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Caracas FC, radiografía de un ganador con el norte extraviado

Caracas Fútbol Club fue en los últimos 20 años la institución modélica del balompié criollo. Los títulos eran la cara de un club que se hacía fuerte a partir del trabajo de sus categorías juveniles, el señorío de su directiva y un estilo de conducción que era admirado por sus competidores. ¿En qué momento se perdió todo eso?

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Fotografía: Caracas FC, Diario Líder en Deportes y AFP

El 30 de mayo de 2010, la institución capitalina celebraba lo que hasta ahora es su más reciente estrella, reconocimiento que se entrega al campeón de la temporada de primera división. En aquella ocasión, los “Rojos del Ávlia” vencieron cuatro goles por uno a su rival de siempre, el Deportivo Táchira, en el estadio Pueblo Nuevo de San Cristobal, y para muchos, el resultado no hacía sino confirmar la superioridad institucional del equipo de la familia Valentiner.

Ganar y perder entra en la ecuación de todo deportista. Es por ello que más allá de los títulos, el reconocimiento hacia el Caracas FC pasaba más por sus maneras; rara vez protagonizó un escándalo.

Esa constancia institucional (pagos a tiempo, respeto por los contratos, dedicación a la formación de nuevos talentos, colaboración con los requerimientos de la Selección Nacional, etc.) superaba a los trofeos. No hay que olvidar que el fútbol criollo ha sido una historia de apariciones fugaces, protagonizada por equipos de corta duración e interminables deudas y compromisos no honrados. Ejemplos como el Club Sport Marítimo, Pepeganga, Galicia, Unión Atlético Maracaibo o ItalMaracaibo son tan sólo unos pocos de esa enorme lista que entristecen a este fútbol.

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Caracas apuntaba a otra cosa. En 2008 tuve la oportunidad de viajar con el equipo a Buenos Aires, Argentina, para realizar un trabajo audiovisual y ejercer de comentarista en la transmisión radial del encuentro ante San Lorenzo, por la Copa Libertadores de América. La noche previa a aquel duelo, y justo antes de que el grupo entrara a una charla con el DT Noel Sanvicente, se fue la luz del hotel en el que nos hospedábamos. Al salir a la calle, observé que era el único edificio en toda la cuadra que no tenía electricidad. Cuando le trasladé mis sospechas a Phillip Valentiner, presidente del club, este respondió, palabras más, palabras menos, que su institución jamás participaría de un acto de sabotaje tal, aún cuando hubiese sido víctima de un hecho similar. Esos eran los valores de un club que quería mantener su status de empresa ejemplar.

Un paso decisivo

La web oficial del club hace una revisión de las razones que motivaron la compra del equipo por parte de la familia Valentiner y su empresa Laboratorios Vargas:

“Faltando apenas una semana para el inicio de la temporada 89-90, su destino (Caracas FC) se mantenía dentro de la mayor incertidumbre, lo que motivó que varios jugadores de la plantilla buscaran horizontes en otras organizaciones. Así jugadores como César Baena, Boby Ellie, Wilmer Segovia, Pedro Acosta y Wilton Arreaza, entre otros, pasaron a engrosar las filas de otras divisas. Sólo días antes del inicio de la campaña se realizó la negociación que permitió a la Organización Deportiva Cocodrilos, rescatar lo que quedaba del plantel. A partir de allí, surgió lo que se denominó la ‘Nueva Era del Caracas’, la cual comienza a escribir su historia producto de la casualidad y de la preocupación del Dr. Guillermo Valentiner, presidente de la Organización Deportiva Cocodrilos (O.D.C), por todo cuanto acontece alrededor de la ciudad que lo vio nacer… El lunes 02 de octubre, a primeras horas, el Dr. Valentiner reúne a los directivos de su organización para informarles de la situación y manifestarle su preocupación ante la posibilidad de que la capital se quede sin franquicia futbolística, y los instruye para que intenten al menos, lograr la permanencia del club en el balompié nacional. En horas de la tarde del día martes 03 se produce la reunión con los directivos del Caracas FC y ya al día siguiente, la Organización Deportiva Cocodrilos asumía oficialmente la responsabilidad del equipo”.

En aquella negociación, la antigua directiva, “encabezada por José León Beracasa, decide vender el equipo por el simbólico precio de 1 Bolívar, y con la única condición de conservar el nombre ‘Caracas Fútbol Club’, a la Organización Deportiva Cocodrilos«.

