Fotografia

Iván Dumont revela “terapia pictórica”, su primera exposición en Madrid / Entrevista

El creador venezolano, reconocido por sus aportes estéticos al mundo de la fotografía de moda y del entretenimiento, muestra su primigenia pasión por la pintura, a través de un conjunto de más de 70 obras que exhibe en la Santana Art Gallery de Madrid, bajo el título de “Pinturas Fragmentadas”

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De entrada, el fotógrafo Iván Dumont narra la historia detrás de su ópera prima expositiva como artista plástico: la exposición Pinturas Fragmentadas que esta segunda semana de enero abrió en la madrileña Galería de Arte Santana, con más de 70 obras que el venezolano produjo mayormente entre los años 2020 y 21.

– ¿Cómo surgió ese pase entre el lenguaje fotográfico y la pintura? Le preguntamos en una breve conversación por zoom entre Madrid y Caracas que, pese a la frialdad tecnológica, me permite apreciar la emoción y compromiso con los que Iván Dumont asume su faceta como pintor.

-Como lo vivimos todos, el tema de la pandemia nos obligó a mirarnos adentro, a reencontrarnos con nosotros mismos. A mí me tocó vivirla solo, en Madrid, padeciendo de Covid en esa primera ola. Me costó superarlo y todo ese proceso de autoconocimiento, en mi caso, no me dejó ileso, quedé fragmentado. Como un individuo que se descompone en muchas partículas, en muchos fragmentos, pero con la intención de recomponerse, rearmarse, solo que cuando nos recomponemos ya no somos los mismos. Esos pedazos con los que nos recreamos están llenos de cicatrices, uno va cosiendo esos pedazos, están llenos de trazos con los que uno matiza la vida. Finalmente, esto da pie a que nos recompongamos en un nuevo individuo.

-Cómo surge tu expresión a través de la pintura. ¿Qué fue primero, la pintura o la fotografía?

– Este proceso me ha llevado a buscar en mis orígenes creativos. Primero fue la pintura que la fotografía, pintar fue mi primera vinculación con el arte. Mi madre me enseñó a pintar cuando era niño, durante esos primeros años de vida el tema de la pintura estuvo muy presente. Esto fue progresivo y luego los estudios de arquitectura y de diseño gráfico me acercaron mucho más a la pintura.

-Durante el padecimiento del virus, tomaste tus lápices, tus papeles, tus creyones. ¿Fue una terapia? ¿Fue una manera de sanar?

-Exactamente, fue literalmente una terapia; la pintura para mí ha sido sanadora, es una pintura de tipo psicológico, era una manera de sanar a través de lo que me apasiona que es el arte. Por eso es que las obras que hoy exhibo son tan emocionales. Son absolutamente existencialistas y por eso hay títulos como hashtag ansiedad, quién soy, hashtag angustia. Porque lo que hice fue convertir esos miedos, esos temores y ese caos emocional que viví, en arte. Yo me sentía en un hueco oscuro, atravesar la enfermedad solo, en un país que no es el mío y de paso vivir el duelo de mi mamá, quien murió en febrero del 2020 en Caracas, fue muy duro.

-Llama la atención los colores que aplicas a tus personajes, no son colores tristes, apagados ni nostálgicos. Hay rojos, amarillos, como buscando vida. La vibración que produce el color gracias a la contundencia del acrílico puede verse en ocasiones intervenida por creyones de cera, pasteles y grafito. Pese a que veo en el conjunto de obras alguna que otra en negro.

– El tema del color también tuvo su proceso. Cuando comencé a pintar en pandemia lo hice en negro, en grises, todo lo veía en esos tonos oscuros, en blanco y negro. El tema del color no se me daba, yo estaba tan movido emocionalmente y hacía el intento de pintar en colores y no me salía nada no me sentía a gusto.

“En la exposición hay cuatro pinturas seleccionadas que son absolutamente negras, negro sobre negro. Eso ocurrió durante la primera etapa de la enfermedad. Luego ese blanco y negro se fue transformando en una especie de despertar y comenzaron a salirme los matices en tonos débiles, poco a poco, y de repente eso que me costaba tanto, que era mirar la vida en color, comenzó a pasar más y más y volví a sentirme cómodo pintando en colores vibrantes, que es algo que caracteriza mi trabajo fotográfico, porque me encanta el uso de los colores, me gusta el dramatismo que se puede lograr con ellos. Cuando sucedió ese acercamiento al color me sentí vivo nuevamente”, dice el artista.

