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A gozar la final, que el mundo se va a acabar

Magallanes tiene la narrativa que más se ajusta al show mediático y Tigres es un Frankenstein que se ha convertido en la amenaza fantasma. Estas son las poderosas razones de ambos rivales, en los que podrían ser los últimos siete juegos de beisbol con dólares a 6,30.

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FOTO: AVS

Los gringos tienen la Serie Mundial, nosotros el clásico de los anaqueles pelados: rosters remendados con refuerzos, pitchers abridores que duran 0,2 innings, dominicanos, mexicanos o cubanos fantasmas recién bajados del avión, grandeligas como pollitos en fuga, prácticas de bateo en vez de juegos.

A pesar de todas las reformas en el formato, solo habrá un día de descanso (martes 26, si acaso ningún equipo se impone antes 4-0), lo que podría ser mortal para los ocho o nueve relevistas exprimidos que vienen y van mientras el reloj se acerca a la hora en que Néstor Zavarce abraza a su mamá.

Esto es lo que hay, todo lo que se mueva es carne. A algunos es la época de la temporada que menos nos gusta, pero el beisbol es nuestro hermano parapléjico al que hay que quererlo igual.

Esta noche en Valencia (7:30 pm) comienza el gran duelo Magallanes-Tigres y véalo de esta manera: podrían ser los últimos siete juegos de la historia con dólares a 6,30. El petróleo va palo abajo, se acaba hasta el agua, el Gobierno y la Asamblea no se van a poner de acuerdo.

Gócese esta final, no importa que luego el mundo se vaya a acabar.

Las 5 poderosas razones de Magallanes

1) Es la “Dinastía”. Colgada la cabeza del león, Magallanes es el equipo que más se ajusta al gran show mediático. Si es campeón, el director del diario Meridiano no tendrá que exprimirse el cerebro con el titular en letras amarillas, solo pondrá una letra de la Billo’s. El beisbol es un deporte en el que importan relativamente poco el team work o el pasado, pero los Navegantes llegan a su cuarta final seguida y son el equipo con más caras de referencia entre tanto parche y parche: ahí están Mario Lisson, Adonis García, Hassan Pena o Jean Machí.
2) Félix Pérez. El beisbol es un deporte en el que a veces hay que fijarse más en lo que alguien NO ha hecho. El mascachicle cubano Félix Pérez, que para mí hace el swing más bonito de la pelota venezolana y tiene pinta de malandro simpático, se lesionó en el penúltimo juego de los Leones, lo tomó Magallanes y desde entonces sólo ha jugado de designado. ¿Está 100% físicamente? Probablemente no. El zurdo bateó para .125/.364/.292 en la semifinal, pero ese no es su nivel de talento, se supone que va a despertar. El martes la sacó de jonrón.

3) Los Nasty Boys. La narrativa dice que cuando llegan los relevistas de Magallanes, apaguen las luces, y los números no discrepan demasiado (2,45 en las semifinales, el mejor), además agregaron a Gregory Infante, el cerrador de las sardinas, perdón, los Tiburones. Aunque es cierto que a Deolis Guerra, el dominicano Chalas, Jean Machí o Hassan Pena (25 salvados en toda la temporada) también les pueden dar un palo. En todo caso, el zurdo José Mijares está perreando sabroso con cada ponche.

4) Alexander Romero. No sé si es por el corte de cabello tipo Sayayín, o porque las medias hasta las rodillas le hacen parecer más atlético, o por los golpecitos que se da con el bate en el casco en cada turno, pero el zuliano luce como un carajito a los 32 años, una edad poco sexy para un pelotero. Lleva 108 hits en la temporada global y está a un punto de romper el récord (113 de René Reyes en la 2004-2005, según Quality Beisbol). No es un jardinero central natural, pero ha cubierto bastante bien la posición más exigente del outfield tras la salida de Ezequiel Carrera (el dengue también juega).

5) Palo y palo. Sí, la Billo’s otra vez. Magallanes pegó 11 jonrones en la semifinal, más del doble del siguiente equipo (Tiburones, 5): dos por cabeza para Frank Díaz (¿qué pasaría en Venezuela si no existieran los no-grandeligas?), Alex Romero, Mario Lisson y el cubano Adonis García, que no es un adonis, pero se ha convertido en pelotero franquicia. Ojalá guarden para la final. Ojo: en el beisbol, todo lo que sube, baja. En teoría, ese poder debería volverse un poco más terrenal ante los Tigres.

