Cultura

Sonia Chocrón: “Los escritores venezolanos estamos decantando 20 años de desgracias”

Hace 20 años a Sonia Chocrón le ocurrió un incidente que le cambió la vida. Así lo cuenta ella. Hace 20 años vio llegar al gobierno a Hugo Chávez, una figura que así como cambió el rumbo del país, la cambió también a ella como persona y como escritora.

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TEXTO: PATRIZIA AYMERICH | Foto: Archivo El Estímulo / Alejandro Reina

Estos rasgos están plasmados –aunque sin ser ella– en su último poemario Bruxa, que se antoja la segunda parte de Toledana (1992), su ópera prima, pero con la diferencia de que el personaje principal ha visto el dolor y la violencia de una sociedad marcada por el pulso de la dictadura. Chocrón renueva con otra obra su colección, al tiempo que en Europa van resonando nombres de sus coterráneos, como Rodrigo Blanco Calderón –Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa por La noche– o Karina Sainz Borgo –éxito de ventas de La hija de la española

Actualmente, la escritora se encuentra en Madrid con motivo de la Feria del Libro y prepara una novela con una dosis más fuerte de la realidad que vive Venezuela, aunque quiso revelar más detalles.

¿Qué es Bruxa?

Es una revisión de Toledana, un poemario que tuvo muy buena crítica, fue traducido por expertos de la Universidad de Columbia. Fue muy comentado porque para ese momento era raro, era poesía pero tenía la estructura de una obra dramática porque estaba dividida en tres actos y contaba la historia de una judía que se enamora del Rey Alfonso VIII de Castilla, y él también de ella. Tenía cadencia, musicalidad, y arcaísmos de la lengua del Siglo XIII.

No me lo imaginé, pero durante todos estos años he estado trabajando en este libro que se llama Bruxa, que es “bruja” en gallego y en castellano antiguo, que es sobre una mujer, o cualquiera de nosotras las mujeres, cuando ya hemos entrado en contacto con el mal y cómo ya no somos inocentes, y cómo enfrentamos el amor. Y cuando termino el libro me doy cuenta de que es Toledana 25 años después. Es el mismo misticismo, en otra tierra, aunque no hay un arcaísmo y con un modo propio de una mujer de otra época, y además con la violencia y el rencor de una mujer que ya ha vivido más y que sabe que la vida no es una perita. La llamé así porque quería que se llamara como algo que representara la parte oscura de Toledana.

¿Eres así de oscura?

No soy yo, no soy oscura, o quizás sí pero es algo que yo no debo ver. La gente ve de mí una mujer toda sonrisa, luz. Si hay algo de mí, porque todos tenemos un lado oscuro, yo también lo tengo pero es un lado de mí que protejo y que no dejo ver.

Le decías a Milagros Socorro en una entrevista que hace 20 años te pasó algo que te cambió la vida…

Parece mentira porque es un tema político, pero hace 20 años mi país cambió y de pronto me doy cuenta cuando termino de escribir Bruxa, veo que es la voz de una mujer desencantada, desesperanzada, con ira. Y yo me pregunto, ¿por qué yo tengo esto si mi vida personal es buena? Pero es que no era mi vida personal, era por mi contexto, por el sufrimiento, la vileza, los malos ratos, por todo lo que yo no había conocido antes y que conocí estos 20 años.

¿Hace 20 años podías prever lo que iba a pasar en Venezuela?

Sí, lo sabía. De hecho, recuerdo, antes de aquellas elecciones, haber tenido discusiones con amigos muy queridos porque el discurso de Hugo Chávez me era muy familiar, ya lo había visto cuando fui a un taller con Gabriel García Márquez, de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. Pasé cuatro o cinco meses en Cuba en ese taller. Y el discurso que tenía el chavismo, era el que tenían en La Habana. Pensaba que así iba a ser nuestro futuro o peor.

¿Cómo lleva encima Bruxa las consecuencias de este cambio en la sociedad?

