Salud

El colapso del J.M de los Ríos, reflejo de la crisis de salud en Venezuela

La escasez de insumos médicos, precarias condiciones hospitalarias, ausencia de agua, fallas eléctricas, falta de alimentos y la nula inversión son factores que influyeron en la muerte de siete niños en el Hospital J.M. de los Ríos.

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Exigen ayuda humanitaria para el J.M de los Ríos
Texto: Mariángel Velásquez Foto: Daniel Hernández

“Desde hace diez años, aproximadamente, viene el deterioro franco. Pero, se ha ido agudizando estos últimos cinco años. El hospital de niños tiene problemas de infraestructura, hay áreas que no están adecuadas para recibir pacientes, y otras están cerradas”, afirmó Huníades Urbina, pediatra y ex director del J.M. de los Ríos.

“Las áreas contaminadas tienen muchos años en estas condiciones mientras otras cumplen entre seis a ocho años en reparaciones”, dijo.

El hospital fue considerado uno de los centros médicos infantiles de referencia en la región, contaba con 35 especialidades en el área de pediatría. Hoy todas se encuentran en malas condiciones por la falta de políticas públicas que atentan contra la vida de los niños y adolescentes del país.

Recordó que antes recibían pacientes de otros países para ser tratados por un equipo médico especializado, y que entre 1998 y 2000 fueron atendidos 420 pacientes. Actualmente, la realidad es totalmente distinta, el hospital solo puede atender a 90 niños.

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Urbina dijo que 80% del hospital presenta un grave déficit de insumos médicos-quirúrgicos y medicamentos de toda naturaleza. Además, equipos indispensables para el diagnóstico de las patologías se encuentran dañados desde hace años, impidiéndole a los pacientes tratamientos más óptimos, que en muchos casos puede cobrarles la vida.

Manifestó que el área de Rayos X no presta servicio desde hace tres años; el tomógrafo y el resonador magnético tiene más de seis años dañados. El resto de los equipos, que aún quedan en el hospital, no cuentan con el mantenimiento necesario o están obsoletos.

Esto se repite en otros espacios del centro médico. El sector de Terapia Intensiva, durante 2004 y 2005, tenía disponibles 11 cupos hoy solo cuenta con 2 a 3 cupos. En Terapia Neonatal se aceptaban hasta 22 pacientes, pero, por remodelaciones que nunca terminaron, el área aún se encuentra cerrada.

Para el año 2013, se inauguraron siete quirófanos, hoy solo funcionan dos.

De 18 laboratorios que posee el J.M. de los Ríos, ubicado en la capital venezolana, solamente tres funcionan. El área de Anatomía Patológica no está prestando servicio, lo que le impide al hospital realizar biopsias o autopsias.

Los niños que quedan en lista de espera para trasplantes de médula ósea se encuentran en riesgo de muerte; el recinto carece de las condiciones para llevarlos a cabo. Los pacientes que necesitan trasplantes renales o ser ingresados en terapia intensiva, también están en riesgo de fallecer.

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“Tenemos problemas con el servicio de nutrición. Nuestros pacientes no llevan una dieta balanceada. Se les da alimentos de mala calidad como tubérculos, arroz o espagueti blanco. Cada paciente debe de contar con una alimentación especifica según su tratamiento, y no siempre se les garantiza sus tres comidas diarias. Esto ha llevado a que muchos presenten graves cuadros de desnutrición. Cualquier área que se visite, presenta un grave déficit”, afirmó Urbina, quien agregó que antes las madres recibían alimentos mientras acompañaban a sus hijos, pero ahora eso es imposible para la institución.

En ruinas y ¿la inversión?

El sistema de salud ha ido colapsando en Venezuela y Caracas no es la única afectada. En el estado Delta Amacuro, el Hospital Dr. Luis Razetti de Tucupita, sufrió en 2012 una explosión que afectó las áreas de rayos X, farmacia, emergencia y el cafetín. Hasta la fecha se desconocen las causas, aunque, desde entonces, las instalaciones no han sido reparadas. Solo la mitad de la estructura presta servicios a los pacientes.

