Cultura

Ibsen Martínez busca acercar a Colombia y Venezuela con sus “Cartas Persas”

A pesar de encontrarse radicado en Colombia, el dramaturgo venezolano Ibsen Martínez no está desconectado de lo que pasa al lado de la frontera, incluso ha encontrado una manera de explicar un poco esa la relación de estas dos naciones que tan poco se conocen a pesar de estar tan cerca.

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FOTOGRAFÍA: CORTESÍA | OMAIRA ABINADÉ

El guionista de series como Por estas Calles y escritor de novelas como El Mono Aullador de los Manglares y El señor Marx no está en casa, decidió aventurarse en explicar un poco esa relación entre venezolanos y colombianos, que, a su parecer, “se conocen muy poco”.
Esa es la razón por la cual Ibsen Martínez decidió crear sus “Cartas Persas”, invocando a la novela escrita por Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu (1717), que emitía una crítica a la policía occidental de Europa de la época desde el medio oriente.

¿Qué se pretende explicar con las Cartas Persas?

Las idea de las ‘Cartas Persas’ empezó con la comparación que hacía Montesquieu, cuando enviaba artículos desde Persia a Francia. Yo ahora hago lo mismo desde Colombia a mis colegas en Venezuela. Es explicar esa relación emocional y de pensamiento que es muy distinto al mío, un vivir muy distinto al mío. Desde Colombia, la gente nos ve como personas muy gritonas y arrogantes, y no es tan así. Estas cartas buscan hacer más inteligible que permita entender las diferencias y fortalecer la semejanzas.
Se ha creado una retórica desde el gobierno lo cual ha hecho que las personas, especialmente en Venezuela, sigan los tecnicismos: ‘Oligarquía colombiana’, ‘uribismo’, cuando se desconoce del tema. La idea es crear esa interfaz entre Colombia y Venezuela que obliga a pensar mucho más.

¿Cómo se ve Venezuela desde Colombia?

El colombiano está mucho más atento de lo que pasa allá (Venezuela) que la misma oposición venezolana. Y desde acá se ha pensado mucho más en un mal mayor que está pasando desapercibido por los venezolanos, que es el empobrecimiento de la sociedad. Últimamente lo que se ha buscado es banalizar las acciones políticas desde Colombia cuando llaman a (Juan Manuel) Santos socialista. ¿Cree que un socialista estudiaría en la élite de Harvard? Se ha adoptado el discurso uribista.

¿Y cuál sería su opinión con respecto a lo que está pasando en Venezuela?

Soy de los más escépticos. No veo solución a futuro inmediato. Desde los últimos meses considero que la ruta electoral ya no es una solución para resolver el problema actual. Las vías democráticas se han cerrado. Es un régimen que está cerrado a la posibilidad de dialogar. Su único propósito es encasillarse en el poder. Y no es desde ahora. Son las últimas dos décadas. Lo que está pasando es la muerte de un experimento llamado democracia, que inició en 1958.

¿Piensa que Nicolás Maduro es el responsable de todo o es un responsabilidad compartida?

Maduro y su entorno son una parte fundamental del desastre. Este punto lo resalto porque la gente dice que él ‘es muy bruto’, pero yo no lo considero así. Más bien es muy creativo, con lo malo. Ha demostrado que no le tiembla el pulso para hacer todo que ha hecho.
Maduro se ha convertido en un experto y ha innovado en la manera de dirigir un gobierno dictatorial.

¿Qué necesita se necesita para resolver el problema?

Esa es la pregunta de las 65 mil lochas. No sé si será por la edad, pero pienso que lo que se está haciendo no es lo apropiado. Muchos presentan deseos y los deseos tienen las patas cortas. Pienso que es el fin de las buenas intenciones. Y con esto quiero decir que no se puede seguir atascado con que el gobierno actúe de una manera democrática. La oposición está emocionada a no pensar que esto es un juego sucio. Es muy trágico.

¿Esa crisis fue por la que se fue del país?

La verdad es que no quería envejecer en Venezuela. Quiero aclarar que no me fui por la demanda que Hugo Carvajal tomó contra mi persona. Siempre me había balanceado entre los dos países (Colombia y Venezuela) y la verdad que es me vine para Bogotá en el mejor momento. Especialmente para terminar mi libro.

¿Qué es lo que más extraña de Venezuela?

Extraño muchas de esas caminatas mañaneras que tomaba desde Plaza Venezuela a Sabana Grande, que me despejaba la mente. Los ‘drinking partners’ y las tertulias con mis amigos. Hablar de Venezuela y su situación eran nuestros temas principales. Era un clima marcado por jovialidades.

Si Venezuela necesitara el título para una novela o un artículo actualmente, ¿cómo se llamaría?

‘Fandango de locos’, referente a lo que decía la hermana de Bolívar en unas cartas enviadas al Libertador, donde le decía todo lo malo que pasaba desde Venezuela cuando él dirigía la Gran Colombia. Ahora que lo pienso debería cambiarle el nombre a las Cartas Persas (risas).]]>

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