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Venezolano Lorenzo Vigas seduce Festival de Venecia con "Desde allá"

El venezolano Lorenzo Vigas presentó hoy en Venecia con su ópera prima, "Desde allá", una película sin intención directamente política pero que muestra una Caracas convulsa y con una fuerte división de clases. "Toda obra de artes, si es honesta, es política", asegura el realizador a Efe.

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Una película sobre la carencia de emociones, la homosexualidad, la paternidad y la confrontación social que ha sido muy bien recibida en la Mostra en sus primeros pases de prensa.

Con «Desde allá», de Vigas, y «La calle de la amargura», del mexicano Arturo Ripstein, hoy se cerró la participación de películas latinoamericanas en la 72 edición del Festival de Venecia, con acogida más que favorable a las diferentes propuestas.

Tanto las dos películas en la competición oficial -«Desde allá» y «El clan», del argentino Pablo Trapero- como los otros seis largometrajes y tres cortometrajes procedentes de América Latina fueron aplaudidas en su presentación en el Lido veneciano.

Un resultado que se esperaba desde que a finales de junio el director de la Mostra, Alberto Barbera, dijera durante la presentación de la programación, que «el cine latinoamericano es el más novedoso e interesante hoy en día de todo el planeta».

«Lo más fresco e innovador proviene de América Latina», agregó Barbera.

Algo que se ha demostrado con la variedad de propuestas llegadas este año desde Latinoamérica.

«Los artistas tenemos la responsabilidad de ser honestos con nuestras emociones», afirma rotundo Vigas, que aunque asegura que en su película no hay ninguna intención directamente política, no deja de ser «un reflejo de nuestros días, porque las películas tienen, como el arte, la intención de crear polémica y de generar discusión».

Eso se hace más relevante aún con cineastas como él, que proceden de países «donde cada vez -aseguró- es más difícil esa confrontación de ideas».

Un debate que «Desde allá» genera por la situación de casi clandestinidad que viven los homosexuales en Venezuela, por la división de clases que la película muestra claramente en la pareja protagonista y por los problemas sociales que refleja el caos en el que se desarrolla la historia, en una ruidosa y confusa Caracas.

«Venimos de un continente donde la homosexualidad es todavía muy rechazada en muchos círculos y hay una gran confrontación», reconoce el director, que decidió además que la pareja protagonista -espectacular el chileno Alfredo Castro, y el joven Luis Silva- viniera de medios sociales diferentes.

«He unido a dos personas de clases y energías totalmente diferentes y para ello, era importante ver Caracas en toda su complejidad», explica Vigas, para quien la ciudad «se convierte en un personaje más de la historia».

En estos momentos, agregó, «hay mucha tensión social y política que ha tendido a una división de clases», lo que hace de Caracas «un lugar muy interesante para contar historias», porque la situación del país aporta tensión a la película.

Por eso Caracas es el lugar y está en el momento idóneo para situar la historia de Armando (Castro) en su búsqueda sexual y emocional de un joven, que encuentra en Elmer (Silva), uno más de los miles de chicos que se buscan la vida sin contar con el apoyo ni el cuidado de sus padres.

«El corazón de la historia tiene que ver con la paternidad en Latinoamérica, donde el padre nunca está en casa», y ese es el centro de un relato que gira inesperadamente al final.

Para el personaje de Armando siempre tuvo en la cabeza a Alfredo Castro, «uno de los actores más importantes de Latinoamérica», en opinión de Vigas. «Muy rara vez consigues gente con su capacidad de guardar tanto las emociones».

Castro, por su parte, explicó a Efe que la dificultad de su trabajo estaba en un «personaje que no es evidente, que vive en un mundo muy turbio, muy oscuro» y que tenía que interpretar con mucha delicadeza.

La «maravillosa dirección de Lorenzo», la precisión del guion y «la inteligencia con la que se administraba la sensibilidad» impidieron que la película cayera en el melodrama, explicó el actor chileno, protagonista de películas como «Tony Manero» o «El club», reciente ganadora del Oso de Plata de Berlín.

Todos ellos personajes muy duros y complejos. «Son los que me llegan», dice Castro riendo, pero también los que le gustan. «Son un gran desafío».

Como su papel en «Desde allá», donde la dureza de la historia contrasta con el cuidado con que se ha rodado formalmente.

La belleza de algunos de sus planos y de sus silencios contrasta con el enorme ruido que genera una ciudad como Caracas, en la que Vigas quería situar la historia a toda costa y que supuso una de las dificultades añadidas del rodaje, ya que se realizó hace dos años cuando ya había comenzado la crisis de abastecimiento.

Pero era el momento adecuado para rodar el debut de Vigas como director de largometrajes tras casi once años desde la presentación de su corto. «Necesitaba madurar yo personalmente y aún más importante, cada proyecto tiene su camino y su tiempo», explica.

«Guillermo Arriaga -coguionista del filme- quería filmar en otro país y yo no estaba de acuerdo, así que no filmamos hasta que me pude llevar el proyecto a Venezuela. Las películas consiguen su lugar» y para «Desde allá» era Caracas, «en este momento político y con estos grandes actores».

Una historia muy venezolana que el director ha escrito junto a Arriaga, que además ha sido productor de la película junto al también mexicano Michel Franco, cineastas con los que Vigas muestra elementos comunes en su cine.

Tras su paso por Venecia, «Desde allá» participará en la sección Horizontes del Festival de San Sebastián y en la Discovery del de Toronto.

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