y universidades”, dijo.

A pesar de su experiencia y larga trayectoria, Bello no ha podido disfrutar plenamente su jubilación. La crisis económica lo ha llevado ha buscar otros trabajos, pues lo que le pagan mensualmente no le alcanza para comprar ni uno de los medicamentos que debe tomar.

“Me propusieron un negocio de vender bolsitas tostones en las autopsitas, pero no resultó, yo no sirvo para eso. Luego me dedique a las asesorías de tesis de grado y paralelamente acepté  algunas horas de clase en una universidad. Por el tema del covid-19, ambos trabajos eran a través de internet, pero en La Vega, este servicio es fatal. El contacto con los alumnos, las clases y la revisión de trabajo las tenía que hacer desde mi teléfono celular, que solo aceptaba la señal a partir de las 3 de la mañana. Al final tuve que abandonar ambos trabajos, por razones tecnológicas”, dijo Bello.

Cuenta que su esposa y sus dos hijos se fueron a Chile en busca de una mejor calidad de vida, pero que él no quiso abandonar el país. Aún tiene la esperanza que en Venezuela mejoren las condiciones de vida.

“Hoy es del día del Maestro y como hace muchos años los educadores no tenemos nada que celebrar. Solo contamos con salarios de hambre, sin ningún tipo de asistencia social, con las escuelas sin dotación, sin mantenimiento, con los altos precios de la comida; en fin una situación de pobreza que afecta a los alumnos y a sus educadores por igual”, dijo Andrés Bello.

Maestros en miseria

Edgar Machado es el presidente de la Federación Venezolana de Maestros seccional Caracas. Asegura que los maestros venezolanos desde hace varios años viven en un estado de miseria crítica “por lo salarios de hambre que ofrece este gobierno”.

Machado explica que en Venezuela rige una tabla salarial para los educadores,  con una clasificación de seis niveles, por la cual se toman en cuenta los años de experiencia y estudios de realizados.

 “En esta tabla el educador de menor rango recibe $1,2 de salario mensual, mientras que los del nivel seis, con estudios de postgrados, doctorados, maestrías, hasta con 25 años de experiencia pueden recibir tan solo $ 7. Esto no nos permite cubrir las necesidades básicas de un grupo familiar, por lo cual no consideramos esos montos como salarios, sino como pequeñas ayudas económicas”, dijo. 

Además señalas que, los otros beneficios contractuales como es por ejemplo el seguro de HCM, cubre un monto de 600 bolívares, dinero que no alcanza ni para comprar una pieza de pan  “el seguro funerario tiene igual cobertura de Bs. 600, cuando actualmente, el servicio más económico tiene un costo de $400”, indicó.

Señaló Edgar Machado, que ante este realidad muchos docentes han decidido abandonar las aulas, para integrarse a la economía informar, vendiendo en las calles café, cigarros, helados “tenemos los casos de muchas maestras que se defienden vendiendo tortas y cociendo, entre tanto los maestros se dedican a los trabajos de albañilería, electricidad o pintura”, explicó.

Asegura que la pandemia del Covid-19, torno más difícil  la labor de los maestros, pues no cuentan con las herramientas y condiciones  para poder cumplir con las clases a distancia, pues muchos educadores y estudiantes no cuentan con computadoras o teléfonos inteligentes, para poder estar comunicados. 

Así mismo señala Machado que, las fallas en el servicio de internet y los constantes cortes de la energía eléctrica, tanto en Caracas, como en el resto del país, son otro obstáculo para poder realizar las clases a distancia.

“Los docentes que tienen teléfonos inteligentes, señalan que no pueden pagar los planes de datos para atender a sus alumnos, pues su salario no les alcanza. Así mismo se presentan problemas para la asistencia a las escuelas, pues en muchos centros educativos no hay agua, no se cuenta con los químicos para la desinfección de los salones, de los espacios comunes, mientras que las autoridades señalan que puede producirse un rebrote del Covid-19”, explicó Machado.

Trasladarse a la escuela tampoco es fácil. Muchos docentes tienen que abordar hasta dos unidades de transporte para llegar a sus lugares de trabajo y el sueldo no les alcanza para cubrir los altos costos del pasaje.

“Hay maestros por ejemplo que son educadores en una escuela en la zona de Gramoven, en Catia y deben pagar el costo de cuatro pasajes diarios para su traslado, lo que suma Bs.600.000,  cuando su salario quincenal es de Bs. 1.000.000,00,”. 

Pedir prestado para trabajar

Sandra Espinoza tiene 46 años de edad y hace 11 años recibió su título como profesora. Comenzó a dar clases en distintas escuelas del área metropolitana de Caracas y actualmente tiene el cargo de maestra de sexto grado en la Escuela Distrital Miguel José Sanz, ubicada en la zona de El Valle.

“Mi salario como maestra no me alcanza ni siquiera para comprarme una pantaletas. Toda mi ropa la tengo rota, remendada, al igual que mis zapatos. Tengo dos hijos a los cuales no los puedo mantener, me preocupa no podarles ofrecer el apoyo para que tengan una buena educación”, dijo. 

Para mantenerse, Sandra tiene que pedirle prestado dinero a su mamá, quien también sufre una mala situación económica.