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Bajo la tutela de Cocodrilos, e impulsado por la pasión y visión del Dr. Guillermo Valentiner, Caracas FC comenzó a recorrer su propio camino, uno que por mucho tiempo se basó en el modelo tradicional de grandes equipos: fuertes inversiones para seducir a jugadores y entrenadores de renombre.

Fue así como por la institución desfilaron futbolistas de la talla de Stalin Rivas, Rafael Castellín, Miguel Echenausi, Juan García, Héctor González, Dioni Guerra, Juan Carlos Letelier, Ibrahim Salisu, Andreas Vogler, Elvis Martínez, José Manuel Rey, Rodrigo Riep, Noel Sanvicente, Edson Tortolero y muchos más que, junto a jóvenes valores del equipo como Gabriel Miranda, Gerson Díaz, Ceferino Bencomo y los hermanos Mea Vitali, fueron construyendo un historial ganador. Entre los entrenadores pasaron Manuel Plasencia, Rafael Santana, Carlos Horacio Moreno, Pedro Febles(+) y Vladimir Popovic entre otros conductores importantes.

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Chita como revulsivo

Noel Sanvicente fue futbolista del equipo rojo. Su retiro como jugador activo se produjo en 1996 con esa camiseta, y desde ese momento, con el apoyo de la institución, continuó con su formación como entrenador, ya que Valentiner lo ayudó a realizar cursos en Brasil, Argentina y México. En el año 98, «Chita» comenzó a ser parte del organigrama técnico del club, y junto a varios entrenadores de la institución, como José Hernández, Nelson Carrero, Rodolfo Paladini entre otros, protagonizaron profundas reflexiones sobre la necesidad de implementar mejoras en las categorías inferiores del conjunto capitalino, así como promover la actualización de los formadores.

Convencer al Dr. Valentiner no era sencillo. Por un lado, darle tanto poder a unos jóvenes entrenadores era, cuando menos, una apuesta riesgosa, y por otro lado, el cambio de dirección traía consigo el temor a lo desconocido. Aún así, y apoyado por directivos como Elvia Mijares, Valentiner impulsó a sus entrenadores para que poco a poco fuese quedando en el recuerdo aquel Caracas exclusivamente comprador para darle paso a una visión de club que permitiera, entre otras cosas, la autosustentabilidad de la institución.

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El cambio no fue brusco porque ningún organismo soportaría semejante explosión. Pero los resultados fueron llegando, gracias al mix entre futbolistas importantes y los jóvenes valores que subían desde las inferiores. Jugadores de cartel como Rey, Castellín, Dioni, Golindano, Jorge Rojas, Juan García, Luis Vera, David McIntosh, Vallenilla Pacheco, Gamadiel García, César González, Deivis Barone, Wilson Carpintero, Gabriel Cichero y otros más eran el apoyo necesario para no tirarle toda la responsabilidad a los muchachos que empezaban a abrirse paso en el primer equipo.

Para muchos, a Sanvicente la historia lo recordará como el entrenador que consiguió cinco estrellas con el equipo capitalino, así como una Copa Venezuela y dos importantes actuaciones en Copa Libertadores (Octavos de final en 2007 y Cuartos de Final en 2009), pero si se observa con detenimiento, en la etapa del entrenador de San Félix, el Caracas FC marcó un hito jamás visto en la historia del balompié criollo: un equipo de fútbol se valía de sus propios valores para generar ingresos.

Con esta afirmación no me refiero a ganancias provenientes de los patrocinios publicitarios, sino a las victorias que nacieron con futbolistas formados en la institución, y a los ingresos monetarios que se generaban tras las ventas y préstamos de jugadores a equipos locales o internacionales.

En un trabajo para la web de Martí Perarnau, del año 2013, escribí lo siguiente:

“Ejemplos claros de esa gestión fueron Ronald Vargas, Alejandro Guerra, Oswaldo Vizcarrondo, Andrés Rouga, Edgar Jiménez, Ever Espinoza, Javier Toyo, Edder Pérez, Jorge Casanova, Giovanni Romero, Alexánder González, Yaquino Celli, Fernando Aristeguieta, Roberto Rosales, Turquito Ramírez, Johnny Mirabal, Marlon Bastardo, Rómulo Otero, Kike García, Anthony Uribe, Chispa Briceño o Ely Valderrey, entre otros”.

