Salud

¿Tratamiento antiobesidad? Esto es lo que dicen los científicos del Ozempic

La eficacia de estos nuevos fármacos se debe a un descubrimiento: imitan una hormona secretada por el intestino, llamada GLP-1, señalan los científicos

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Los tratamientos de nueva generación contra la obesidad, que se han vuelto muy populares en pocos años, no son «medicamentos milagrosos» y «nunca deben tomarse por motivos estéticos», advierte Svetlana Mojsov, una de las científicas que ha permitido su desarrollo.

Junto a otros dos investigadores, Joel Habener y Lotte Bjerre Knudsen, Mojsov recibió el prestigioso Premio Lasker, considerado a menudo como un presagio de un posible Premio Nobel.

Los tres han contribuido a revolucionar la gestión de la obesidad, una enfermedad crónica y una verdadera plaga para la salud pública, contribuyendo al descubrimiento y desarrollo de fármacos que permiten una pérdida de peso significativa.

Ozempic, Wegovy, Mounjaro, Zepbound: prescritos para combatir la obesidad o la diabetes tipo 2 (hiperglucemia a menudo asociada al sobrepeso), estos tratamientos han gozado de tal popularidad que han llegado a ser empleados por algunas personas para perder algunos kilos «de más».

«El gran éxito es poder tratar la obesidad y es a eso a lo que debemos atenernos», insistió Mojsov, de 76 años, recordando los efectos secundarios, especialmente gastrointestinales, de estos fármacos.

En entrevistas con la AFP, esta química y el también premiado Joel Habener destacaron las décadas de investigación necesarias para su desarrollo.

«Cuando se es investigador se sueña con descubrir algo que ayude a la gente», dijo. También celebró que estos avances contribuyan a la comprensión de que «la obesidad es una enfermedad metabólica y no un problema de fuerza de voluntad».

Descubrimiento involuntario

La eficacia de estos nuevos fármacos se debe a un descubrimiento: imitan una hormona secretada por el intestino, llamada GLP-1.

Joel Habener, endocrinólogo del Hospital General de Massachusetts, fue el primero en detectar su existencia, al inicio en peces, en 1982.

Svetlana Mojsov identificó a su vez la secuencia activa del GLP-1, demostró su presencia en el intestino y sintetizó una forma pura.

Luego comprobó, en colaboración con otros, que el GLP-1 estimula la secreción de insulina por el páncreas, ayudando a reducir los niveles de glucosa en sangre.

De inmediato se «convenció» de que «sería un buen tratamiento para la diabetes», recordó.

Pero en aquel momento nadie sospechaba todavía su utilidad contra la obesidad. «Realmente no teníamos en mente la pérdida de peso» porque la obesidad no era un problema tan grande, señala Habener, de 87 años.

Además, en la década de 1980 «no había evidencia científica de que las hormonas regularan el peso», añade Mojsov, profesora asociada de la Universidad Rockefeller nacida en Yugoslavia.

Fue sólo por casualidad que, mientras realizaban grandes ensayos clínicos, los científicos se dieron cuenta de que los pacientes estaban perdiendo peso.

Poco a poco se va comprendiendo que el GLP-1 ralentiza el vaciado del estómago, pero también actúa sobre el cerebro, influyendo en la sensación de saciedad.Un hallazgo decisivo.

Otros beneficios

Las compañías farmacéuticas están rápidamente tomando el control.

En Novo Nordisk, la investigadora Lotte Bjerre Knudsen está intentando que el GLP-1 permanezca más que unos minutos en el cuerpo con técnicas que apuntan a que dure primero un día y luego una semana.

El primer fármaco del grupo danés que contiene un análogo del GLP-1 fue autorizado en 2010 en Estados Unidos contra la diabetes tipo 2 y luego, en 2014, contra la obesidad (con el nombre de Saxenda).

Los demás laboratorios siguieron por el mismo camino.

El estadounidense Eli Lilly ha desarrollado una molécula que combina el GLP-1 con otra hormona gastrointestinal que, según Svetlana Mojsov, podría limitar los efectos secundarios.

«Podemos llegar a una nueva generación» que combine diferentes hormonas, sostiene. «Ozempic no es necesariamente la solución final», pero «ha allanado el camino».

Una de las moléculas ya ha sido autorizada contra accidentes cardiovasculares y se están desarrollando estudios para tratar la apnea del sueño, adicciones, enfermedades renales, hepáticas o incluso neurodegenerativas (Parkinson, Alzheimer)…

«Es extraordinario», dice Joel Habener refiriéndose a la acción del GLP-1 sobre el cerebro.

Para Mojsov, el GLP-1 abre el camino a la idea de que un fármaco no está reservado para una sola enfermedad.

«Hasta ahora hablábamos de un medicamento por enfermedad. Hoy comprobamos que el GLP-1 presenta una gama mucho más amplia de beneficios para la salud».

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