De Interés

A la crisis eléctrica de Margarita proyectan darle una sacudida privada

Fallas de mantenimiento acumuladas y desinversiones denunciadas e investigadas por casi dos décadas, se esconden tras un colapso reciente en el servicio de electricidad en Margarita que temen vuelva a repetirse

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El reciente colapso eléctrico de la Zona Económica Especial de Margarita ha disparado alarmas de nuevo. Al igual que en los últimos 15 años, se mantiene la urgencia de generar una especie de sacudida gerencial y buscar una restructuración a fondo del sistema eléctrico en Nueva Esparta.

En Margarita llegó la hora de definir el alcance de la centralización estatal desde Corpoelec y abrir necesariamente la participación del sector privado.

Sorprendidos

El jueves 10 de noviembre un aguacero sobre el sector Maturíncito, estado Sucre, provocó un deslave que partió la tubería del Sistema nororiental de gas, Sinorgas y quedó inactivo el gasoducto «José Francisco Bermúdez» que desde tierra firme suministra el combustible a las dos plantas termoeléctricas de la isla de Margarita.

Las plantas termoeléctricas Luisa Cáceres de Arismendi (LCA) y Juan Bautista Arismendi (JBA) fueron diseñadas para generar 617 MW aunque sólo venían aportando 188 MW, de acuerdo a informes que ha elaborado la Comisión de Energía Eléctrica de Nueva Esparta (CEENE).

Ante la parada, la demanda de electricidad en la isla sólo fue atendida por el fluido electrico que llegaba desde Guri por el cable submarino, con capacidad nominal original de 300 MW pero limitado a 150 MW por fallas en los centros receptores en Sucre.

Por toda una semana la población vivió sin sistema eléctrico 16 horas al día, a excepción de los lugares en los que el sector empresarial ha hecho inversiones en plantas generadoras para hoteles, establecimientos y centros comerciales, al igual que para centros de salud privados.

Demanda insatisfecha

Cualquier indagación sobre las causas de lo ocurrido, más allá del aguacero y el deslave que dañó el gasoducto en Maturíncito, conduce a la aguda crisis de décadas en el sistema eléctrico nacional. Al final, siempre surgen las interrogantes: ¿era previsible el colapso? ¿se requería un riguroso plan B? ¿había fragilidad en el sistema?

Esas preguntas tienen respuestas afirmativas y en ello coincide el ingeniero Juan Carlos Meleán, quien por años ha formado parte de grupos de trabajo que han hecho análisis y formulado propuestas en detalle sobre Ia crisis eléctrica y que recientemente integra la Comisión de Energía Eléctrica del estado Nueva Esparta. Meleán también es segundo vicepresidente de la Fedecámaras local, gremio en el que adelantan estudios sobre el reciente colapso.

Lo que sucedió en Nueva Esparta era prevenible para Meleán. Se sabe cuál es la situación del sistema y la previsión que se debe tener para evitar otro colapso. Si se dispone de la energía que sólo se tiene ya hay una limitación. Se consume lo que se genera y ante cualquier fluctuación adversa, independientemente de que sea natural, ambiental climática o de mantenimiento operativo, no se podrá cubrir la demanda.

Meleán calcula que Nueva Esparta necesita 350 MW, sin tomar en cuenta la llamada población flotante en temporadas. Contrastando entonces con los números anteriores de capacidad de generación y transmisión disponible desde las plantas LCA y JBA y el cable submarino, según la CEENE, se explica porqué son frecuentes los cortes de electricidad que se reportan desde Margarita.

¿Qué se puede hacer?

Para Meleán es obvia la fragilidad del sistema «porque no se hicieron las inversiones necesarias para aumentar la capacidad instalada, cubrir la demanda y disponer de un superávit de maniobra operativa, ordinaria o de emergencia. Tampoco se buscó recuperar las unidades de generación en la isla ni incrementar la capacidad de transmisión del cable submarino».

Otro detalle es la ausencia de un plan B ante contingencias.

«En este punto tiene relevancia el hecho de que aún con el colapso del gasoducto, se suponía que en la planta JBA se disponía de alimentación dual, es decir gas y combustible diésel. Obviamente no estaba previsto quemar el combustible diésel y se desconocen las razones. Pero junto con eso tampoco se activaron otras fuentes de energía como el parque térmico, aún en condiciones de obsolescencia de la planta LCA que se activa con diésel y que funcionaría con el necesario mantenimiento».

Más allá de la falta o desvío de inversiones para atender esas limitaciones, la situación real es complicada, ¿cómo pasar ahora a lo propositivo?

– Es necesario repasar las fases sobre las que se sostiene el sistema de servicio de electricidad que son generación, transmisión, distribución y comercialización. Y sobre cada una de ellas habrá la respectiva planificación y gerencia en cuanto a proyecciones futuras y previsiones de corto plazo en función de la necesaria eficiencia del servicio para cubrir demanda y maniobrar ante contingencias.

De lo dicho se deduce que cualquier plan de inversiónes de corto, mediano y largo plazo debe estar sustentado en una planificación de gerencia técnica. ¿Se cuenta con esa capacidad en la isla de Margarita para alcanzar la reestructuración de todo el sistema?

