Ante esta afirmación, vale la pena recordar que el gobierno ganó en votos en 2010 por una diferencia de 1,09% a la MUD. El oficialismo alcanzó 5.423.324 votos, 48,13% y la oposición logró 5.320.364, 47,22%. El partido Patria Para Todos (PPT) que ya no era oficialista pero tampoco de oposición, obtuvo 353.979 votos, 3,14%. El rasgo más destacado del 26S es que la diferencia en votos de 1,09% entre oficialismo y oposición no se reflejó en los escaños obtenidos por cada sector: el oficialismo obtuvo 98 escaños (59,39%), la MUD 65 (39.39%), y el PPT 2 (1,22%). La desproporcionalidad entre voto y escaño fue muy clara.
Por otra parte, hay que recordar también que, el sistema electoral cuasi mayoritario usado por el oficialismo en 2010 favorece a quien gane, es decir, a quien tenga la mayoría política.
Y, en este momento todo parece indicar que el gobierno no tiene la mayoría. Y que el sistema electoral, en esta oportunidad, puede jugarle una mala pasada al oficialismo, pues, tiende a sobre- representar al ganador y a sub-representar al perdedor. De tal manera que el beneficio de 2010 pudiera convertirse en una derrota contundente en 2015.
Más allá del sistema electoral están otras manipulaciones que pudieran afectar un resultado que, en condiciones normales, daría una representación parlamentaria opositora por encima de los 100 diputados. Allí está la verdadera preocupación. El gobierno ha intentado recortar la diferencia que le había sacado la oposición mediante operaciones quirúrgicas realizadas en determinadas circunscripciones, con el objeto de reducir el número potencial de diputados opositores.
Dicho gráficamente: el gobierno ha venido rebanándole el jamón a la MUD, loncha a loncha. E, incluso, pudiera ser que el gobierno esté pensando que la oposición gane en los votos y el oficialismo en diputados. ¿Será posible arrebatarle una mayoría a la MUD con manipulaciones?
Por ello, la gran pregunta es: ¿Quién tiene la mayoría política hoy en Venezuela? ¿El gobierno? ¿La oposición? ¿Los independientes? Todas las empresas de opinión pública han señalado que esa mayoría está en manos de la MUD-oposición. No obstante, hay un último argumento según el cual esa mayoría es nacional pero otro gallo cantaría en las circunscripciones.
Como si éstas no formaran parte de lo nacional; como si pudiera haber una mayoría “nacional” distinta de la circuital. En realidad, la primera nace de la segunda. Y para muestra un botón. Las encuestas circuitales muestran, también, algo parecido a la llamada mayoría nacional.
En verdad, la gran incógnita reside en el efecto que las manipulaciones realizadas y por realizar, sobre todo, el día de la elección, tendrán en los resultados finales. Es de especial importancia lo que va a ocurrir en las mesas de votación. En ellas, pueden ocurrir cosas que impacten el resultado a favor del gobierno. En la mesa se decide el futuro del país.
Entre las incisiones quirúrgicas realizadas hay que recordar el de la llamada mala distribución territorial de los representantes a elegir. Un caso insólito en el universo es que, en Venezuela, las poblaciones más grandes tienen menos representantes que las poblaciones más pequeñas. La representación parlamentaria de los venezolanos recaerá principalmente en los estados de menor población.
En efecto, seis entidades (Distrito Capital, Miranda, Aragua, Carabobo, Lara y Zulia) registran 10.091.717 electores (51.76%) y eligen 64 diputados (39%); de éstos, 15 se eligen por lista y 49 nominalmente.
Las otras 18 entidades con 9.412.389 electores (48.26%), eligen 100 diputados (59.88%), 36 por lista y 46 nominalmente. Esto se ha hecho pensando que se repetirá lo mismo que en 2010, pero nada indica que ello vaya a ser así. La mayoría parece estar mudándose de partido. La interrogante es si tales manipulaciones van a lograr su objetivo, o la ventaja opositora va a absorber las manipulaciones. Esta duda es lo que nos lleva a un pronóstico prudente de victoria de la MUD, tanto en votos como en diputados, pero sin dejar de pensar en un escenario de victoria perfecta para la MUD y catastrófico para el oficialismo: una mayoría de 2/3 partes.
