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Cuando el futuro nos alcance

La futurología, en sí, es una disciplina definida por el francés Gaston Berger, uno de sus fundadores, “como la ciencia basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él”.

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Desde niños, influidos por comics, literatura, televisión y películas de ciencia ficción soñamos con un futuro en donde la ciencia y la tecnología iban a tener un papel cada vez más determinante. Recuerdo series de TV como los supersónicos, Flash Gordon (con sus básicos efectos especiales), Viaje a las Estrellas, o libros de Asimov, Arthur C. Clarke,  y Julio Verne, ni que decir, de películas como la Guerra de las Galaxias, para soñar un rato y viajar al futuro. El futuro, comenzó a llegar, a veces no como quisiéramos, a veces sorprendiéndonos más de lo que imaginamos a través de cualquier ejercicio derivado de la futurología.

La futurología, en sí, es una disciplina definida por el francés Gaston Berger, uno de sus fundadores, “como la ciencia basada en el método científico que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él”. Aun cuando ésta disciplina se ha cruzado con la ciencia ficción y otras artes adivinatorias, lo esencial en ella, es el basamento científico, como método de predicción.

En el año 2011, el físico teórico, de origen japonés, Michio Kaku publicó un extraordinario libro llamado “La Física del Futuro, como la ciencia determinará el destino de la humanidad y nuestra vida cotidiana para el año 2100” . Para llevar a cabo la difícil tarea de escribirlo, Kaku entrevistó a más de 300 científicos de alto nivel, líderes en sus áreas de investigación, tales como: Inteligencia Artificial, Medicina, Computación, Nanotecnología, Viajes Espaciales, y Generación de Riqueza, entre otros. Adicionalmente, los avances científicos proyectados en la investigación estaban estrictamente basados en las leyes de la física conocida y  para los que ya se estaban trabajado prototipos.

Acceso a internet desde cualquier sitio (inclusive a través desde lentes de contacto), papel electrónico, transmisión y control continuo de datos médicos, hologramas y  robótica aplicada a todas las actividades humanas (surgimiento de una suerte de consciencia robotica), clonaciones, tecnologías basadas en el genoma humano, terapias genéticas, reversión de la vejez, control del cáncer,  chips de ADN, transistores atómicos, computadores cuánticos, SUSTITUCION DEL PETROLEO, misiones espaciales a lugares inimaginables, producción de productos totalmente adaptados a los gustos individuales del consumidor, muchísima generación de softwares, son solo algunos de ellos, de una lista casí  interminable.

Kaku halló que la mayoría de los trabajos del presente y del futuro van a exigir empleados con mucha formación científica y tecnológica. También muchos empleos relacionados con las artes y el entretenimiento serán demandados para suplir la acumulación de horas de ocio resultante de las mejoras en los procesos, y por supuesto, los abogados no desaparecerán, porque no se van a suprimir los conflictos entre humanos, y quizás “robots”.

¿Este panorama promete un mundo mejor  para toda la civilización, o solo para algunos grupos? No lo sé. Lo que sí sé, es que muchos países a través de sus universidades, centros de investigación, medios de comunicación, y legislaciones amigables, están promoviendo la ciencia y tecnología en todos los niveles y sembrando en los niños la semilla del amor y el interés (en muchos países ya se fueron al campo un día) por la ciencia.

Si revisamos las estadísticas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) sobre solicitud de patentes (derecho exclusivo concedido por un Estado al inventor de un nuevo producto o tecnología, susceptible de ser explotado comercialmente por un periodo limitado de tiempo), encontraremos que para el año 2013 de las 2.567.900 solicitudes de patente que se realizaron en el mundo, solo en China (825.132), Estados Unidos (571.612), Corea del Sur (204.584), Japón (328.436)  y Europa se aglutinaron el 81,5 % de ellas. En Argentina, se hicieron 4.472, en Brasil 30.884, en Colombia 2.032 y en Cuba 170. Para Venezuela no se registra ningún dato.

Las cifras de otorgamiento de patentes, a diferencia de las de solicitudes, lógicamente son más bajas, puesto que las oficinas no otorgan derechos en todos los casos en los que hay una solicitud. Para Venezuela no mejora el panorama, puesto que no se han otorgados patentes en por los menos los últimos 10 años.

Si miramos las patentes vigentes en los países encontramos desde un Japón en donde hay 1.694.435 patentes vigentes o un Estados Unidos en donde hay 2.239.321, hasta China con 875.381, Brasil con 41.453 o Cuba con 1417.

Mientras se pierden horas en colas para comprar productos básicos, ciudadanos de otras partes del mundo trabajan en prepararse para este inevitable encuentro. ¿Qué haremos nosotros cuando el futuro nos alcance?

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