Son obreros, soldadores, mecánicos, vigilantes, electricistas y fabricadores. Los trabajadores de Dianca, compañía en Puerto Cabello conocida por ser pionera en la producción de repuestos y reparaciones navales del Caribe, exponen por primera vez en La Estancia sus obras de arte.
Después de un largo trabajo realizado desde la Escuela de Escuela de Arte del Sentir, dichos empleados aprendieron técnicas de artes plásticas y «despertaron el artista que llevaban por dentro». Este sábado 07 de octubre tuvo apertura una exposición inédita que presentó las obras de 25 exponentes.
Jhonny Álvarez es uno de los trabajadores de la compañía, es soldador y cuenta cómo su vida ha tenido un «giro bonito» desde que empezó las clases de arte junto a sus compañeros.
«Lo bueno es que nosotros sabemos soldar, tenemos conocimiento en el uso de estos materiales y descubrimos nuestro potencial. Hemos demostrado el valor del arte a través de esta ‘chatarra’. Nos sentimos orgullosos porque es la primera vez que los obreros hacen arte y fíjate todas las obras que hemos realizado».
Albania Pereira, coordinadora de procesos artísticos explica que tanto ella como el resto de los profesores que dictan los talleres de arte implementados como programas sociales dentro de la empresa, quedaron impresionados con las capacidades artísticas que reflejaron los trabajadores, aunque al principio significó un gran reto, «fue difícil al principio asistían a las clases a regañadientes, porque su oficio es muy distinto a lo que se planteaba en los cursos. Ellos no encontraban una vinculación entre arte y el oficio en Dianca».
Cuenta que a medida de que las clases avanzaban, el gen artístico comenzó a surgir de forma inevitable.
«El punto de quiebre fue en una clase donde debían realizar un dibujo de un autoretrato. Tuvieron que enfrentarse a su propia mirada y a partir de ahí comenzaron a sensibilizarse un poco más», recuerda la profesora de la Escuela de Arte y el Sentir.
Entre el presidente de la empresa de repuestos navales, Franklin Seltzer y la directora de la Escuela de Arte Escuela del Sentir, Olaida Pulido, se fusionó un importante reto que dio pronto frutos especiales. Esta iniciativa, piensa Albania, demuestra que «el arte no se aprende, se despierta».
«Fue un aprendizaje para todos, desde los profesores, hasta los trabajadores. Yo por mi parte quedé impresionada porque en el quehacer diario descubría que muchos de ellos eran ya artistas, eran poetas, músicos o artesanos, claro de una forma empírica y lo tenían ahí como un talento pero no eran conscientes de esa capacidad que tenían», asegura.
José Moras, trabaja desde hace nueve años en DIANCA, empezó como vigilante y ahora trabaja en el área de remolque de barcos. Dice que desde chiquito tenía «el talento», pero que gracias al programa, terminó de dar el salto que le hacía falta para desarrollar sus capacidades.
«Cuando vi las esculturas que ya otros compañeros habían hecho pensé que podía hacerlo porque yo como soldador tengo la capacidad y el talento de hacer esas esculturas. Además yo de niño plasmaba en piedras dibujos y siempre tuve esas ganas, solo me faltaba un empujoncito», recuerda el expositor.
La exposición, que inició este 07 de octubre mostrará el resultado de los talleres artísticos, extra laborales en los que participan las manos de los trabajadores de Dianca, que a través de los materiales de su quehacer cotidiano (desecho ferroso), produjeron la variopinta colección que consta de esculturas de mediano y gran tamaño, todas presentadas en la muestra abierta al público en general en los espacios de PDVSA La Estancia en Altamira.
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