FOTOS | Huelga de enfermeras en Riverside deja a pacientes renales en intemperie

«Carlitos» Rodríguez tiene 10 años asistiendo a la clínica para su dosis de diálisis diaria. De los tres turnos que asignan dentro de la institución a él le tocó al mediodía, pero llegó temprano para no estar tan atrás en la cola. La sorpresa que se llevó fue que iba a tener que regresarse a su casa porque no iban a atenderlo hoy. Ya tenía tres días sin recibir su tratamiento y asumió que todavía aguantará algunos más. Realidad que no todos viven.

José Bastidas usa una camisa amarilla gastada y unos zapatos de goma. Sufre de hepatitis y tampoco va a dializarse hoy. “Estoy luchando por mi vida, aquí las condiciones no son óptimas”, dijo mientras mostraba las sillas en la sala de cuatro máquinas de diálisis para quienes son positivos en hepatitis, salón que él mismo llamó “cementerio de máquinas” porque de esas cuatro, solo una funciona. “Nosotros somos cuatro en esta sala y nos tenemos que turnar pero eso no debería ser”.

Clarissa García, de 75 años, también sufre las consecuencias de la falta de personal en la institución. Esperó desde las 5:30 de la mañana y se mantuvo sentada en una silla mientras tomaba el aire lento para no ahogarse mientras hablaba. “Yo me quedo aquí porque tengo una esperanza de que me atiendan pero sinceramente no creo que pase. Mi enfermera del viernes me dijo que no iba a venir esta semana porque ya estaba cansada de pedir prestado para comprar el pasaje y venir. Aquí no le pagan”.

Ella vive en el sector Cinco de Julio en Petare y todos los días tiene que montarse en un autobús para llegar a tiempo. Aunque este día, ni eso le fue suficiente para dializarse.

El administrador de la unidad de diálisis, el licenciado Aceituno, bajó a las 8:39 am para darles la noticia -para muchos, mortal-: no habría diálisis hasta nuevo aviso. Desde entonces, subió a su despacho y decidió no bajar más.

Yelitza Durán se indignó tanto ante tal afirmación que no se quedó callada. Aceituno afirmó que los gastos que genera la unidad rondan los Bs.S 1.400, mientras que el seguro social únicamente les responde por Bs.S 50. En la Riverside, no es rentable seguir trabajando.

Las enfermeras se quejan de no recibir salarios, el administrador de no tener solvencia administrativa y en medio de ese meollo quedan los pacientes desesperados por su dosis de cuatro -aunque solo les dan tres- horas de diálisis. En mayo de este año, los dolientes se quejaban de falta de insumos para realizar su tratamiento y el Instituto Venezolano de Seguros Sociales tenía 1.000 máquinas de diálisis dañadas en todo el país, y para febrero, la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida) manejaba una cifra de 16 mil afectados por falta de diálisis a nivel nacional.

Pacientes de la Riverside exigieron en mayo al Ivss el suministro continuo e ininterrumpido de los insumos, pero ahora a su martirio se le suma no tener enfermeras que puedan ayudarlos. José incluso contó que él mismo ha tenido que manejar su máquina y llamar a los médicos que estén en el momento “cuando empieza a sonar mucho, yo nos les grito sino que les silbo”.

Yelitza promovió ante el administrador y entre el grupo asistir en una protesta a la sede del Seguro Social creando una comisión para ello. Pero la respuesta que obtuvo fue el silencio. “Algo tienen que estar ocultando porque si yo soy transparente, no tengo miedo de hablar con quien sea”, afirmó.

Sin respuestas, los pacientes aseguran que no van a moverse del centro. Carlos Urbina tiene a su mamá en una silla de ruedas, Yildamar Martínez está por desmayarse. “A ella la operaron en El Llanito pero por mala praxis tiene ahora un problema en el catéter. Yo sé que ella aguanta hasta el miércoles pero de ahí en adelante no sabría decirte, todo se complicaría”.

Lo que piden los pacientes es su tratamiento y “que les den la cara”. Para lograr su propósito incluso llamaron a la Policía de Chacao. Dos funcionarios llegaron al lugar y solo a ellos Aceituno les permitió la entrada a su despacho. Al salir, repitieron lo que ya los dolientes sabían: no hay enfermeras, no hay diálisis.

“A ustedes les dieron una información errada que no se ajusta a la realidad porque lo que vivimos aquí es otra. Dicen que pagaron uno y que otros no pero quienes pagamos las consecuencias somos nosotros”, les dijo una paciente a los funcionarios.

– pero ¿cómo hace él-Aceituno- si no tiene personal?, preguntó uno de los policías.

– Lo único que queremos es que baje a darnos la cara y nos muestre los pagos, respondieron al unísono.

En toda la mañana solamente un médico se presentó. Su nombre era Carlos Araica y su especialidad la cirugía. “Yo llegué y no sabía que había huelga. Estaba en emergencia intentando atender a algunos pacientes que llegaron en estado crítico pero no los dializamos porque no tenemos el personal y si le pones el tratamiento a uno, tienes que ponérselo a todos”.

Lo máximo que el cirujano pudo hacer fue referir a los pacientes a otros centros médicos para que los atiendan pero los mismos enfermos renales aseguraron que no los atienden o les piden “demasiados papeles” para hacerlo. “Los referimos al Hospital Domingo Luciani o al Militar. Aquí casi todo el mundo gana sueldo mínimo. Las enfermeras cobran por subsidio del gobierno pero no alcanza”.