De Interés

Mientras Maduro, encadenado, cantaba

Parece el teatro del absurdo, pero así sucedió. Nicolás Maduro, quien en sí mismo es una muestra de los nefastos resultados de la falta de educación, se encadenó al nomás comenzar el acto de la Mesa de la Unidad Democrática donde se anunció el camino a seguir para que el Referendo Revocatorio se realice este año, para “celebrar” el inicio del año escolar.

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La “celebración” incluyó trillados discursos sobre la “maravilla” de la educación pública, acusaciones a los “capitalistas”, la “derecha apátrida” y acusaciones a sus adversarios políticos. Como si a los niños les importara eso…

Por supuesto, Maduro usó ese inicio como excusa. Mala táctica. Primero, porque ni en Venezuela, ni en todo el mundo que está pendiente de nuestro país, persona alguna se comió el cuento de que la cadena no era para sabotear a la MUD. Segundo, porque se potenciaron las redes sociales al máximo y hasta el último rincón de Venezuela y el mundo se sabía al instante qué estaba pasando en el acto.  No así con la cadena de Maduro. Los receptores de Directv instalados a lo ancho y largo de nuestra geografía muestran el ínfimo interés en las cadenas presidenciales. Tercero, porque los niños desnutridos no aprenden. ¿Con qué cara se presenta Maduro en una escuela a hablar de la importancia de la educación, si millones de niños que comenzaron clases llegaron sin desayuno?

En esa misma tónica, me resultó patético ver luego –tuve la paciencia de ver partes de la cadena- al muy relleno presidente cantando unas canciones que no se sabía, pero que los venezolanos nos las sabemos de memoria. Tuvo que leer las letras y su canto no iba con la música. ¿Será que estudió en una escuela fuera de Venezuela y le enseñaron otras canciones de otro cancionero?

Mis hijas, como tantos venezolanos que viven fuera de Venezuela, se indignaron cuando supieron que entró la cadena. Yo me la esperaba. ¡Es que son tan predecibles! Por fortuna NTN24 estaba transmitiendo y vieron, una en Houston y otra en Barcelona, lo que millones de venezolanos no pudieron ver en sus televisores (pero que gracias a las redes sociales vieron por medios alternativos).

El tema es que con lo que cuesta una cadena de radio y televisión -sobre todo ésta que contó con vocería extranjera que cobra muy caro y en moneda dura cada vez que viene- se podrían resolver el almuerzo y la cena de muchos niños. El desayuno de tantos ancianos. Cunas en hospitales que reemplacen las cajas de cartón. Medicinas. Pero en vez de resolver asuntos como esos, Maduro se encadenó para cantar María Moñitos.

La verdad es que hasta me ha divertido pensar en el desespero que ha debido tener esperando que el acto de la MUD terminara. Porque la cadena era sólo para sabotearle el acto a la Mesa. Al final, como ya el acto de la MUD había finalizado, Maduro, quien supuestamente tenía pendiente el contacto con una escuela en Aragua, dijo “ése quedará para las noticias después”. Claro, ya había terminado la MUD.

 El poder debe enloquecer a la gente. O quizás son los jaladores quienes vuelven locos a los poderosos. Por eso la humildad es una de los valores más preciados en un político. Que Maduro haya pensado que era más importante que saliera –en cadena- una visita suya a una escuela, donde no impartió ninguna clase magistral, sino que habló puras pistoladas (por fortuna ninguna dirigida a los niños) y “cantó” canciones venezolanas que no se sabía hasta que se acabó el acto de la MUD, es bastante preocupante.

Los anuncios de la MUD fueron de importancia capital, no sólo por su contenido, sino por la presencia de todos los factores que la componen. La Mesa de la Unidad es la voz de más del 80% de los venezolanos. Pero Maduro en su infinita soberbia decidió acallarla con una cadena en una escuela donde ya no sabía qué decir y se puso a cantar “Payasito Saltarín”.

En fin, a estas alturas ya todos sabemos dónde estamos parados. Ya vendrá la reacción, también encadenada -espero que sin cantos- donde el régimen intentará por todos los medios continuar apoyando la decisión inconstitucional del CNE. Pero Maduro, como el emperador del cuento de Andersen, está desnudo. Y cadenas cantando canciones que no se sabe, terminarán por restarle el poco apoyo que le queda. Venezuela merece algo mejor. ¡Vamos a revocarlo!

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