Si a esos nombres se le suma el dinero obtenido por las transacciones de Toyo, Edder Pérez, Rey, Rouga, los hermanos Mea Vitalli, Jorge Rojas, Rafael Castellín y muchos más, bien se podría concluir que la hoja de ruta de los rojos era bastante clara. Pero algo se torció, y hasta nuestros días, el Caracas FC lucha por reencontrarse con su esencia.

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La caída del imperio rojo

Aquel Caracas que venció 1-4 al Deportivo Táchira el 30 de mayo de 2010 para conseguir su undécima estrella ya no era la institución modélica que muchos conocieron. Semejante resultado fue suficiente para disimular las señales que hablaban claro sobre el cambio de rumbo del equipo capitalino. El ser humano se distrae con el árbol en vez de observar el bosque.

“Por ser amigo del entrenador me sacaron de la institución, salieron de jugadores de jerarquía. Pero luego nunca fueron campeones… Mi equipo de mis amores ya no lo es. Por el trato que recibí. Me valoró más la hinchada, estuve 15 años ahí”.

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José Manuel Rey, símbolo de la época dorada del club expresaba al programa radial “Los Cronistas”, en el año 2015, su opinión sobre la nueva manera de actuar de los capitalinos. Su caso no fue el único. En cualquier partido del equipo rojo como local se puede observar que la barra ya no cuelga banderas en reconocimiento a los ídolos de antaño, aquellos que se vieron invitados a abandonar la institución de manera poco elegante. No está Castellín, tampoco “Lobo” Guerra, sólo por mencionar alguno de los trapos que acompañaban a los hinchas caracterizados. Aquellas glorias fueron, quizá no tan sorpresivamente, tildados de traidores a la causa roja.

Hay una corriente de pensamiento que identifica al 17 de marzo de 2010 como la fecha en la que comenzó el declive del Caracas. Aquella noche, tras empatar sin goles ante la Universidad Católica de Chile, Noel Sanvicente y Philip Valentiner tuvieron una corta pero fuerte discusión que derivó en la renuncia del entrenador. En aquel momento, tras siete partidos en el Torneo Clausura, los rojos acumulaban 15 puntos, producto de cuatro victorias y tres empates. El resto del torneo lo afrontaron bajo el comando de Ceferino Bencomo y obtuvieron el campeonato, para luego batir en la final al Deportivo Táchira. Parecía que la continuidad del proyecto estaba garantizada, dada la procedencia del Bencomo como entrenador del filial caraqueño.

Quienes prefirieron hurgar un poco en el pasado, encontraron otra razón que precipitó comienzo de esta difícil etapa.

El 27 de enero de 2010, César Farías, para aquel entonces seleccionador nacional, confirmó la convocatoria del joven y potente delantero del Caracas FC, Fernando Aristeguieta, para el partido frente a Japón, que se jugaría el 2 de febrero de ese mismo año. Una fuente consultada para este trabajo, que pidió mantenerse en el anonimato, explica lo que se vivió antes y después de aquel llamado a la promesa roja:

Noel estaba muy contento con el llamado a Fernando. No te olvides que él lo hizo debutar en primera y estaba seguro de que en poco tiempo se convertiría en un delantero referencia de nuestro fútbol y de la Vinotinto. Pero con el paso de los días fueron apareciendo versiones sobre reuniones entre Philip (Valentiner) y (César) Farías que iban de la mano de algún pedido de poner al ‘Colorado’ como titular en el Caracas, aún cuando por sus estudios en el colegio no podía asistir a todos los entrenamientos del equipo de primera. Incluso, el mismo Valentiner viajó a Japón para el partido de la selección y tras su regreso, digamos que comenzaron esas sugerencias”.

Quien ventila esta versión ya no trabaja en el club. La salida voluntaria de Sanvicente trajo consecuencias en el mediano y largo plazo: todo lo que oliera a su conducción fue borrado de la institución, algo que confirman las palabras de José Manuel Rey citadas anteriormente.

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Tú viviste esa descomposición del grupo”, me dice el ex empleado del club. “La relación entre Philip y Noel se desgastó muchísimo en los últimos meses, y ya al final no se podían ver. Philip sentía que el equipo debía contar con la asesoría de Farías para acercarse a la Federación Venezolana de Fútbol, además de que por alguna razón, creyó que con esa ayuda podría vender aún más futbolistas al extranjero. Noel no lo dirá jamás, pero sintió que aquello era una traición”.