Este personaje y yo, y el resto de los venezolanos, lo que no pudimos prever era hasta dónde íbamos a llegar. Yo sabía que no era para bien, pero no imaginé que era para tan mal. Y es así porque hoy en día salir a la calle en Venezuela es muy doloroso, ver niños comiendo de la basura es una puñalada. Me la paso en Twitter pidiendo medicinas para gente que se muere.

¿Por qué no poner todo esto en una historia que lo evidencie? Porque Bruxa es un poemario.

Ya lo estoy haciendo y es una novela. Yo no soy una autora prolífica porque yo me tardo mucho y puedo estar muchas horas corrigiendo, puedo pasar tres o cuatro años en un libro.

¿Cómo ves la situación de la literatura venezolana en la actualidad?

Creo que estamos viviendo la hora estelar de la literatura venezolana, lo vez con cosas como Rodrigo Blanco Calderón se acaba de ganar el premio Vargas Llosa; Karina Sainz está lanzadísima con La hija de la española, los Juan Carlos, Méndez Guedez y Chirinos, son un éxito, y en Venezuela hay un grupo de escritores que no ha parado de escribir; Alberto Barrera lo mismo; Leonardo Padrón acaba de terminar una novela que ha sido muy premiada. Aunque suene muy duro, y no debería ser así, el tema venezolano importa hoy en día.

¿A qué se debe esto?

No tiene nada que ver con un tema económico pero es difícil evadirse. Hay que recordar a los autores cubanos con su propia tragedia, fue un boom, y ahí hay unos autores, desde Reinaldo Arenas y Zoé Valdés, que trataron el tema de la dictadura cubana y del comunismo cubano. Tristemente me parece que los venezolanos estamos decantando 20 años de desgracias.

¿La escritura es tragedia?

No debería ser tragedia, pero en este momento para nosotros es tragedia, está dentro de nosotros. Las limitaciones del país no las tenemos para crear, son otros muros.

¿Qué esperas en relación a la producción de novelas? ¿Volverá a ser Venezuela un país productor?

Venezuela llegó a ser un país exportador de televisión y ahora no hay televisión, no hay prácticamente producción. Estos 20 años me han enseñado a mí a no esperar nada, o muy poco.

Si Venezuela fuera una novela, ¿en qué etapa crees que está?

No lo sé porque no soy vidente pero si tuviera que explicar lo que ha pasado en Venezuela, diría que llegaron los bárbaros y tenían hambre atrasada. Y 20 años después siguen ahí.

¿El protagonista quién es?

No hay protagonistas, hay víctimas y victimarios. Además, somos ambos, desde adentro y desde afuera.

¿Sientes que lo que han hecho estos escritores que has nombrado, y tú misma, ayuda a que en el mundo entiendan la tragedia del venezolano?

No lo sé, no sé si es lo artístico o finalmente la información está trascendiendo la frontera, después de 20 años de muertos de hambre, muertos de pena y muertos de mengua. Vamos muy tarde. Si sirve para algo pues no será tan tarde.

Te has convertido en una referencia en las redes sociales por tu dureza…

Soy comunicadora ante todo, además de poeta y narradora y hay gente que me ve muy dura. Pero en mi vida real no soy dura. Inventé una tweetnovela, una historia que salía por twitter todos los días de 7:00 a 8:00 pm y se llamaba El amor en tiempos de cola, porque hacíamos cola para todo. Era una historia de amor y política. Luego se sumó un señor a hacer unas ilustraciones de lo que yo iba contando y otra amiga escogía la música. La gente hablaba y modificaba la trama.

¿No es un peligro también hablar libremente de política en las redes?

Claro, en Venezuela hay gente que por poner algo en Twitter ha ido presa o ha sido torturada.

¿Qué tiene que hacer la gente para modificar la trama de la historia real?

Es muy difícil porque el miedo es libre cuando tú enfrentas la muerte, como una posibilidad real, porque hay otro que está armado de verdad, otro que no tiene contemplaciones, no tiene ningún prurito en segar vidas.

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