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La Monja 2 de Michael Chaves, ni el diablo es suficiente para asustar

“La Monja 2” de Michael Chaves intenta sostener la buena calidad del llamado universo Warren, pero termina por ser su entrada más cuestionable. Entre el terror gótico y una búsqueda incesante de sobresaltos, la cinta resulta un fiasco sin mucho sentido. Lo que es aún peor, demuestra que la franquicia creada por James Wan, quizás atraviesa sus últimos capítulos

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En “La Monja 2” de Michael Chaves, ocurren dos eventos siniestros en simultáneo. Por un lado, la criatura titular (Bonnie Aarons) reaparece, aunque el guion de la fallida entrega anterior, firmada por Corin Hardy, había dejado claro que el peligro que representa, había sido conjurado. Pero el guion de Akela Cooper, Richard Naing y Ian B. Goldberg prefiere ignorar la obviedad y dejar claro que el mal, es incombustible.

Por lo que sí, la monja tenebrosa que acechó los sueños de los Warren casi diez años atrás y que tuvo un débil debut cinematográfico hace cinco, vuelve desde el infierno. Solo que como antes, solo es un anzuelo para una historia mayor. Una pieza mal encajada dentro de una de las pocas franquicias de terror que se toma en serio a sí misma y que tiene en la nueva cinta, su peor traspié. Lo otro que ocurre, es que la cinta, desordenada y notablemente inferior al mundo del que proviene, podría ser el otro clavo en el ataúd del camino de la historia interconectada de James Wan por el mundo del cine. 

Puede parecer una sentencia muy dura, hasta que el largometraje deja entrever que a diferencia que otras tantas películas de terror actuales, no busca innovar, brindar algo nuevo ni tampoco vincularse a una nueva generación de adictos al terror. En lugar de eso, Chaves toma la determinación de crear una película común en un escenario extraordinario. Lo cual no solo convierte a la trama en un desorden de tonos y ritmos. También, en una ridícula exploración acerca de lo paranormal. 

La historia, ambientada cuatro años después que la anterior, comienza con una escena que bien podría decirse es lo mejor del film e incluso, un pequeño cortometraje independiente. En Tarascón (Francia), un sacerdote y un niño se enfrentan a una criatura que acecha entre las sombras. Chaves, fiel pupilo de James Wan, le brinda a la escena una bien cuidada tensión, entre crujidos de manera y una oscuridad cada vez más densa. Pero es inevitable, comparar el pobre resultado que consigue, a pesar de sus esfuerzos, con la secuencia con la ya icónica que hizo famosa a “The Conjuring” en el 2013, en la que el personaje de Lili Taylor es aterrorizado en un sótano. Mientras que Wan hizo despliegue de un ambiente malsano y un efectivo uso de la iluminación, Chaves solo se limita a seguir los habituales parámetros del terror en espacios y bajo la influencia de criaturas invisibles

El diablo está en los detalles 

Lo mismo podría decirse del resto del argumento, que avanza sin mucha gracia hacia un enfrentamiento entre mal y el bien, más burdo que simbólico.

Lo que se lamenta de “La Monja 2” es, sin duda, los espacios poco claros y la falta de habilidad de su director, para comprender lo que hizo de la saga Warren, una de las mejores en el cine dedicado al miedo de las últimas décadas. Wan consiguió crear un mundo con sus propias reglas, específicos y con personalidad, que Chaves, ha golpeado con las tres peores entregas de la franquicia. “La Llorona”, desperdició el mito latinoamericano en una colección genérica de sobresaltos, y “The Conjuring: el diablo me dijo que lo hiciera” resulto un experimento olvidable y absurdo.

Pero “la Monja 2” es algo más que falta de buen pulso, estilo o un discurso que desarrollar. Chaves, que intentar encajar dos historias unidas por un universo más amplio, falla en no comprender de dónde proviene el poder de la franquicia en la que participa. Desde su primera entrega, la franquicia de los Warren o Warrenverso, es una colección de temores colectivos. Visiones acerca de lo terrorífico, que se insinúan en lo común. Como el terror en casa de los Perron de la película inicial, que comenzó con los relojes detenidos en una hora tenebrosa. O el misterio del poltergeist de Enfield, que se enfocó en la angustia de una niña solitaria frente a un televisor que cambiaba de canal de manera ominosa. James Wan siempre fue cuidadoso en mostrar su escenario, en profundizar en lo terrorífico, en un ambiente corriente que se corrompía con tanta sutileza. 

Sin embargo, Chaves, que va en la dirección contraria, convierte a “La Monja 2” en una combinación de puesta en escena fallida y una presencia ya icónica en la cultura pop, desperdiciada por completo. En realidad, el punto más desconcertante de la cinta, es el hecho que el personaje de Valak, de nuevo interpretado por Bonnie Aarons, es un secundario de lujo en su propia película. Tal pareciera que el realizador no sabe muy bien qué hacer con una criatura grotesca, de la cual explora con timidez el pasado y que encaja en la narración sin mucho tino. Valak aparece y desaparece, sin que se comprenda del todo el hilo conductor de su corporeidad o incluso, las intenciones de un ente maligno, aferrado al tiempo y al espacio por razones poco claras.

Después de todo, se trata de un demonio. ¿No debería ser algo más que un espíritu caprichoso, sometido a lo que parece una voluntad espontánea, enloquecida y disparatada? Que Valak — cuya presencia en “The Conjuring 2” aterrorizó al público y que en la primera película que lleva su nombre provocó escalofrío — sea una sombra, un elemento del decorado de una historia ridícula, resulta tan lamentable como el elenco, caído en desgracia en medio de diálogos ridículos y un sentido de lo épico casi humorístico.

La tontería y el terror pueden ser una mala combinación 

El 2023 ha sido un buen año para el terror. “The Boogyman” planteó al luto como un monstruo con su propio rostro y “Háblame” analizó el miedo al más allá desde la ausencia. “La Monja 2” podía ser una épica gore, un desvergonzado escenario sangriento y mordaz, tal y como lo fue “El Exorcista del Papa”, en la que Russell Crowe corrió el riesgo de autoparodiarse. 

No obstante, Chaves empuja a la franquicia de los Warren a un espacio complicado. Con más de quince años a cuestas, sin apenas cambios, agotada las apariciones de Annabelle y otros objetos diabólicos, la historia de los demonólogos más famosos de la cultura pop parece llegar a su fin. ¿Será Valak el motivo más notorio de esa vuelta de tuerca al fracaso? Es inevitable preguntárselo, cuando la escena final de la cinta, anuncia un duelo definitivo, que culminará con la muerte o con el demonio de vuelta al infierno. O quizás, con un fracaso de taquilla más, lo que ocurra primero. 

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