“¿Cuál es tu sueño? Ser grandeliga” es la respuesta de cualquier niño o joven venezolano que anhela dedicar su vida a la pelota. El camino nunca ha sido sencillo. Sin embargo, con la permanencia de sólo tres academias americanas en el país, llegar a la gran carpa es cada vez más complicado.
Tras su fundación en 1997, la Venezuelan Summer League (VSL) se convirtió en la vitrina de cientos de beisbolistas criollos. Avisaíl García, Dixon Machado, Víctor Martínez, Aníbal Sánchez, Asdrúbal Cabrera, Félix Doubront y hasta José Altuve demostraron su talento en esta liga veraniega, que hacía posible exhibir destrezas desde casa.
Pero en 2016 la realidad es otra. El torneo local que inició con seis equipos, y que alcanzó su mayor auge en 2002, con 18 divisas, suspendió sus actividades para la actual zafra. La economía venezolana no da tregua al ciudadano común y mucho menos a las filiales de la Major League Baseball que apostaban por los prospectos nativos.
“Nada mejor que jugar en tu país”
Las academias de Tigres de Detroit, Phillies de Philadelphia, Cachorros de Chicago y Rays de Tampa Bay conservan su sede en Venezuela, en la localidad de Guacara, estado Carabobo. Sin embargo, sólo las tres primeras compiten en la Liga Paralela; mientras Rays ofrece únicamente sus servicios como lugar de formación.
La estadía formal de solamente tres equipos obstaculiza el desarrollo la Venezuelan Summer League, que ya en 2015 había sufrido un duro golpe con la partida de la filial de Marineros de Seattle.
Sin quórum, la Junta Directiva no tuvo más alternativa que suspender el torneo. Su gerente general, Franklin Moreno, explica que la medida no perjudica la evolución de los peloteros criollos, pero retrasa sus oportunidades de ascender en la MLB.
“Desde que se fue Seattle, empezamos a funcionar a media máquina. Disputamos la temporada pasada con cuatro equipos, pero con tres es imposible. Es lamentable que una liga que llegó a contar con casi 20 divisas hoy se vea afectada por la situación país. Tampa, por ejemplo, ya no tenía como suplir las necesidades básicas de sus jugadores; y Cachorros mantiene la academia y juega en la paralela, pero la organización también se fue”, relata el dirigente.
“Todavía vienen scouts de todos los equipos, porque Venezuela es la segunda nación que produce más peloteros; pero ahora, la mayoría de los muchachos deberán viajar a la Liga Dominicana. Esto no los perjudica deportivamente, porque el beisbol es el mismo donde quiera que vayan. Sin embargo, estar en otra tierra, con otra cultura, otra alimentación y sin su familia, puede hacer complicada la adaptación. No hay nada mejor que jugar en tu país”.
Moreno atribuye el éxodo, además, a la incertidumbre que genera la economía local en las filiales.
“Los equipos prefieren invertir en Dominicana que en Venezuela, porque sienten que allá su dinero está bien cuidado. Además, algo tan sencillo como enviar implementos deportivos o suplementos alimenticios se convierte aquí en una odisea. A Dominicana, un container llega en 1 ó 2 días; en Venezuela tarda hasta tres meses y con aranceles muy altos, además”, asevera.
“El problema político, los conflictos entre el Estado venezolano y Estados Unidos, la solicitud de visas, todo influye cuando los equipos deciden quedarse o no. Al final, los afectados son los muchachos, que deberán luchar, en República Dominicana y contra dominicanos, por un puesto en las Grandes Ligas. El local tiene la ventaja”.
Alimentación e inseguridad suman inconvenientes
Las academias de Ligas Menores van más allá del desarrollo deportivo; se convierten en el principal hogar del pelotero. Desayuno, almuerzo, merienda, cena, estadía y comodidades forman parte del contrato.
No obstante, en Venezuela, mantener condiciones óptimas es cada día más difícil, afirman entrenadores de las filiales.
“Cachorros ha apostado muchos años por el país porque nuestros peloteros han demostrado que tienen talento y buena cultura; pero cada día es más complicado para la organización mantener esta sucursal. Desde que comenzaron a escasear los alimentos todo se puso cuesta arriba”, señala Héctor Ortega, dirigente de Cubs.
“Nosotros le garantizamos a los muchachos una buena nutrición, porque necesitan estar bien alimentados para tener fortaleza física; les damos todo lo que necesitan para desarrollarse, como suplementos proteicos y vitaminas –que llegan desde el exterior. Incluso les damos clases de inglés. Pero aquí todo es bastante costoso y esta situación atemoriza a los equipos de la MLB”.