Pinturas fragmentadas cuenta con la curaduría de Mariano Bettosini Déniz y como lo ha venido narrando Dumont, explorar sus inquietudes artísticas y nuevos soportes de sus vivencias siempre a través del arte y de la creación. Los expresivos retratos que entrega el artista de alguna manera son su espejo de lo que vivió en ese tránsito de la pandemia, pero también podrían reconocerse “fragmentos” -ojos, expresiones, cejas, semblantes- de quienes habitan su entorno, principalmente a través de su trabajo con la fotografía, modelos, actores y personalidades del fashionismo y la televisión.

Volver a su origen creativo

Durante más de tres décadas Dumont ha recibido reconocimiento por su entrega al universo a ese universo del show bussines, de hecho, es llamado “el fotógrafo de las Misses”. Lo cierto es que nunca encontramos en Dumont al fotógrafo estereotipado, mecánico, ni convencional. La creatividad, la búsqueda, la superación, la inventiva, las inquietudes, el inconformismo eran y son su energía.

Es fotógrafo -por pasión, pero fue el único oficio que no estudió-, y es graduado en diseño gráfico, en comunicación social y en arquitectura.

-Pintabas desde pequeño, luego tomas otros “atajos creativos”, por decirlo de alguna manera. Este sería un regreso a tu origen creativo, que es la pintura ¿Qué han aportado esas otras disciplinas y estudios a tu pasión por la pintura?

-Creo que hay un background que traigo y una formación que se ve reflejada plenamente en el trabajo pictórico, es como un coctel en el que se han mezclado la pasión por la línea, por el color, donde está el discurso dramático teatral, donde está el diseño gráfico y también la fotografía.

Su formación artística ha sido modelada gracias a su vinculación con grandes artistas de la moda y la belleza. Su trabajo como fotógrafo deja claros vestigios de una estética preciosista, dramática, pictórica y teatral que, sin dudas, influencia significativamente su trabajo plástico”, se puede leer en el catálogo de la muestra que luego de Madrid se abrirá en otras ciudades de España y es esperada en Caracas.

-Trabajas fotografiando a tantas bellezas que te pregunto: ¿cómo te planteaste el tema de la estética siendo que los rostros que muestras no son precisamente hermosos?

-Como traigo esa formación formal, cuando llegué a la escuela de pintura le dije a mi tutor: ‘quiero pintar, pero no deseo hacer pintura figurativa, ni preciosista porque para eso tengo a la fotografía; yo quiero pintar otra cosa, lejos de esos cánones de belleza impuestos y aceptados socialmente’. Entonces lo que quería era deconstruir todo ese lenguaje que tengo armado con la fotografía, ese lenguaje que tiene que ver con la belleza, con lo establecido estéticamente. Esto que logré con la pintura es todo lo contrario. Es libertad”.

“Cuando pinto no me interesan ni las proporciones ni las perfecciones, ni si la nariz está para arriba, si la boca esta torcida, si el ojo y las cejas están caídos. Me interesan las emociones que transmiten esos personajes y esas obras, es allí donde está la clave de mi pintura”, acota Dumont.

-Algunos se preguntarán: ¿perdimos al fotógrafo por el pintor o ganará la fotografía sobre la pintura? ¿Cómo te planteas esa proyección de tus oficios artísticos?

-La idea no es que una disciplina le gane ni se sobreponga sobre la otra. La fotografía me lo ha dado todo, es mi estilo de vida, he recorrido el mundo gracias a la fotografía, yo vivo, como y respiro a través de la lente fotográfica. Lo que quise hacer con la pintura es reencontrarme con mi origen creativo, completar un ciclo y así ha resultado.

-Qué aspiras y esperas de tu desenvolvimiento como artista plástico?

-Quiero que la pintura sea un viaje sin retorno y que me lleve a crear en otras plataformas. Y obviamente, la pintura me sirve como un cable a tierra porque el tema tecnológico nos está arropando de tal manera que ya hoy en día puedes hacer fotografías sin modelos, sin vestuarios ni maquilladores en el estudio. Entonces, la inteligencia artificial hay que verla bien, ponerla en su lugar, pero no puede acabar con el arte ni deshumanizarnos.

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