Cultura

Epidemia de crack a plena luz del día en Río de Janeiro

"Cracolandia" son los puestos al aire libre que venden "crack" en las favelas brasileñas. Brasil es el mayor consumidor de esta droga en el mundo, según estudios recientes. 

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Fotografías de AP

Los mercados están abiertos las 24 horas del día, atrayendo a madres jóvenes, conductores de camiones, personas sin hogar y a cualquiera que busque drogarse.

Conocidos como «cracolandia», los puestos al aire libre pueden encontrarse en algunas favelas de Río de Janeiro donde los clientes pueden comprar las piedras de crack y fumarlas a plena vista, tanto de día como de noche.

Brasil, según algunos estudios recientes, se ha convertido en el máximo consumidor mundial de esta sustancia, un derivado barato y muy adictivo de la planta de coca cultivada en los países vecinos. Se estima que hay un millón de adictos al crack que forman una temible plaga para el país, que preocupa a los funcionarios gubernamentales cuyos programas no han servido apenas para frenar el avance de la droga.

A título individual, la epidemia afecta a personas de todas las clases sociales, algunos de ellos estuvieron empleados en su día, otros con familias donde eran queridos o que albergaron sueños de una vida mejor, pero que lo han perdido todo por sus adicciones.

Historias contadas

En un estudio de fotografía improvisado — una silla sacada de la basura ante un fondo blanco iluminado por dos pequeñas luces — aparta a los consumidores de su entorno oscuro y de pesadilla. Algunos se abrieron a contar sus historias, mientras que otros hablaron solo a través de sus ojos.

Sancler Rodrigues, de 32 años, pidió prestada una remera de fútbol a uno de sus amigos antes de posar. «Pensé que mi vieja camiseta negra no se vería bien en tu foto», dijo.

Entre los protagonistas de la fotogalería hay una mujer embarazada de su tercer hijo.

Otra mujer sonríe mientras sostiene un perro de peluche que pertenece a su bebé, que nació prematuramente y está hospitalizado. Daniela Pinto, con sus delgados brazos sobresaliendo de su vestido rojo, quiere liberarse de su adicción al crack.

Carla Chris, de 35, mantiene el optimismo: «Sonría porque la vida es hermosa».

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Carlas Chris, 35 años

Henrique Felix Santos, de 41 años, se pone filosófico al ser preguntado por sus pensamientos mientras posa en el mercado de la droga.

«La expresión de cada ser humano es consistente con la realidad», sostiene.

Henrique Felix, 41
Henrique Felix, 41
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