Cultura

La Vida Bohème: “No pierdan la calma”

Con la excusa del reciente lanzamiento del sencillo "Último round", conversamos con Henry D’Arthenay y Daniel “Mono” Briceño sobre el estatus actual de La Vida Bohème, su evolución y lo que podemos esperar de ellos de ahora en adelante

La Vida Bohème
Cortesía LVB, Pablo Hernández
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“La bohemia es el estado de la vida artística; es el prefacio de la Academia, del Hospital o del depósito de cadáveres”, escribió Henri Murger a mediados del siglo XVIII. Queda claro que el bohemio pone en riesgo su código moral y su vida por una grandeza que puede durar minutos o eternidades. Abrazar los estadios de la pobreza, amar libremente, compenetrarse con quienes nadie quiere tener algo que ver, son actos que se permite para mejorar al arte, para que sea auténtico. El bohemio es, pues, el venezolano que saca belleza de su roncha. Es, de cierto modo, lo que encarna La Vida Bohème.

Desde que la pegaron en 2010 con Nuestra, su primer álbum, el grupo nos ha llenado los oídos con críticas al establishment y cantos de saudade. Nuestros cuerpos han sido particularmente libres en pogos y abrazos grupales al mismo tiempo. A través del dance punk, el post-punk y otras experimentaciones sónicas, La Vida Bohème popularizó temas que lloran el país sin pena, que nos obligan a reflexionar a la vez que espantamos los demonios con nuestras manos. Han transformado la morgue que tenemos al frente en hospitales para quienes sufrimos Venezuela y en reconocimientos académicos que nos llenan a todos de orgullo.

Este mayo, La Vida Bohème nos sorprendió con “Último round”, un single con un bajo bien groovy y unos coros astrales que recuerda a los mejores temas de Será. Con la aparición de la canción como excusa, conversé con Henry D’Arthenay -voz y guitarra-  y Daniel “Mono” Briceño -bajo- de la banda. Nuestro gran aliado, WhatsApp, abrió oportunidades para conversar sobre la ansiedad de las influencias, el oficio del artista y las transformaciones en el campo musical.

-Son memorables los tiempos cuando gritaban “esto no es una banda, es un puto ejército” en los toques de la Alfredo Sadel. ¿Siguen siendo, más que una agrupación, una fuerza armada en la música? ¿Qué significa esto, en concreto?

Henry: En ese momento creo que nos referíamos más acerca de la disciplina, ¿no? Como una contraparte a los ejércitos comunes y especialmente frente al que nos criamos nosotros, que es el venezolano: un ejército bastante represivo, opresivo. Creo que si acaso se transformó en colmena. Ahora es más una especie de colmena creativa. Siento que más que la respuesta del combate, la cosa está en tratar de crear eso, pues, algo en conjunto.

Mono: La Vida Bohème está pasando a su cuarta conformación. Ahora podemos decir que somos un compendio de artistas, tanto músicos, como diseñadores gráficos, fotógrafos, videógrafos. Todos parte de un mismo movimiento. Ustedes lo conocían como La Vida Bohème. Y, bueno, esto es la nueva Vida Bohème.

-Tengo la impresión de que el rock venezolano desde la generación que representaron ustedes, Los Mesoneros y Viniloversus, por citar un puñado de exponentes, ha sido proyectado hacia afuera con especial interés. Que en las décadas previas, las bandas se acomodaban más con sus públicos venezolanos. ¿Están de acuerdo con esto? Si es así, ¿a qué creen que se haya debido?

Henry: No es algo con lo que estoy de acuerdo o en desacuerdo, sino que es una realidad que está ocurriendo en todo el mundo. Antes no teníamos la capacidad de poder escuchar qué estaba pasando, por ejemplo, en Lima en la escena electrónica. Al menos si no tenías ningún contacto ahí. Muchas personas en Caracas que iban a Londres o a Nueva York, que tenían el chance de viajar y conocer otras cosas, las traían a Venezuela y se convirtieron de alguna manera en importadores de sonidos. Incluso algo así pasó en Nueva York, ¿no? El hip-hop tuvo mucho que ver con los jamaiquinos que se mudaron a Nueva York y el record collection, digamos, de muchos neoyorquinos creció gracias a Jamaica. Ese intercambio cultural fue muy importante para la historia de la música. Yo creo que Venezuela no está exenta de eso. Estamos muy bendecidos por el hecho de que Internet nos ha dado esa ventana, la ventana para que otras personas puedan ver lo que está pasando en casa.

