Internacional

Chernóbil, el retrato del pánico nuclear

La explosión de uno de los reactores de la central nuclear de Chernóbil dejó su huella en el este y centro de Europa. A tres décadas del acontecimiento, Ucrania responde con homenajes a las víctimas y una reserva de la biosfera en la “zona de exclusión”, para hacer florecer la zona contaminada

Fotografía: AP
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A treinta años del que se considera el peor accidente nuclear de la historia, Ucrania rinde homenaje a las víctimas del desastre de Chernóbil con ceremonias en las iglesias de Kiev y Slavitch -situada a 50 kilómetros de la central- a las 1:23 de la madrugada de hoy, exactamente la hora en que tuvo lugar la explosión del reactor número 4.

La detonación ocurrida en la madrugada del 26 de abril de 1986 obligó a evacuar a 135.000 personas de las ciudades y pueblos cercanos a la llamada “zona de exclusión”. Cerca de 50 personas murieron impactadas por un poder nuclear 200 veces superior al de las bombas de Hiroshima y Nagasaki combinadas. Las bajas directas e indirectas del acontecimiento oscilan entre los 4.000 muertos reconocidos por las Naciones Unidas y los 200.000 por la organización Greenpeace.

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Sin embargo, las repercusiones de la explosión dejaron dolientes a lo largo de los años y en una parte considerable del continente: vastas extensiones de Ucrania y de las vecinas Bielorrusia y Rusia quedaron contaminadas y los restos químicos se propagaron a más de 13 países de Europa central y oriental. Incluso, la lluvia radioactiva llegó a Irlanda. Una inmensa cantidad de pájaros y animales murieron a causa de la radiación poco después de la explosión, aunque solo se han registrado unos pocos efectos duraderos de la radiación, que han hecho que aparezcan árboles atrofiados y animales con niveles altos de cesio-137.

La premio Nobel de Literatura 2015, Svetlana Alexievich, relató historias de físicos, bomberos, vecinos desamparados, políticos corruptos y aquellos famosos liquidadores que envenenaron su sangre construyendo casi con sus manos desnudas el gigantesco sarcófago que debía atrapar el terror radiactivo para siempre, en su libro Voces de Chernóbil, originalmente publicado en 1997. En una entrevista posterior, la periodista afirmó que en Bielorrusia y en Rusia “la versión oficial tiene muy poco que ver con cómo la gente ordinaria ve las cosas. ¿Cuál es el principal objetivo de las autoridades? Siempre tratan de protegerse a sí mismos”. Contó que en aquellos días “las autoridades totalitarias lo demostraron: temían al pánico, temían a la verdad. La mayoría de la gente tenía muy poco entendimiento de lo que estaba sucediendo. En su intento de autopreservación las autoridades engañaron a la población. Le aseguraron a la gente que todo estaba bajo control, que no había peligro”.

Con motivo del trigésimo aniversario del suceso, el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, visitó la planta atómica, situada a 120 kilómetros de Kiev, donde depositó una ofrenda floral ante el monumento a las víctimas del accidente y se dirigió a los trabajadores que llevan a cabo el programa de desmantelamiento de la instalación y construyen el nuevo sarcófago. “Chernóbil es la mayor catástrofe nuclear provocada por el hombre. Estamos aquí para hacer todo lo posible por evitar que se repita algo similar”, declaró.

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Ucrania iniciará la creación de una reserva de la biosfera en la “zona de exclusión” de 30 kilómetros en torno a la central. La reserva, que se encontrará en dos distritos al noroeste de Kiev, tendrá un área de 227.000 hectáreas, y según Poroshenko supone “el primer paso importante para que vuelva a florecer el territorio contaminado por la radiación”.

Poroshenko apuntó que dentro de un radio de 10 kilómetros de la planta nuclear “nunca nadie podrá volver a vivir”. Prípiat, ubicada a tres kilómetros de central nuclear, es el recuerdo amargo de esta aseveración. Al día siguiente del accidente, los 43.000 habitantes de la ciudad tuvieron que evacuar la ciudad y dejar toda su vida y pertenencias atrás.

Sin embargo, en la ciudad de Chernóbil, a 20 kilómetros de la instalación atómica, ya viven unas 3.000 personas que han ido regresando los últimos años y trabajan en funciones administrativas relacionadas con la zona.

Además, Poroshenko asistió a la firma por parte de Suma Chakrabarti, el presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), de un acuerdo por el que la institución concede 40 millones de euros para construir un almacén para el combustible nuclear de Chernóbil. La construcción de ese almacén es uno de los grandes proyectos relacionados con el desmantelamiento final de la planta de Chernóbil y el cese de la explotación.

De acuerdo con el director general de la central atómica, Igor Gramotkin, el tercer bloque de la planta prácticamente ya no tiene el estatus de “instalación atómica” tras ser retirado el combustible nuclear, y en los próximos meses ocurrirá lo mismo con los bloques 1 y 2.

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