Mientras el sector salud se deteriora, el Gobierno de Nicolás Maduro anunció el 24 de mayo de este año una inversión de 56 millones de euros para la compra de uniformes militares y fabricación de armas.

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“56 millones de euros ayudarían a la recuperación parcial del Hospital de Niños. Si es para comprar medicinas, sirve; si es para comprar equipos, sirve; si es para pagar los trasplantes, sirve. En diferentes áreas, sirve. Lo importante es que se invierta el dinero en lo que realmente es significativo y no en la compra de uniformes de la FANB”, afirmó Urbina.

En 2006, la estatal Petróleos de Venezuela S.A (Pdvsa) firmó un convenio con la Asociación para el Trasplante de Médula Ósea de Italia para costear tratamientos y cubrir los gastos de manutención de los pacientes que requirieran dicha operación. Sin embargo, el convenio fue suspendido a mediados de 2018. La razón: la empresa venezolana posee una deuda de 10.746.014,07 euros con Italia.

El pago total de la misma garantiza la reactivación del programa, el cual asegura el trasplante a aquellos infantes que continúan en lista de espera.

Los expertos desconocen de cuánto podría ser el presupuesto para la recuperación total del hospital a consecuencia de la inflación. Pese a ello, el exdirector del J.M. de los Ríos aseguró que, para la época de su gestión, se necesitaban alrededor de 11.000 millones de bolívares.

El país más pobre de la región

Venezuela es considerada uno de los países más pobres del mundo; tan solo en América Latina -según estadísticas del Fondo Monetario Internacional- la nación superó a Haití.

“Según informes de las Naciones Unidas y la Organización Panamericana de la Salud, 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela se destina a la salud. En el caso de Haití, destina 5,5% para este sector. No es posible que con la cantidad de dinero que se tenga en este país, se destine una cifra tan pequeña”, agrega Urbina.

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En cadena nacional, en febrero de este año, el gobernante chavista informó que desde 2009 hasta 2018 se invirtieron 90 millones de euros en la salud pública.

Según cifras de Analítica, 75% de los centros de salud pública o reciben agua de forma continua, 60% de la asistencia médica disponible se ha perdido por la falta de personal que hay en el país, 50% de los hospitales con servicios complejos no tienen laboratorios de bacteriología, 66% aumentó la escala de muertes maternas y 30% las infantiles del año 2015 al 2016.

Un paciente bajo tratamiento médico debe adquirir con su propio dinero las inyecciones, medicinas, antibióticos y el resto de insumos que necesite, debido a que los hospitales no lo garantizan.

“El problema no es el monto que se haya invertido, sino cómo lo han ido invirtiendo. Al hospital de niños le pusieron puertas de vidrios, estando prohibido por las normas hospitalarias. Eliminaron hace cuatro años los dos quirófanos de planta baja; el resto se encuentran en el piso siete. Si se va la luz o se daña el ascensor, no hay quirófanos”, expuso el galeno.

¿Culpa de las sanciones?

Nicolás Maduro responsabiliza a Estados Unidos por la crisis que atraviesa Venezuela. Jorge Arreaza, ministro de Relaciones Exteriores, afirmó a través de su cuenta de Twitter: “A principios de abril hicimos la denuncia pública en Naciones Unidas y responsabilizamos por este caso tan delicado al Gobierno de Estados Unidos y a los venezolanos irresponsables que ruegan en Washington para que se bloqueen las finanzas del Estado”.

Urbina refutó los comentarios de Arreaza: “Desde siempre se han excusado con el bloqueo, pero la crisis en el J.M. de los Ríos tiene más de 10 años y no lo quieren reconocer. Muchas veces, por nosotros decir la verdad, hemos sufrido de represalias por parte de las autoridades. A un médico por hacer una denuncia no le querían pagar los bonos nocturnos. El Gobierno piensa que somos saboteadores u opositores, pero es todo lo contrario”.