Pero, por ejemplo, Sentimiento Muerto llegó a trabajar con Fito Páez, llegaron a ir a CBGB. Dermis Tatú tuvo una carrera súper cool en la Costa Este de Estados Unidos. Bueno, en la Costa Pacífica, porque también tuvieron un trayecto cool en Tijuana. Me parece que antes sucedía, nuestras bandas tenían cierto reconocimiento en el extranjero. Pero sea por tragedias, por disoluciones, o incluso porque la música no llegó tan lejos por las distribuidoras –no existía el streaming, no existían esas cosas–, tuvo menos interés en el extranjero. O sea, no creo que es que se hayan acomodado tanto al público local. Y bueno, también pasó en Colombia, que vivieron una escena más cerrada que luego comenzó abrirse. Creo que ahí tuvo mucho que ver MTV. Creo que nada más estamos viviendo el final o la conclusión o, digamos, el desarrollo –porque nada nunca termina– de la apertura de Latinoamérica gracias al mundo virtual.

Mono: El rock de nuestra generación se diferencia mucho del de la anterior más que todo por la cosa del exilio. Todos tuvimos que migrar para buscar un mejor futuro. Creo que ellos no tuvieron ese problema, por decirlo así. Y las bandas como Viniloversus o como Los Mesoneros o como La Vida Bohème, ahora que estamos en México, creo que nos estamos adaptando más a lo que vive América Latina y no solamente Venezuela. Estamos viendo un panorama mucho más amplio con respecto a la música. Hay mucho, más allá de lo que se escucha en Venezuela. También en Latinoamérica, de hecho. Nosotros apuntamos más a Europa y a Estados Unidos, creo yo. Creo que eso se ve reflejado un poco en lo que estamos haciendo ahora. Fuimos a grabar el disco en Nueva York, eso también te da otro punto de vista con respecto a la música. Tuvimos el chance de grabar con un dream team de tres productores: Rudy Pagliuca, Carlos Imperatori y Héctor Castillo. Ellos viven en Estados Unidos también. Tienen otro punto de vista sobre la música y creo que eso se ve plasmado en lo que estamos haciendo.

-El poeta Oswald de Andrade alguna vez habló de la antropofagia como condición cultural del brasileño, pues tragaban las influencias de afuera para volverlas propias en sus entrañas. Creo que algo parecido ocurre con su música: vemos referencias a Rammstein en “Último round”, creo que hay algo de Kraftwerk en temas como “La piel del mal”. ¿Es nuestro deber como latinoamericanos buscar el norte en lo que está afuera y mancharlo con nuestras experiencias? ¿Acaso nos vemos mucho los ombligos?

Henry: Mucho de lo que hacemos culturalmente como seres humanos es seleccionar, y utilizamos criterios que descartan unas cosas frente a otras. Por ejemplo, una persona que pone un marco de cierto tipo en su casa con ciertas fotos, al final sirve de curador de la experiencia de su casa: lo que siente que va a representar mejor sus recuerdos, su vida, sus vivencias. Eso que se llama antropofagia cultural hoy en día lo llamaría más como “Todos estamos intentando contar nuestras historias a través de las cosas que nos mueven”. Muchas veces son cosas locales, otras veces son foráneas. Sí creo que es importante transmitir el mensaje de que la música es una, o sea, todos estamos conectados. África está en uno y uno está en África sin saberlo: los ritmos, las tonalidades. Mucho de lo que nosotros hacemos culturalmente como músicos ya está enmarcado dentro de un juego, ¿no? Por ejemplo, una canción pop inevitablemente va a recordar a Michael Jackson en ciertas cosas: ciertas drum machines, ciertos sonidos, ciertos hooks. Entonces ya no creo que sea un tema de antropofagia porque al final todos lo estamos compartiendo.

También creo que lo que nos define es la temporalidad y no la localidad geográfica. Tú y yo vamos a tener más en común por haber compartido la misma generación con Michael Jordan que por haber nacido en la misma nación. Ciertos contextos culturales van a estar mucho más amarrados siendo del mismo país, obvio; pero, en general, tú vas para Rusia y tienes el número 23 y la camisa roja de los Bulls y van a saber que es Jordan, ¿entiendes? Entonces no sé hasta qué punto ya llegamos a borrar muchas de esas fronteras. Creo que las nuevas generaciones sí están más libres de ese prejuicio y lo seguirán estando a medida que avance el tiempo.