6) Razón adicional: el Almirante. Hasta que se demuestre lo contrario, Carlos García parece más manager que Eduardo Pérez.

Las 5 poderosas razones de los Tigres

1) Juega Caribe. Estamos hablando de Aragua, no de Anzoátegui, pero los Tigres jugaron Caribe en todo sentido. Aprovecharon cada resquicio de las reglas de una liga tan informal como la LVBP para armar un lineup que es un auténtico Frankestein, sin ninguna relación con el que empezó la temporada, y que parece la OEA: el cuarto bate mexicano Jorge Vázquez, el cubano Dariel Álvarez, el dominicano Alfredo Marte, etcétera. Aragua es una franquicia que vale cero para los grandes medios de comunicación y cae antipática: tiene un presidente vinculado al chavismo (Carlos Guillén) y prácticamente ha pateado por la puerta trasera a todos los peloteros que integraron la dinastía que ganó 6 títulos entre 2004 y 2012 (menos Álex Núñez). Todo el mundo hubiera querido una final Magallanes-Tiburones. Pero Aragua es el fantasma al que tenerle miedo, sobre todo por sus bates.

2) El Tiburón. Magallanes pegó 11 jonrones contra Caribes, pero Tigres puede decir como Robert Downey en la primera Los Vengadores: “Nosotros tenemos al Hulk”. Bueno, bien entre comillas. El camarero y shortstop Carlos Sánchez (primer nombre oculto: Yolmer) suspendió sus vacaciones y bateó tres jonrones con Tiburones, pero vamos a estar claros, no es un bateador de poder (.229/.268/.321 en su carrera en las Grandes Ligas). Yo diría que hay que estar más pendiente de Hernán Pérez, lo más parecido a un pelotero franquicia en Tigres, que no tuvo una buena semifinal (promedio de .207, 4 errores…), pero mostró una cajita feliz de fuerza y velocidad en la ronda eliminatoria: 8 jonrones y 11 robos.

3) El rey de los dobles. Los dobles no suelen salir en Sports Center, no digamos el Noticiero Venevisión. Vamos a estar claros, ¿a quién le interesa un liderato de dobles? Cuando Magallanes le ganó el séptimo a Caribes el miércoles, los medios destacaron más el jonrón de Frank Díaz que el crucial doble de Renny Cedeño. Sin embargo, Eduardo Escobar bateó 66 dobles en Grandes Ligas con los Mellizos entre 2014 y 2015 y ya lleva 8 en la postemporada con Tigres, además de 15 impulsadas. Sí, los dobles importan.

4) El Señor León. No, no es la Señora León, ni tampoco es Sandy y Papo. Es Sandy León, el cátcher maracucho de los Tigres. Es extraño nacer hombre y llamarse Sandy en Venezuela, pero en una final que no será Caracas-Magallanes, este puede ser el león con el que nadie contaba. El trabajo de los cátchers suele pasar de bajo perfil, pero es la pieza defensiva más importante del beisbol, entre otras cosas por su relación simbiótica con los pitchers. Sandy ha sido crucial desde que llegó en octubre en un cambio Águilas-Tigres por Alex Romero, y de los dos cátchers de la final (Juan Apodaca sustituye al fracturado Jesús Sucre en Magallanes), es el que más batea.

5) ¿Los “abridores”? Mejor no me haga mucho caso. A estas alturas, ¿realmente existen pitchers abridores en la LVBP? En el papel, Magallanes tiene algunos importados comprados a los bachaqueros que podrían lucir superiores (Orlando Lara, Edgar González, Joely Rodríguez, Adriàn Salcedo), pero por el lado de Aragua, Freddy García, que a los 39 años está a punto en convertirse en pensionado del Seguro Social, se creció en el juego decisivo ante Tiburones. También podrían lanzar los aceptables gringos Marcus Walden o Austin Bibens-Dirkxs, aunque aquí nunca se sabrá nada hasta última hora.

6) Razón adicional: ¿la defensa? Otra incógnita de esta final. Tanto Magallanes como Tigres se cayeron a errores en la semifinal. Pero el joven refuerzo Juniel Querecuto podría tener menos lapsus en el shortstop que Ronny Cedeño.

Veredicto: para mí, favorito Magallanes. Predicción: la serie se decidirá en seis juegos. MVP: Frank Díaz.

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