Orlando Muñoz, entrenador de los Phillies, coincide con Ortega. “Sacar adelante una academia con estas condiciones es difícil. A los muchachos se les debe ofrecer un menú variado y rico en nutrientes, que es muy costoso, porque no conseguimos alimentos regulados. Además, viven aquí de lunes a sábado y sólo visitan sus casas los domingos. No nos gusta que salgan mucho, porque aquí adentro están seguros, pero de la puerta para afuera el panorama es totalmente diferente”.
Un camino aún más largo
Llegar a una filial de Ligas Menores es un arduo y largo proceso que requiere de mucha paciencia. El joven, que desde su niñez se ha dedicado a la pelota, y ha transitado por innumerables academias, es evaluado por decenas de scouts en torneos estadales, nacionales e internacionales.
Si, finalmente, es seleccionado por uno de ellos, es reclutado por la organización, que lo evalúa durante 30 días más. Debe ser integral y poseer cualidades básicas: un brazo fuerte para lanzar, habilidad para batear, buen fildeo y destreza para correr bases. Aún así, no todos son elegidos, y son aún menos los que llegan a jugar en la gran carpa.
“Yo jugué en la VSL en 2010, con San Luis. Luego estuve tres años fuera, en los que pensé que mi carrera había terminado, pero Phillies me dio la oportunidad. En 2016 subí de Doble A a Triple A; después, llegó mi debut. Nunca olvidaré ese día”, relata Edubray Ramos, pitcher de Philadelphia, quien se estrenó en las mayores apenas el 24 de junio.
Después de la anhelada firma, su historia se hace similar a la de muchos peloteros. “Cuando regresé a Venezuela, lo primero que hice fue comprarle una casita a mi mamá, donde pudiera vivir mejor. Después de lograr eso, seguir en las Grandes Ligas o no pasaba a un segundo plano. Mi objetivo era verla feliz”.
Como él, miles de jugadores criollos ven en el beisbol la salida a las carencias. En un país como Venezuela, donde el sueño de ser grandeliga va más allá de aspiraciones profesionales, y se convierte en la oportunidad de una mejor vida para familias enteras, la suspensión de la VSL no representa sólo un obstáculo para consolidarse como beisbolista; es una piedra de tranca para la superación social y económica de cientos de prospectos.
“Sin la VSL será mucho más complicado convertirse en grandeliga. En la Dominican Summer League ya no compites contra tus compañeros venezolanos, sino contra americanos y dominicanos. Hay menos oportunidades de ascender. Hay que trabajar aún más fuerte”, asegura.
“En Venezuela siempre se ha apoyado al deporte, pero también se han cerrado muchas puertas. La solicitud de visas a los entrenadores extranjeros y la situación del país, ahuyenta a las academias, y se pierden muchas oportunidades para muchachos que, como yo, quieren seguir adelante”.
No obstante, exhorta a los peloteros jóvenes a esforzarse sin perder la esperanza. “Yo estuve fuera mucho tiempo, y por eso valoro la oportunidad que me dio Philadelphia. No tengo mucha experiencia, pero estoy dispuesto a transmitir lo poco que sé, si eso los ayuda a luchar por su sueño. El camino es largo, pero la recompensa es mayor”.
Una nueva vitrina
Como solución –y alternativa- al inconveniente que genera la suspensión de la VSL, dirigentes de diversas organizaciones se han aliado para la conformación de nuevos torneos.
Las Ligas de Prospectos, como han sido denominadas, son las nuevas vitrinas para scouts, que se niegan a abandonar tierras venezolanas.
Con sedes en Oriente, Barquisimeto y Zulia, las iniciativas promueven el registro de la ficha del jugador en MLB, facilitando el proceso de selección.
“Debido al inconveniente que afrontamos, la MLB solicitó que se unificara a los jugadores en un torneo organizado, que involucrara a los desarrolladores y cazadores de talentos. El objetivo es tener un registro de los prospectos, para que cuando sean elegibles no se deba iniciar un proceso de investigación previo, que dura aproximadamente un año, pero puede evitarse si el jugador ya está inscrito”.
Iniciativas como ésta se suman al interés demostrado por los dirigentes de las tres academias presentes en el país, que coinciden en una premisa: creen en Venezuela y harán lo posible por mantener sus sedes a flote.
“Phillies está en Venezuela porque confía en el talento venezolano, y en que les brindará grandes peloteros por muchos años. Además, con el beisbol ayudamos a los muchachos a alejarse de los malos caminos, y ellos, en retribución, se esfuerzan por llegar lejos. Le ponen interés y cariño para conquistar sus sueños”, afirma Orlando Muñoz.
Oscar García, dirigente de Detroit, también se muestra satisfecho con la labor de la organización, que comparte su sede con el conjunto escarlata. “Los mejores talentos los tenemos en el país, y por eso Tigres seguirá en Venezuela hasta que se nos permita. Hemos formado grandes peloteros y seguiremos apostando por Venezuela”.