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Cómo hablar con los niños antes y después de un tiroteo

La sicóloga Ruth Hernández advierte que "es importante que los niños pasen por la palabra algo de la angustia que les produce una situación así". Pero cuidado, el adulto también necesita un apoyo antes de comunicarse con los menores de edad

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Tiroteo

Los disparos que provienen de la Cota 905 mermarán. Incluso dejarán de sonar por algunos días, pero las consecuencias sicológicas de lo sucedido, pueden marcarnos por mucho tiempo. De hecho la criminalidad en Venezuela es una de las razones por las que la gente emigra.

Desde el miércoles 7 julio, los enfrentamientos entre la banda de El Koki (o El Coqui) dominan los titulares de los medios de comunicación y las conversaciones en las redes sociales. Al mismo tiempo, entre familias se comparten historias sobre las medidas tomadas para resguardar a los hijos, ante el miedo de una bala perdida. Pero, ¿qué pasa una vez que estas experiencias terminan?

Uno de los episodios que mi hijo de 10 años más recuerda de su estadía en Venezuela, antes de emigrar, es precisamente un robo en un transporte público. Y en aquel tiempo solo tenía cinco. A veces, inconscientemente, un tiroteo nos puede parecer un elemento del paisaje en ciudades violentas, sin embargo no debemos desestimar el impacto que pueda tener en los menores de edad.

«A los niños hay que abrirles siempre espacios para hablar, pero más que para hablarles, para que ellos hablen, pregunten, elaboren. Es importante que los niños pasen por la palabra algo de la angustia que les produce una situación así», explica la psicóloga y psicoanalista venezolana, especialista en consultas con menores de edad, Ruth Hernández, a El Estímulo. 

Patricia y Ángela, dos madres solteras, comentaron que no tenían muy claro qué hacer con sus pequeños después de resguardarse. Una logró salir «por los caminos verdes» de su residencia en El Paraíso, pero otra sigue con sus hijos, «haciendo todo en el suelo». En las redes sociales los testimonios también son muy duros

Desde Cecodap, organización que vela por los derechos de los niños, niñas y adolescentes, se advirtió de las secuelas que estos hechos de violencia, este 8 de julio. «Estos elementos producen miedo, rabia, confusión, angustia, pero también pueden producir un efecto social terrible y es que puedan establecerse identificaciones con actores de estos grupos irregulares, porque son quienes exhiben el poder», dijo Abel Saraiba al canal de televisión VIVOplay.

Saraiba, que es psicólogo, psicoanalista y defensor de Derechos Humanos, también enumeró una lista de acciones que los padres podemos realizar, durante este tipo de situaciones. Entre ellas, «incorporar el juego como una herramienta para el manejo emocional de los niños».

«Hay que evitar programas violentos y los juguetes bélicos, en lo posible. Ellos igual juegan, pero no incitarlo», advierte Hernández. «Una vez atendí a una niña que vivió algo parecido y dibujó a su familia debajo de un arcoiris. Arriba del arcoiris había armas, balas, y me dijo ‘es un arcoiris de acero’. Ellos van buscando cosas que los calmen, pero al hablarlo», concluye la especialista.

Un detalle no menor es que para poder hablar con sus hijos, sobrinos o nietos, el adulto debe haber recibido apoyo primero. “Para tener estas conversaciones abiertas y honestas, debe cuidarse a sí mismo como padre”, explicó Kristin Wilson, una consejera profesional licenciada y médica con una hija adolescente a NBC, para el reportaje «Lo que los expertos en salud mental le dicen a sus hijos sobre los tiroteos escolares«.

«Tenga su propio sistema de apoyo en un cónyuge o amigo u otra persona a quien acudir, de modo que cuando hable con su hijo ya lo haya procesado», acota Wilson. Y la afirmación es lógica. Cualquier niño podrá captar que nuestro discurso no es creíble, si lo hacemos desde los nervios o la desesperación.

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