Fotografia

Aarón Sosa y los niños del Holocausto

Durante 14 años, el venezolano Aarón Sosa ha retratado a sobrevivientes de los campos de concentración, perpetuando sus historias. Sus retratos transmiten esas vivencias, recuerdos y experiencias

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fotos |aarón sosa

En 1997, cuando conocí a Aarón Sosa, deseaba ser un diseñador gráfico, igual que yo. Sin embargo, dentro del pensum de materias que estudiábamos ambos estaba la fotografía, esa que hoy llaman «analógica», y Aarón la hizo su pasión.

Alumno de maestros como el fotógrafo cubano Ramón Grandal, Aarón Sosa ha tenido muchos procesos dentro de la creación de imágenes que van mucho más lejos de esos recuerdos de comer pan canilla, jamón y queso con Coca-cola con sus compañeros de clases, muchos de ellos ahora docentes o documentalistas. Aarón conoció el reporterismo gráfico, pero lo dejó por ser esa «fotografia rápida» que muchas veces solo sirve para ilustrar textos ajenos a sus emociones e intereses.

Aarón Sosa. Foto cortesía

Lo que hizo fue saltar al territorio de la imagen tomada con tiempo,sin prisa y con amor. Se fue al exterior desde hace mucho tiempo y ahora vive en Uruguay, pero seguimos siempre en contacto, veo su trabajo y conversamos sobre nuestros proyectos.

Uno de sus trabajos de largo aliento, del que hemos conversado, es con sobrevivientes del Holocausto, esos niños y adolescentes, que hoy son ancianos, y que fueron prisioneros del nazismo solo por ser judíos.

Para Aarón Sosa, la importancia de hacer un registro fotográfico de retratos de sobrevivientes del Holocausto y del nazismo radica en varios aspectos profundamente significativos: “En primer lugar, estos retratos nos permiten humanizar a las personas detrás de uno de los episodios más oscuros de la historia. Nos recuerdan que las víctimas no son cifras, sino individuos con rostros, historias, familias, y sueños truncados por el odio y la intolerancia».

«La fotografía es un medio poderoso para preservar la memoria histórica. A medida que el tiempo avanza y el número de sobrevivientes disminuye, estos registros visuales se vuelven testigos silenciosos que transmiten sus experiencias a las futuras generaciones. A través de estos retratos, los jóvenes pueden conectar emocionalmente con el pasado, entendiendo que la historia no es algo abstracto, sino algo que afecta vidas reales.

Por otro lado, estos retratos no sólo son un testimonio del sufrimiento, sino también de la resiliencia y la esperanza. Ver los rostros de aquellos que lograron sobrevivir a la barbarie y seguir adelante con sus vidas nos inspira a reflexionar sobre la capacidad humana de superar las adversidades más inimaginables.

Cada retrato es una declaración de resistencia, una prueba de que, a pesar de los intentos de aniquilación, la dignidad humana puede prevalecer. Finalmente, estos registros visuales también nos interpelan éticamente. Nos recuerdan la importancia de no olvidar, de mantener viva la memoria del Holocausto y de luchar constantemente contra cualquier forma de discriminación, antisemitismo o violencia basada en el odio. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de aprender del pasado para construir un futuro más justo y humano, y los retratos de los sobrevivientes son una herramienta esencial para mantener ese compromiso vivo», dice Aarón Sosa.

Este proyecto tiene 14 años en desarrollo. Hasta el momento, ha retratado y entrevistado a 65 sobrevivientes del Holocausto. La próxima etapa es hacer dos viajes a Chile entre enero y marzo del 2025, con el objetivo de incluir a un grupo de sobrevivientes del Holocausto que están en ese país. Tiene el apoyo logístico por parte del Museo Judío de Chile, gracias a ellos tendrá acceso a los sobrevivientes, pero debe costearse los gastos para poder hacer los retratos y entrevistas. Para ello, ha subido el proyecto en la plataforma de proyectos creativos Kickstarter en donde ya ha tenido apoyo para poder darle continuidad a su trabajo. Si quieres ver la publicación en Kickstarter o ayudar a Aarón en su proceso de recaudación, puedes hacer clic aquí.

Los niños del Holocausto

– En los rostros de los sobrevivientes del Holocausto se ven personas muy mayores. ¿Has conocido a descendientes de esos sobrevivientes que estén trabajando por la paz mundial o qué piensan de la violencia actual en el mundo?

