De Interés

Una liga sin estrellas

Recientemente me encontraba con una atractiva página de Facebook que reúne una buena dosis de registros del fútbol venezolano en sus años de oscurantismo, en los tiempos en que poco se sabía o conocía sobre el balompié y los futbolistas criollos. Revisé fotos de varias oncenas campeonas en el país y me sobraron gratos recuerdos e inolvidables referencias.

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Minervén 1996: McIntosh, Tortolero, Castellín, Bidoglio, Aré, Pájaro Vera, Carlos y Juan Garcia. Zamora, campeón de Copa Venezuela en 1980: Loureiro, Martorano, Pacha Martínez, Cachorro Betancourt, Richard Nada, Tito Vallés. Dos fotos pero innumerables pasajes en la memoria de tan solo dos equipos que destacaron en momentos muy precisos por la monstruosidad de sus nombres para el fútbol criollo e incluso internacional.

Eran equipos inolvidables. Nombres que el ocaso del tiempo no ha podido borrar de la mente de los poquitos enfermos a la adicción, a veces ingrata, de apreciar nuestro fútbol desde lo más intrínseco, desde su sentido más puro e histórico. Un fútbol bonito, elaborado, que agradaba a la vista y que el aficionado ha sabido agradecer guardándolo en el recuerdo.

La Avenida España en San Cristóbal inmortaliza ante los recelosos y a aquellos que osan a cambiar las tradiciones, que William Méndez, Carlos Maldonado y Laureano Jaimes vistieron una camiseta a rayas amarillas y negras que todo un pueblo reverencia. Ahí están, elevados por encima del resto de los mortales que los vemos desde abajo del pedestal, porque alguna vez dentro de la modestia de este fútbol tan noble, hicieron con los pies maravillas para quedarse por siempre en el corazón de la gente.

Hoy, nuestro balompié no vive esas pasiones. En el camino natural del progreso inobjetable que ha tenido el futbolista venezolano, el crecimiento ha coincidido con la más grave crisis económica que ha vivido el país, donde cualquier migaja que venga en divisa es mucho más atractiva que un ingreso devaluado en moneda nacional. En estas condiciones, es inevitable que los muy buenos y los medianamente buenos prefieran irse a otro fútbol.

Ídolos no hay. De hecho, Monagas después de obtener el título de campeón, no regresó a Maturín a ofrecerle a la gente el primer galardón en la historia del club oriental. El cansancio de una extenuante temporada hizo que el grupo se desintegrara una vez levantado el trofeo, para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y tampoco Maturín lo reclamó: algunos que otros amigos se reunieron a beber algunas cervezas para celebrar. No hubo caravanas. No hubo cornetas. La realidad tampoco está para eso.

Pero volvamos a las figuras. Blondell en el último año. Antes lo fue Soteldo, Yangel Herrera, Pedro Ramirez, Jhon Murillo. Todos muy jóvenes. En sus casos, el proceso es muy natural: destrozan esta liga y salen disparados a horizontes más competitivos. Y esto viene siendo tan habitual, que van quedando muy pocos jugadores en el país capaces de levantar pasiones en las gradas. Y en un fútbol que invierte seriamente en su crecimiento, esto afecta.

Lo digo porque se nota a leguas: el mercado bajó poderosamente el nivel este diciembre. Extranjeros de poco cartel llegan al país. Los equipos, incluso los grandes, van solamente detrás de futbolistas que terminan relaciones contractuales. Es muy extraño que alguno pague por llevarse un jugador con vínculo vigente en otra institución porque ni por costo ni por calidad, hacen medianamente rentable la inversión. Que lo digan en Táchira, donde aplicaron correctivos después del despilfarro que significó el 2017.

Prácticamente toda la generación subcampeona del mundo Sub 20 está ya fuera del país. Con la salida de Samuel Sosa al fútbol argentino y José Hernández a la MLS (el mercado que más ha apostado por el futbolista criollo, a razón de la relación precio – talento) el campeonato nacional se va convirtiendo en un torneo para la explosión del talento joven y ahí es donde deben apostar los equipos: en formar y dar oportunidades, como lo hizo Zamora en tiempos recientes, demostrando que se puede ser competitivo con juventud y buena visión en el mercado extranjero.

Aristeguieta, Kuki Martins, Charlis Ortiz, Argenis Gomez, Carlos Sierra, Mono Suárez, Contreras, Cariaco González, José Caraballo, Eduard Bello, Pulga Gómez, Chino Ocanto. Son los nombres que destacan para 2018. Es la mejor oferta de talento para el venidero campeonato. Futbolistas, salvo Contreras, que no son selección nacional pero que aún son capaces de mostrar algo distinto.  Futbolistas que aún conservan la esperanza de salir al mercado exterior y otros que quieren abrirse paso entre ellos para buscar el mismo fin.

Buscaremos otro Blondell, esperamos por la explosión de otro Sosa y la aparición de un nuevo chamo de la norma que pida que su nombre retumbe en el fútbol criollo la campaña que viene. Sin estrellas, pero con la ilusión de conseguir tan solo uno que pueda serlo.

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