Mono: Creo que la antropofagia es algo muy natural en nosotros. A cualquier artista le gusta ver de dónde saca más ideas. Es un trabajo de investigación para el artista estar siempre al día con lo que pasa en el mundo. Y creo que con nuestra música pasa muy naturalmente. Uno cree que porque hacemos música rock o porque nos tildan de rockeros escuchamos solamente rock. En verdad, no, nos la pasamos escuchando de todo. Yo soy muy fanático del hip-hop y allí hay mucha influencia americana. Pero tenemos influencias de todas partes: nos gusta Rammstein, nos gusta Kraftwerk, nos gusta Todd Terje, nos encanta Four Tet. Uno piensa que no tienen influencia directa porque tocan otro género, pero de verdad, siempre nos tocan la fibra y tratamos de que esto influya en nuestra música. Es una labor de investigación de parte de todos. Y esto es lo que termina pasando en La Vida Boheme, que de repente se mezcla una canción que suena a Rammstein con influencias también de Talking Heads y Red Hot Chili Peppers. Metemos todo en la licuadora para ver a qué sabe esto.

-Hemos visto cambios en su line-up en los años que llevan tocando: Mono toca con ustedes desde 2017, anunciaron en «Escuela de Nada» la incorporación formal de Héctor Tosta a la banda hace días. Dado esto, ¿qué desencuentros son particularmente difíciles de sobrevivir como agrupación? ¿Qué recomendaciones darían a quienes se desmotivan por pensar que su banda se desmembra al perder a algún integrante?

Henry: Capaz es raro, porque La Vida Bohème tuvo muchas alineaciones antes de volverse popular. Siempre hubo un core, y la verdad, yo siempre he pensado que somos más como Grateful Dead que como los Beatles. A Dani, de hecho, que está en Barcelona, seguramente lo verán cuando estemos de gira en España. Héctor siempre fue parte de la banda, por ejemplo, Tosta estuvo desde Será. Nunca nadie dudó cuando llegó a México de que entraría, ya era algo que todos estábamos pensando antes de que Dani decidiera irse a Barcelona. Sin embargo, por ejemplo, con Rafa situaciones personales llevaron a que al final fuera mucho más sano para todos decir “Okay, perfecto, esto ya no está funcionando a nivel de trabajo, pues”. Y eso pasa también.

La Vida Bohème

Creo que tenemos la ventaja de que tanto Tosta como Mono son grandes amigos de nosotros desde hace tiempo, ya habían tocado con la banda, ya ellos habían tocado estando incluso Rafa y Dani. Entonces fue como una extensión natural: tripeamos a ser amigos y hacer música, en eso somos muy afortunados. Yo creo que no hay que desampararse y sentir “bueno, las cosas no son como yo pensaba”. O sea, el 90% de la vida no es como uno piensa. Yo siempre pensaba “si no está todo el mundo que es, que tal, disuelvo esta vaina”. Pero la gran realidad es que empezaron a salir canciones buenas y tanto Héctor como Mono, Sebas y yo empezamos a hacer click y dijimos “vamos a hacerlo let’s do it one more time”. No creo que uno tenga que desanimarse ante eso, La Vida Bohème siempre será un vínculo para ideas. Yo soy muy feliz de hacer de La Vida un barco donde pueda lanzar a creativos que admiro, que quiero y trabajar juntos. Nunca ha sido algo tan cerrado. Siempre he sentido que tiene que ser como un ente hasta cierto punto anónimo. A pesar de que tengo mucho peso dentro de la banda, sea por cara o por pluma, sí me gusta la idea de que sea algo que pueda existir sin mencionar las partes que lo conforman, más como una colmena creativa.

-Desde sus comienzos, sus temas han estado muy marcados por la política, sea como fondo de lo que narran o como origen del monstruo que critican. ¿Debe el arte enmarcarse dentro de la política, es posible siquiera escaparla? Los temas pop que repiten la misma letra y los mismos clichés sobre el amor, sin interesarse en las durezas del globo, ¿pueden ser considerados arte?

