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Las Guerreras Vinotinto

Quería contarles una historia de una película que vi y otra que estoy empezando a ver. Una arrancó en el 2008 cuando se disputó la primera Copa del Mundo femenina de categoría sub 17 en Nueva Zelanda.

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POR: MILENA GIMÓN | FOTO: DAGNE COBO BUSCHBECK

En ese mundial, la goleadora y bota de oro tendría 16 años y fue una alemana llamada Dzsenifer Marozsán que terminó anotando 6 goles para ayudar a su Selección a conseguir el tercer lugar. Años después, en Río de Janeiro, dicha jugadora sería la protagonista de la primera medalla de Oro para Alemania en unos Juegos Olímpicos después de hacer el gol y asistencia frente a Suecia en la final.

Este breve resumen de la película alemana que terminé de ver y que quizás queden secuelas, como por ejemplo, la posible nominación de Marozsán al balón de Oro, es para darle pie a otra historia que arrancó en Costa Rica en el año 2014.

Tiene como protagonista a Deyna Castellanos con el mismo logro que la teutona años atrás al conseguir la bota de oro junto a su compañera Gabriela García, y que ahora, dos años después en Jordania, está en la lucha por aumentar su leyenda. Es portada de los diarios, anotó uno de los goles más lindos en cualquier categoría y sexo de esta temporada y además, hizo historia superando la tabla absoluta de goleadoras del mundial en sus cinco ediciones con 11 tantos por encima de la surcoreana Yeo Min Ji que anotó 8 en Trinidad y Tobago 2010 y de Ri un Sim (Corea del Norte) con la misma cantidad en 2012. No solo eso, con 5 dianas, iguala a la española Lorena Navarro por la batalla de otra bota de oro.

No nos desviemos de esta película, e involucremos a otras actrices, porque debo destacar el trabajo secundario pero digno de un Óscar de Yerliane Moreno, quien juega con una sonrisa tatuada en la cara y tiene una visión de juego privilegiada. Su precisión en los pases para los dos goles de Deyna frente a México me provocaron ganas de aplaudirla de pie. Una jugadora a la que el técnico hizo referencia días atrás pidiéndole al Estado que haga su trabajo de Estado y le permita a la 10 y a su familia tener las facilidades para un techo digno. De todas formas, y pese a las dificultades en su vida, en la cancha todo es alegría para esta magnífica conductora de orquesta.

Verónica Herrera, Sandra Luzardo, impenetrables en la zaga, y las laterales Rojas y Alvarado de mucho despliegue. Dayana Rodriguez, que es el péndulo de la selección. Pero no quiero detenerme a repasar la actuación de cada jugadora porque más allá de las virtudes individuales, me parece que el trabajo en equipo es lo que las distingue. Se conocen desde muy chiquitas, incluso varias juegan su segundo mundial, pero el esfuerzo, dedicación, trabajo, ganas de superarse y amor por lo que hacen, pagó dividendos y hoy están en una semifinal del mundial igualando su mejor actuación que fue en Costa Rica 2014.

Sabemos como arrancó este film que tiene a su Steven Spielberg detrás de la cámara, y es que Kenneth Zseremeta es el artífice de todo esto. Su trabajo es digno de destacar porque con poco presupuesto, ha hecho una super producción digna de Hollywood. Convirtió a estas niñas en diamante y más allá de lo que hacen en la cancha, les enseña el trabajo y perseverancia como métodos de vida. Las convirtió en un grupo de Guerreras que, esquivando las adversidades sociales día a día, están donde quieren estar y superan barreras con cada paso que dan.

No sabemos cómo será el final de esta película. Espero que en Japón 2020, Deyna conduzca al equipo a una medalla de oro, quizás, es solo un deseo de recompensa más allá de lo que espero que pase en Jordania y quizás soñar con la primera Copa del Mundo para un país americano (solo Francia pudo conseguirla en la hegemonía asiática: Corea del Norte, Corea del Sur y con Japón como campeonas defensoras)

Solo espero que después del triunfo que ya obtuvieron al llegar a donde están hoy, puedan lograr sus objetivos personales: que María Cazorla pueda hacer carrera y darle a sus abuelos mejor calidad de vida, que Daniuska Rodriguez pueda volver a brillar en el césped y construir una cancha en su comunidad que lleve el nombre en MAYÚSCULA, donde las chicas puedan tener una vida alrededor de un deporte que se le reniega tanto a las mujeres y más allá de todo, que puedan ganarse la vida con lo que más aman: el fútbol

Un país se apoya en un grupo de jugadoras que no llegan a la mayoría de edad. Este equipo dictó el estado de ánimo de miles o millones que pedimos a gritos una alegría después de las derrotas de la mayor en las eliminatorias. Estas niñas, que solo demuestran su edad con su pasaporte, nos enseñan que el fútbol tiene vida más allá del rectángulo de juego. Que cada grito de gol es una esperanza para tener una mejor vida, y que sin egoísmos, los gritan con más fuerza para que lleguen a nuestra Venezuela. Ellas son las Guerreras que nos representan y con mucho orgullo me llena decir que son Vinotinto de alma y corazón.

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