Venezuela

El Hospital Binacional de Paraguaipoa está enfermo de olvido

Al Hospital Binacional de Paraguaipoa parece que le cayó la “pava ciriaca”, esa que en el Zulia se ubica en lo máximo de la mala suerte, más fuerte que la “pava macha”, que solo se cura con “cariaquito morao” o con la ayuda de un poder superior.

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FOTOGRAFÍAS: DAGNE COBO BUSHBECK @KAYOYANDO

Si la suerte es el resultado del cuidado de los detalles, como decía Wiston Churchill, entonces en el hospital encargado de atender a más de 28 mil familias wayúu que viven al extremo norte venezolano, está condenado a la desventura. La razón: centenares de millones de bolívares anunciados en los últimos años para concluir una rehabilitación que nunca ha llegado en este centro sanitario, uno de los dos que sirven a la Guajira.

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El destino al que parece estar predestinado el hospital fue confirmado por Salomé y su familia. Su hija dio a luz a un hermoso varón, que nació sin problemas. La joven, de 20 años, lo agradece porque la unidad de cuidados pediátricos no tenía incubadora y la sala de partos no contaba con aire acondicionado.

La madre se ha pasado buena parte del día ventilando al niño con una carpeta porque el hospital pasó el día sin luz y la planta eléctrica para encender -al menos- un ventilador también estaba dañada. Ella está internada por tener la hemoglobina baja, por lo que se le complicaba darle leche materna al niño.

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Necesitaba unas medicinas que no había en este centro. Por eso Salomé, cruzó la frontera con Colombia para comprarlas a un precio al triple de lo que debieron obtenerse en Venezuela. Las comidas, los traslados y los exámenes de laboratorio de los pacientes también corrieron por cuenta de la abuela, porque el hospital tampoco proveía esos servicios.

“Si uno no tiene dinero, ¿cómo hace?”, dijo Salomé resignada.

A pesar de ser un pueblo que tiene permiso para transitar libre entre Colombia y Venezuela, los wayúu tienen restricciones al otro lado de la frontera en caso de caer enfermos. Si no cuentan con un documento de identidad y no están registrados en el servicio público de salud colombiano, entonces están excluidos de la asistencia.

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Y eso que muchos indígenas tienen primos, hermanos y abuelos que viven más allá del punto de control de Paraguachón.

Los pacientes que visitan el Hospital Binacional lidian a diario las mismas penurias que enfrentan los usuarios de otros centros públicos en Venezuela. Quizás, la diferencia es el personal de seguridad que supera al especializado. Durante el día del apagón, dos policías y tres milicianos custodiaban el centro de salud que estaba siendo atendido por dos galenos. Ninguno de los expertos vive en la Guajira, según cuentan los usuarios.

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En la emergencia del hospital, una miliciana atiende primero a los visitantes. También los vigila. Nunca se separó de los periodistas de El Estímulo que visitaron las instalaciones para observar la situación que ya no sorprende en un hospital fronterizo de Venezuela: falta de ambulancias y medicamentos, equipos de salud que no sirven, baños insalubres, fallas en el suministro de oxígeno y unidades de atención totalmente abandonadas.

Ni los médicos ni las enfermeras tenían permiso para hablar sobre las condiciones del nocosomio, que ganó en 1973 su categoría uno de hospital, pero que en la práctica no llega a ser un ambulatorio.

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Un elefante blanco en el desierto

En Paraguachón, el Hospital Binacional es conocido por ser un elefante blanco. Sus habitantes denuncian que en cinco ocasiones se anunciaron los recursos para concluir la rehabilitación de las zonas de emergencia, maternidad y consultorios. El proyecto se informó en 2007 por más de veinte millones de bolívares. Como la mayoría de las grandes obras que se levantan en la Guajira, el hospital quedó a medio construir. Un moderno edificio sin mobiliario ni equipos está adyacente al espacio donde se atiende a los usuarios, en el casco central de Paraguipoa.

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Si uno revisa las noticias de internet sobre los recursos asignados al hospital, se encuentra con una danza de millones prometidos por funcionarios del gobierno. El 16 de agosto de 2012, la entonces ministra de Salud, Eugenia Sader, prometió entregar la obra en 50 días. En 2014, el ministro de Comunas de la época, Elías Jaua, anunció 284 millones de bolívares. Al año siguiente, el gobierno central y regional anunciaron dos montos distintos: el 27 de julio, Javiela Arias, hija del gobernador del Zulia y presidenta de Fundasalud-Zulia, anunció Bs. 150 millones, mientras el 8 de septiembre, el entonces vicepresidente de la República Jorge Arreaza, destacó la aprobación de Bs. 280 millones para concluir el proyecto.

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El último monto por 300 millones de bolívares fue anunciado el 28 de febrero de 2016 por el alcalde del municipio Goajira, Hebert Chacón.

Al visitar el centro en diciembre de 2013, el gobernador Arias Cardenas, hizo una promesa que ha quedado en el aire: “El hospital será uno de los centros de salud más sofisticados de la Guajira, contará con equipamiento médico de calidad, de esta manera les estaremos entregando un hospital digno para la asistencia de nuestros hermanos indígenas”.

Desatención ante el altar de Chávez

La crisis de salud no solo se refleja en el Hospital Binacional de Paraguaipoa. En el Centro de Diagnóstico Integral del pueblo (CDI), tres enfermeras cubanas se encontraban de brazos cruzados a las puertas del centro por culpa del apagón, muy común en este pueblo ubicado a 15 minutos de los límites con Colombia.

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Entre pequeñas banderas cubanas pegadas en la puerta de entrada del CDI, una foto del presidente Nicolás Maduro y un altar adornado con flores rojas del fallecido Hugo Chávez a la entrada del centro, dos pacientes esperaban ser atendidos por el personal médico cuando volviera la luz.

“La encargada del centro no vino hoy. Venga mañana”, dijo una enfermera con acento cubano, extrañada y visiblemente molesta por la pregunta de una periodista sobre el funcionamiento del CDI.

Desatendidos y olvidados históricamente, los wayúu esperan un golpe de suerte para cambiar el destino de las grandes obras que se han inyectado grandes sumas para mejorar la calidad de vida en la Guajira. Quizás, con más atención a los detalles la fortuna sonría algún día a los habitantes en donde nace Venezuela.

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