Ataviadas sólo con un listón de flores en el cuello, mujeres de todas las edades soportaron la fría mañana y la neblina que cubrió el acogedor pueblo, ubicado en el central estado de Guanajuato, para posar ante la lente de Tunick.
«Fue una celebración a la vida, la muerte y la paz, (…) hacer honor al cuerpo y el paso que la gente tiene por este mundo», dijo el fotógrafo al término de la sesión fotográfica que marca el inicio del Festival La Calaca, que se desarrolla hasta el 2 de noviembre, cuando se celebra en México el Día de Muertos.
Esta es la segunda ocasión en que Tunick realiza una instalación con el tema de la muerte en San Miguel Allende, una localidad que visita con frecuencia atraído por sus calles y edificios coloniales considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Desde la madrugada de este jueves un centenar de mujeres se dio cita para participar en la instalación, denominada «Sendero de los redimidos».
Tiritando de frío por la neblina que cubrió el pueblo, las participantes procedentes de distintas ciudades de México y Estados Unidos se despojaron de sus ropas para posar en algunas de las calles del Centro Histórico.
La Plaza de Toros también fue escenario de un altar de muertos viviente en el que las mujeres se formaron en un semicírculo, algunas recostadas una sobre otra.
La presencia de las mujeres en la vía pública provocó la curiosidad de los habitantes de San Miguel, algunos de los cuales se aproximaron para ver las escenas, aunque también generó el rechazo de unos cuantos.
«No, de veras, no más eso faltaba», dijo una enfurecida vecina al observar a las decenas de mujeres desnudas justo enfrente de su casa. Luego, sin más, azotó el pesado portón de madera.
Arriba de una escalera para realizar sus tomas, Tunick gritaba y daba instrucciones a sus voluntarias, quienes obedecían en silencio mientras el aroma de las flores de cempasúchil envolvían la escena.
Para la mayoría de ellas era la primera ocasión que se desnudaban frente a una lente, para otras, como Cecilia Fernández, es la sexta instalación de Tunick en la que participa, una experiencia que le sigue pareciendo «divertida», aunque deba sufrir un poco las inclemencias del tiempo.
En la última toma, las mujeres simularon estar muertas y rodeadas de flores sobre una de las calles de la ciudad.
Tunick rechazó que esta idea tenga relación con el clima de violencia e inseguridad que vive México, pero aceptó que «cada quien le puede tener su propia interpretación».
El fotógrafo no descarta realizar una gran instalación en la Ciudad de México, como la que llevó a cabo con 20.000 personas en el 2007, pero esta vez con sólo unos 1.000 voluntarios.
Dijo que le gustaría repetir el tema de «Espíritus», como lo hizo en 2012 en San Miguel de Allende, donde las personas se cubrían sólo con una tela transparente, aunque aclaró que hasta ahora no hay una invitación formal para hacerlo.
«La infraestructura para la Ciudad de México es más compleja que un festival, necesita una organización propia (..,) para eso necesito ayuda», concluyó.