Ares no es cualquier programa para descargar música. Es uno que trae guerras y discordias y, en algunos casos, destrucción moral a los mortales más lujuriosos. Hay quienes, sin embargo, envueltos en inocencia, instalan Ares Galaxy para tener gratis sus canciones favoritas. Otros prefieren darle al botón download para conseguir notas más profundas y placenteras: gemidos de algún extraño. Sentados en la computadora, teclean: “big dick, small girl” “little girl”, “boy fucked”, “twink”, o quizá“twins”. Cualquiera de esas palabras los lleva a ver una escena lúbrica. Favorita. La búsqueda es erótica, íntima y también privada —hasta donde se cree. Pero en la penumbra del Internet, hay quienes rastrean los fetiches más profundos de los usuarios. Lo que se hace en el mundo virtual, se paga en el mundo real.