Consultado en aquellos días por el diario Líder, Farías confirmó una reunión con Valentiner en medio del caos que significó la salida de Sanvicente:

“La reunión continuó el jueves en el San Ignacio porque ese día ellos tenían un partido (contra Católica). No hago reuniones clandestinas y esa reunión no tiene nada de extraño. Ellos quedaron interesados en un software que usamos en la selección y tratamos este tema en la reunión. No me tengo que esconder de nadie. Eso es todo. De lo demás no opino ni voy a caer en polémicas. No es lo que me piden en mi cargo”.

Hay también quienes señalan al triste fallecimiento del Dr. Guillermo Valentiner, en febrero de 2010, como la clave en la vuelta de timón dirigencial capitalina, algo que no es del todo cierto, ya que años antes su hijo Philip ya comandaba la institución, cumpliendo con el sueño del “Doctor” de darle continuidad familiar al proyecto deportivo.

Primeras consecuencias del cambio

La obtención del título ante Táchira garantizó la continuidad de Ceferino Bencomo al mando de la institución, y con ello se aceleró la “renovación” del plantel, algo natural, salvo que en el caso rojo, algunos de quienes abandonaron la disciplina caraquista sentían que merecían por lo menos un mejor adiós. Alejandro Guerra, Rafael Castellín, Javier Toyo, Gabriel Cichero, Zamir Valoyes y Giovanny Romero fueron los nombres de mayor peso que protagonizaron aquella primera estampida.

Con el paso de los meses fueron saliendo otros jugadores que eran patrimonio histórico del club, tales como Rey y “Pájaro” Vera, quienes siempre manifestaron sentirse decepcionados por el trato recibido.

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Con Bencomo al mando, el equipo fue competitivo, incluso obtuvo algunos triunfos internacionales sin que aquellos se tradujeran en una clasificación a posteriores etapas en Copa Libertadores. Bajo su conducción destacaron Alexander González y Josef Martínez, ambos transferidos al extranjero en 2012, siendo este el mayor legado de aquellos años, aunque también vale recordar que ambos futbolistas ya formaban parte del selectivo que Sanvicente entrenaba antes de alejarse de la institución.

En una entrevista para la web gradadigital.com, Philip Valentiner aseguraba, allá por abril de 2012, que el norte de la institución era “que el equipo no siempre se tenga que depender de las Empresas Vargas, de empresas privadas, sino que se pueda mantener con sus propios ingresos”. Esa supervivencia pasaba por profesionalizar aún más la formación de los futbolistas en la cantera roja y así hacer una costumbre la venta de jugadores al extranjero.

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Pero para ello hacía falta mucha inversión en la preparación de los entrenadores, aquellos encargados de darle forma al proyecto y de educar y corregir a esos jóvenes valores, más aún cuando la gran mayoría de los prospectos venezolanos vienen de contextos en los que reinan la delincuencia y la falta de educación. Parece que esa realidad no se tuvo en cuenta en la institución, prueba de ello es que valores que apuntaban muy alto, como por ejemplo Yanowsky Reyes y Yeferson Soteldo, salieron sin pena ni gloria del club, aún cuando se encontraban en la difícil etapa juvenil. Las razones que motivaron dichas salidas son tan válidas como argumentar que en esa etapa, y considerando los orígenes de estos chicos, cualquier acto de indisciplina es natural, y para corregirlos se necesita paciencia y pedagogía. Cuánto bien le hubiese hecho al Caracas manejar cada caso de otra manera.

Bencomo salió del Caracas en otro episodio confuso. Dos días después de anunciar la renovación del vínculo con el entrenador, Caracas FC hizo pública su salida. El comunicado oficial explicaba las razones:

Sin embargo, en reuniones posteriores a esta decisión, surgieron diferencias de ideas en la planificación para la temporada 2013-2014 y, por lo tanto, ambas partes tomaron la decisión de separar sus caminos de forma cordial tomando en cuenta el bienestar del proyecto. Estas diferencias en la familia del Caracas FC se quedarán dentro de la institución, como siempre ha sido nuestra política”.