Henry: Durante todo el transcurso de composición del disco usamos mucho una frase: “lo personal es lo político”. Esa es mi opinión respecto a eso. Así sea que estés cantando acerca de que te gustan las chupetas, tienes que tener el contexto cultural de que las chupetas existen, de que existen en ciertas partes. Hasta «Lollipop» es una canción que podemos enmarcar en Estados Unidos en los años cincuenta, sesenta. Sí habla acerca de algo: consumo en masa. Está disfrazado ahí, pero sí, huevón, la dulzura del dulce fabricado por el hombre: no es algo que está ahí, no es un atardecer, nosotros creamos a Lollipop. Entonces creo que es inevitable hablar del contexto social y político así sea que estés hablando de que quieres mover el culo en la discoteca. Se requiere una sociedad bastante libre para mover el culo en la discoteca. En países con más restricciones para mujeres, digamos los países islámicos más radicales, imagino que esto es un acto político. Entonces mucho va a depender del contexto: yo creo que es imposible no mostrar quién eres a través de lo que dices, así sea en chistes.

Mono: Al final de todo, yo veo al arte como un dibujo libre. Tú puedes expresar lo que te dé la gana, lo que tengas por dentro. Sea una letra en contra de un sistema político, sea solamente hablar de tus postres favoritos. Puedes hablar de lo que te de la gana, creo que todo es válido. Por eso somos artistas, ¿no? Estamos de acuerdo con la democracia.

Creo que no es osado afirmar que sus discos han sido bastante conceptuales: así como Nuestra toca la frustración de una generación venezolana que mueve sus pies y sus cabezas desesperadamente, Será nos narra cómo llegó a ser esa frustración. Con este nuevo single y con el disco que viene, ¿qué concepto nos sorprenderá?

Henry: Muchas veces me preguntan “¿cuál es el concepto detrás de esto, cuál es la explicación de esto?” Y de verdad es chistoso porque creo que habla mucho acerca de nosotros, incluso acerca de la persona que he sido durante mi vida. Estamos los que somos fans de los detectives, ¿no?, de las novelas de detectives. De alguna manera pensamos que existe una manera de recopilar la información, las pistas que hagan que todo tenga sentido. Así no se resuelva el caso, en las novelas de detectives pareciera que siempre hay una persona que sabe un poco más que el resto. Y uno como espectador es el cómplice. Siento que si hay algo de novela detectivesca en lo que vivimos hoy en día como artistas es que en verdad nada va a tener sentido sino mucho después. Hoy en día es que capaz entendemos a Dylan, cuarenta o cincuenta años dentro de un sistema que sí pareciera oprimir ser libre, soñar.

Mira, por ejemplo, muchos de los conceptos que yo traje a la mesa en los otros discos, en Nuestra, Será y La lucha creo que fueron medio cárceles, cárceles conceptuales. Porque al final me encerraban en un estilo de pensamiento y no dejaban que fluyeran otros que también eran tan válidos dentro de La Vida. Hoy en día yo llamo esta etapa la etapa amarillista. Es amarillo porque es amarillo precaución, el amarillo que se usa en construcciones, es el amarillo que te dice que te vas a caer. El amarillo en la bandera nacional venezolana es la riqueza, ¿no? Es algo que tiene mucha significación, porque puede ser el oro que sabemos que están sobreexplotando en el Amazonas; como también puede ser nuestro propio Amazonas, que está siendo deforestado completamente; como puede ser el petróleo, que alguna vez valió algo pero que ya no valdrá nada en el futuro. Bueno, ya no vale nada ahorita, imagínate en el futuro. No importa que estemos pagando una millonada en Venezuela por la gasolina, esa es la estafa que ellos están haciendo a un sistema que nos construyeron, un sistema totalmente dependiente del petróleo. También es el amarillo amarillista, el amarillo del escándalo. Entonces, he ampliado mi habitación conceptual, por decirlo de alguna manera. Y soy consciente de que puedo hacer un disco sobre la guerra de secesión, si quieren. Pero la gran verdad es que me interesa más ponerlo todo en un cuarto color amarillo y ver qué significa eso, tratar de hacer algo que hable acerca de esto hoy y no tanto acerca de lo que yo pienso.

Mono: Hay que dejar claro que ahora La Vida Bohème, en su nueva transformación, va a hacer entregas mensualmente al igual que una revista. Son cortos editoriales de diferente índole, bajo ningún concepto como tal. Es más que todo un collage de todas las influencias que tenemos los nuevos integrantes de la banda, como Henry y Sebastián. Espérense algo diferente, abran sus mentes, no se casen con una idea solamente. Se lo recomendamos como estilo de vida, creo que es la mejor forma de vivir. Y así vamos a seguir entregando música los próximos meses. Esperamos que todo venga acompañado de contenido visual también, llámese video, llámese pieza audiovisual. Ya verán: espérense un rato y no pierdan la calma.

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