– Así es, los sobrevivientes son personas muy mayores. En la actualidad se podría decir que los que aún viven son los llamados niños del Holocausto, niños que durante la guerra fueron escondidos para que no fueran aniquilados.

«En cuanto a sus descendientes, he conocido a sus hijos y nietos. Incluso me hice muy amigo de Rita Vinocur, que en su momento era la presidenta del Museo de la Shoá del Uruguay. Ella me ayudó a contactar a todos los sobrevivientes que llegaron a este país para poder retratarlos y entrevistarlos y me puso en contacto con directivos de museos similares de otros países latinoamericanos para que pudiera continuar con mi proyecto. Ellaha sido un pilar fundamental para darle continuidad a este trabajo.

Rita es hija de Ana Venkel Vinocur, quien nació en una familia judía, en Lodz, Polonia, el 25 de septiembre de 1926. Vivió desde los 13 años en un ghetto, luego fue trasladada a Auschwitz y Stutthof (primer campo de concentración nazi construido por este régimen fuera de Alemania). Logró alcanzar su libertad en 1945. Inmigró a Uruguay en 1947 y falleció en Montevideo, Uruguay, en el 2006. Rita y muchas otras personas que he conocido, descendientes de sobrevivientes, son personas que trabajan en contra de cualquier forma de discriminación, racismo, xenofobia o violencia basada en el odio».

– ¿Encuentras alguna similitud entre estas personas judías con lo que se ha documentado en Venezuela, durante los últimos años, con personas que son detenidas por pensar distinto políticamente?

Tiene mucho que ver. En Venezuela hay una persecución por pensar distinto desde el punto de vista político. Igualmente pasaba durante la Alemania Nazi. Incluso si no eras judío pero te oponías a lo establecido por el Tercer Reich, eras perseguido, apresado, torturado y asesinado.

– ¿Qué tipo de trabajo harías si estuvieras en Venezuela?

– Creo que, al igual que lo hago fuera de mi país, me hubiese ocupado de darle voz a aquellas personas que no la tienen, muy a pesar de lo arriesgado que pueda ser.

«Al retratar a sobrevivientes del Holocausto incluso he sido víctima de señalamientos y hasta correos anónimos con amenazas, cosa que me tiene sin cuidado. Nunca he hecho algo para complacer a nadie y jamás lo dejaría de hacer por nadie tampoco. Es una cuestión de ética y principios«.

– ¿Cómo recuerdas a tu escuela y tus inicios, y cómo ves la evolución de tu trabajo desde que saliste de Venezuela?

– La Escuela de Artes Visuales “Cristóbal Rojas” fue mi principal centro de formación artística. Fue la responsable de que me apasionara por las artes visuales. Tuve los mejores maestros de aquella época en materias como Historia del Arte, Elementos de Expresión, Diseño Gráfico, Grabado y, por supuesto, Fotografía. Eran maestros muy exigentes, pero nos enseñaban a dar lo mejor de nosotros. Gracias a esas enseñanzas continúo procurando dar lo mejor de mí en lo que hago. Siempre los recuerdo con mucho cariño y agradecimiento. Sus consejos y enseñanzas son palabras a las que regreso cada cierto tiempo cuando necesito un poco de guía durante mi trabajo. Pienso que eso es lo que hace un buen maestro. Influenciar, guiar e inspirar a sus discípulos.

– ¿Qué representa Imago para la educación de la fotografía?

– Imago es una escuela que fundé hace varios años. Funciona online (modalidad que llegó durante la pandemia) y en la actualidad tenemos muchos alumnos desde países hispanohablantes. Comenzó como una escuela de fotografía pero ahora es más bien una institución en donde se estudia la imagen como un todo, desde la imagen fotográfica hasta las imágenes sintográficas (imágenes realizadas con IA).

«En Imago no formamos fotógrafos comerciales. Quien desee aprender técnica fotográfica y cómo ganarse la vida con la fotografía, que vaya a otra escuela, que para eso hay muchas. En Imago enseñamos a entender y pensar la imagen, a comunicarnos con ella. Formamos autores de la fotografía. Personas que deseen desarrollar una obra como artistas visuales», concluye Aarón Sosa.

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