Al día siguiente, Caracas anunció un acuerdo con Eduardo Saragó para que se hiciera cargo del equipo. Joven, con una carrera exitosa en el extinto Deportivo Italia y el Deportivo Lara, el caraqueño había hecho parte de su etapa formativa bajo la tutela de Noel Sanvicente en el equipo avileño, por lo que su llegada, sumada a su currículo, no sorprendió a nadie.

En su paso por la institución, el equipo ganó una Copa Venezuela y consolidó Alain Baroja y Jefre Vargas como valores importantes. Pero al club ya no llegaban los refuerzos de antaño ni subían juveniles capaces de añadir competitividad y rebeldía al primer equipo. Incluso algún miembro del cuerpo técnico, siempre en privado, se quejaba de que no se podía competir con la entrada de nuevos capitales en el fútbol venezolano.

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En ese Caracas post Sanvicente también abandonaron las categorías formativas del club tipos como Daniel Nikolac, el argentino Daniel Cesca y muchos otros que fueron sustituidos por entrenadores de menor recorrido, alguno de ellos sin mayor credencial que su amistad con el asesor de turno.

Antes tenías un proceso muy bien aceitado en el que los jugadores eran ayudados por entrenadores dedicados y con voluntad; hoy no se puede decir lo mismo, basta con ir a Cocodrilos para darse cuenta de que las entrenadoras que hoy ocupan esos cargos no están capacitadas para ejercer semejantes funciones”, me confía un ex entrenador del club rojo. “Yo discutí mucho con Sanvicente porque el fútbol es eso, intercambio de ideas y pareceres, pero lo de ahora es muy preocupante. Vender jugadores en estas condiciones es una quimera”.

La ilusión siempre está, aunque con ella no se haga mercado

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La actualidad tiene a Antonio Franco como comandante del primer equipo. Su llegada sorprendió a muchos porque superó en la consideración de la directiva capitalina a un ex como Luis Vera. Su perfil de entrenador tranquilo, creyente en el trabajo de las bases no le ha ayudado lo suficiente como para sentirse cómodo en el puesto. Prueba de ello es que hace unos días, tras la caída en Copa Venezuela, a manos de Tucanes de Amazonas, equipo de segunda división, el entrenador se trazó un ultimátum, salvado gracias a la goleada ante Trujullanos en la fecha 6 del Torneo Clausura.

El Caracas de ayer no es el mismo de hoy. Philip Valentiner no es más el mandamás del equipo, ya que cedió parte de su poder a una junta directiva comandada por familiares e integrantes de Laboratorios Vargas. El contexto país vaya si ha cambiado, y aquellos enormes ingresos por publicidad que tanto ayudaron hasta hace unos años han perdido valor.

A esto hay que agregarle esa reciente entrada de nuevos capitales que ha llevado al torneo local a dejar de ser una batalla entre dos, por recordar las épocas en las que los rojos competían con Deportivo Táchira o el desaparecido Unión Atlético Maracaibo, a una con varios protagonistas, entre los que están Deportivo La Guaira, Mineros de Guayana, Monagas, Atlético Venezuela, Aragua y hasta el mismo Zulia. Eso sin contar al Zamora, que inspirado en la ideología Sanvicente, acapara títulos y portadas desde que el de San Félix los ayudó a renacer, allá en la temporada 2012-2013.

La vuelta del Caracas a los primeros planos competitivos no pasa por la identificación de culpables ni la búsqueda de fórmulas mágicas. Lo primero que debe hacer la institución es un profundo estudio de las razones que lo llevaron a reinar en el fútbol venezolano, para así comenzar a reescribir su propia constitución, una especie de plan que se cumpla aún cuando cambie el capitán del primer equipo. Verse en el ejemplo del Zamora, que justamente para crecer se inspiró en el caso capitalino, y así volver a las bases. No puede permitirse que tantos talentos como Peraza, “Cariaco” González, Carlos Suárez, Soteldo y tantos otros más triunfen y comanden proyectos distintos al capitalino.

Con esa constitución, y el debido respeto a ella, Caracas FC no necesitará magos ni elegidos para retornar a la élite. A partir de ella, la junta directiva debe rodearse de gente de fútbol que sepa elegir correctamente quienes serán los encargados de conducir a la institución. Porque, como bien aprendió y potenció el inolvidable “Doctor” Valentiner, la sostenibilidad del proyecto no depende de los triunfos en primera sino del incansable trabajo por el futuro.

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