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En el mismo sentido el jefe del Parlamento y presidente encargado de la República, Juan Guaidó, afirmó en un comunicado el 30 de mayo que dentro de las sanciones hechas por la Oficina de Control de Activos Financieros de Estados Unidos, órdenes Ejecutivas 13808 y 13850, está la licencia general 4B, que permite hacer excepciones a estas sanciones por razones humanitarias.

Urbina añadió que las acciones que el Estado comete y las omisiones que realiza ante la crisis, son catalogadas como un crimen de lesa humanidad. “Está en la ley venezolana y en la Constitución que el derecho a la salud debe de ser garantizado a todos los venezolanos. Sin duda, esto que estamos viviendo puede ser considerado un crimen de lesa humanidad porque tienes un país sufriendo y nadie da la cara. No hay una intención de cambiar esta política de Estado”.

El 31 de mayo, una semana después de anunciar que invertiría 56 millones de euros en las Fuerzas Armadas, prometió la creación de un banco de médula ósea para el país, pero no emitió comentarios sobre la inacción de su Gobierno y mucho menos sobre los niños fallecidos en el J.M de los Ríos.

Medicina de guerra

En 2018, una madre cuya hija padecía de insuficiencia renal denunció ante las autoridades que a los pacientes se les colocaban catéteres de adultos. Asimismo, expresó que la falta de vitaminas y medicinas impiden llevar a cabo los tratamientos.

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“Los catéteres vienen de diferentes diámetros y calibres para los pacientes. Cuando se coloca un catéter más grande, el vaso se puede dañar y no puede ser reutilizado. Sin embargo, se hace esto o, se muere el paciente. Siempre les informamos a los padres las medidas que se vayan a tomar para que ellos las autoricen”, comenta Urbina.

Estas son algunas de las medidas que han tenido que tomar los especialistas de la salud para asegurar el bienestar de los pacientes. Los métodos han sido descritos por el propio médico como “medicina de guerra”. Por otro lado, han tenido que suministrar medicamentos vencidos, bajo el conocimiento de los padres y el personal farmacéutico.

Durante los apagones del mes de marzo, muchos servicios se vieron afectados e incluso se tuvo que interrumpir operaciones puesto que la planta eléctrica no ha sido cambiada. «Se tienen dos plantas que fueron enviadas por Electricidad de Caracas durante el primer apagón, que son usadas para lo necesario. La planta grande del hospital que tiene como 60 años ya está desgatada. Necesitamos una planta automática nueva”.

Para que las plantas se activaran pasaron alrededor de 8 a 10 horas. Esto generó la pérdida de medicinas, vacunas, que necesitan refrigeración. Además, el apagón cobró la vida de dos infantes.

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“Los niños no deben de morir en los apagones. El problema es que ven la situación como ‘se murió uno o se murieron seis’; pero el verdadero problema es que se murieron seis venezolanos a los que se les fue truncado su futuro y dejan familias devastadas. Así, es como se deben de ver las muertes, sobre todo cuando es responsabilidad directa del Gobierno”, explica.

Síndrome del desgaste

Un país sumido en una emergencia alimentaria y sanitaria, así es la Venezuela de Nicolás Maduro. Cientos de venezolanos que han perdido la vida por la falta de medicamentos en los hospitales públicos.

Las familias venezolanas sufren para mantenerse con vida, pero el dolor es más grande cuando un ser querido muere. Los médicos y el cuerpo de enfermeros también sufren al no contar con los recursos que garanticen el bienestar de un niño.

“Existe una patología que se llama Síndrome del desgaste que hace que el médico y la enfermera que están cerca del paciente sufran el mismo dolor que pasa tanto el paciente como la familia. Es terrible, sobre todo para las nuevas generaciones, un médico que apenas está saliendo de la universidad y con la intensión de salvar vidas, se ve muy limitado”.

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El galeno asegura que la solución es simple: “el Gobierno debe de cambiar la política de salud. Durante los 20 años se han cambiado a los ministros; sin embargo, eso no es una verdadera política. De ser así, no tendríamos la situación actual. También debe de colocar personas técnicas y, no manejar los hospitales como una bodega. Se debe de tener un presupuesto asignado y ver al futuro, no comprar día a día, ya que, fomenta a la corrupción”, concluye.

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