“Tuve que comenzar a rebuscarme vendiendo plátanos en las calles, así que después de atender a mis alumnos voy a la casa, busco mi cesta con plátanos que ofrezco todos los días a mis vecinos, en una acera cerca de la escuela en donde trabajo. Algunos padres, representantes y otras personas que me conocen se asombran al verme. Al principio me daba mucha pena, pero es la única forma de llevar comida a mis hijos, pues el salario como docente no alcanza ni para un kilo de queso», dijo Espinoza.

Maestros sin generación de relevo

Gustavo Padrón es docente y también dirigente de la Federación Venezolana de Maestros. “Actualmente soy el director de la Unidad Educativa El Junquito en donde prestan sus servicios 25 maestros. Siento que los maestros no solo tienen una pobreza económica, sino también espiritual. Manifiestan una decepción por su labor, que choca con su vocación, de enseñar”, dijo.

Asegura que toda esta situación aumenta la deserción de los educadores en las aulas y también disminuye la cantidad de personas que se encuentran estudiando para ser maestros.

“Las escuelas de educación se encuentran vacías porque hay poca demanda por esta carrera. Pocos se motivan a estudiar educación, pues se encuentran convencidos que no podrán tener un ascenso social y por el contrario serán marginados. De continuar esto así, entonces no tendremos una generación de relevo ”, dijo Machado. 

Aristóbulo brincó la talanquera

Padrón aseguró que los maestros se han cansado de entregar documentos y realizar denuncias al ministro de Educación Aristóbulo Istúriz, ministro que años atrás compartió las luchas sindicales del magisterio.

“Cuando Aristóbulo Istúriz defendía las luchas sindicales y había conflictos siempre apoyaba las huelgas, las manifestaciones como método de luchar por las reivindicaciones laborales. Se la pasaba en una moto, con cadenas y candados, para cerrar las escuela en señal de protesta contra las autoridades del Gobierno de turno. Ahora brincó la talanquera y violenta todos los derechos de sus colegas”, dijo Padrón . 

¿Cada casa un escuela?

En cuanto a las clases en tiempos de covid-19, Gustavo Machado, señala que el programa “Cada casa una Escuela” no ofrece los resultados esperados, entre otras cosas, porque los padres y representantes y los otros familiares que deben tender a los niños no cuentan con la pedagogía necesaria para enseñarlos.

“En recientes encuestas reflejan que el 40% de los niños, que cursan tercer grado no leen y tampoco escriben, mientras que un 30% de los estudiantes del sexto grado, no realiza operaciones matemáticas. Antes alertábamos sobre la deserción escolar, pero ahora además de este problema tenemos que informar la renuncia de los educadores que se dedican a otra actividad para poder sobrevivir, dejando solas las aulas de clase”, dijo Padrón.

El dirigente sindical de la Federación Venezolana de Maestros explicó que desde las escuelas se realizan estudios para medir el peso y talla de los alumnos, que han presentado un descenso  en las cifras en ambos estudios. Según él, esto refleja que el Programa de Alimentación Escolar, PAE, es un fracaso y viola los derechos de los niños, quienes no reciben los nutrientes necesarios para su desarrollo.  

“Ya era común que los maestros alertarán sobre los alumnos que se desmayaban en las aulas por causas ligadas a la poca ingesta de alimentos, pero ahora esta misma situación la viven los educadores. Desde hace 5 años se registra que estos profesionales han tenido una pérdida de peso entre los 8 y 10 kilos. Muchos de ellos aseguran que han dejado de comer alguna de las tres comidas para poder ofrecer los alimentos a sus hijos”, dijo Padrón. 

Los niños no tiene la culpa

Rosangel Navas es licenciada en educación especial y ha cursado varios estudios superiores, entre ellos una Maestría en Procesos Cognitivos y varios diplomados. 

“Soy maestra de tercer grado en una escuela pública, por supuesto que no estoy conforme con el salario asignado, no me alcanza ni para comprar un mercado; pero en medio de la crisis pienso en los niños, ellos no tienen la culpa de toda esta crisis. Por esto he decidió ofrecerles el mejor de los apoyo, especialmente en estos tiempos de covid-19”, señaló Navas.

Le preocupa la poca atención que pudieran tener los niños en condiciones especiales que deben permanecer cumpliendo cuarentena, pero que también necesitan el contacto con otros niños y con sus docentes.

“En los últimos meses me he dedicado a ofrecer mis servicios como asesora pedagógica a domicilio. Mis servicios van más allá de ayudar a realizar tarea a los niños, también ofrezco orientación a los padres y representantes para que puedan ayudar a los pequeños a comprender la situación tan compleja”, dijo Navas.

Navas intenta que las personas que actualmente asesora se encuentren ubicados en lugares cercanos, pues por razones de la pandemia trata de no utilizar el transporte público. 

“He tenido que realizar un horario de trabajo que ahora incluye hasta horas nocturnas. Es muy estresante y agotador, pero también entiendo que es la única manera de poder aumentar mis ingresos. Tengo colegas que venden café, chupetas en las calles, nunca imaginamos que nuestra labor de educar sería tan mal pagada, pero igual me siento orgullosa de ayudar a educar al futuro de Venezuela”, dijo. 

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