– Eso hay que verlo a partí de la etapa en la que se estatizó en 2007 el servicio privado de la empresa Servicio Eléctrico Nueva Esparta, Seneca, y se creó Corpoelec. Entonces fueron centralizadas todas las dependencias de planificación y desarrollo desde la gerencia de la empresa, el Ministerio de Energía y el Gobierno nacional, lo que limita iniciativas de participación fuera de la gestión pública.

Sin duda lo que se confirma es un proceso complejo que frena u obstaculiza el planteamiento de privatización o participación mixta en el servicio, de apertura, según lo han sugerido gremios empresariales locales en función de tener un sistema eléctrico gerencialmente eficiente.

– Sí, pero en ese contexto hay que tomar en cuenta que para pensar en una posible integración de planificacion técnica de Corpoelec y privados está la Ley de Energía Eléctrica y reglamentos que reserva para el Estado la generación, transmisión, distribución y comercialización del servicio de electricidad. Haría falta una reforma que establezca garantías legales y genere confianza a la participación privada y las inversiones.

Habría que esperar que en esas señales aparezca la voluntad política para acometer soluciones urgentes que afectan la productividad en el país…

– Cierto y vale la pena en este sentido tomar en cuenta experiencias del pasado aquí en Nueva Esparta. En 1998 se dio en concesión el servicio eléctrico y funcionó con la empresa Seneca.

Pero haría falta inversiones. El Estado no tiene esa capacidad y la inversión privada tampoco

– Se ha pensado en el concepto de la APP, Asociación Pública Privada, a condición de que el ente gubernamental tenga tal disposición y que el sector privado pueda ser factor de enlace entre el sector público y potenciales inversionistas extranjeros en el área de equipamiento para el sistema eléctrico, que se garantice retorno de inversión y seguridad jurídica

Pero más a lo inmediato, ¿qué visión de corto plazo hay en la Comisión de Energía Eléctrica de Nueva Esparta sobre el necesario proceso de reestructuración del sistema?

Es necesario habilitar los sistemas duales de suministro de combustible en las plantas generadoras, reactivar el parque térmico en la «Luisa Cáceres», aumentar los voltajes en las conexiones del cable submarino y activar el plan rector de Corpoelec para mejorar y optimizar de forma continua y planificada todo ese parque de generación, obviamente con un efectivo plan de inversiones en mediano y largo plazo. Es decir mejoras específicas en generación, transmisión y distribución en las subestaciones en los 11 municipios del estado

La urgencia

«Los orígenes de la crisis no son sólo técnicos, financieros, de incapacidad gerencial y hasta de despilfarro y corrupción, sino que hay problemas con el diseño del sistema, integralmente hablando», señala el economista Manuel Antonio Narváez, ex director regional de Planificación y Desarrollo Territorial y ex directivo de la Mancomunidad de Electricidad y Gas.

Luego de la reciente contingencia en el servicio eléctrico surge de nuevo la urgencia para evitar que el colapso se repita.

Una solución de corto plazo sería repotenciar la generación desde el cable submarino y las plantas termoeléctricas. Eso no sería el necesario financiamiento sostenible de mantenimiento de largo plazo, sin la planificación integral de política de gestión pública en el diseño del sistema en todas sus fases de generación, transmisión, distribución y comercialización, plantea Narváez.

Una experiencia postiva

Manuel Antonio Narváez va proyectando lo que a su juicio es una salida de mediano y largo plazo:

– Acá en Venezuela el Estado se reserva esas cuatro fases a través de sistema interconectado nacional pero podemos recordar el caso de la Electricidad de Caracas como el servicio privatizado integral desde comienzos del siglo XX hasta la estatizacion, y acá en Nueva Esparta en 1998 se dio en concesión el servicio eléctrico y funcionó con la empresa privada Seneca que generaba desde la planta «Luisa Cáceres de Arismendi» y transmitía, distribuía y comercializaba. La calidad del servicio fue supervisada desde las alcaldías y por las asociaciones de vecinos a través de la Mancomunidad de Electricidad y Gas de Nueva Esparta. Eso fue en la etapa final del segundo gobierno de Rafael Caldera hacia 1997. La estatizacion ocurrió en 2007 con el gobierno de Hugo Chávez.

Cambio de modelo

Ya los sectores empresariales, ante lo califican como la quiebra del Estado petrolero, asoman vías de reprivatización

– Es necesario explicar cómo la prestación del servicio eléctrico en Venezuela pudiera ser establecido para que sea de óptima calidad para la ciudadanía, en momentos en los que se plantearía la transición del fracasado modelo económico del «socialismo del siglo XXI», caracterizado por la estatización y el colapso, Hay que hacerse esta pregunta. Lo que se plantea ahora necesariamente es repensar todo el sistema, darte una sacudida. Por ejemplo, si la generación estará centralizada por el Estado debe definirse bien el alcance.

Lo inevitable es la privatización por la situación económica y por la quiebra del Estado poderoso. Manuel Antonio Narváez argumenta seguidamente, desde su óptica de gestión pública, que sería necesario planificar cómo el sector privado puede participar en la prestación del servicio eléctrico con la debida supervisión, tal cual como operó en Margarita con Seneca, como experiencia anterior adaptada a nuevas realidades en cuanto a retribución a los suscriptores de acuerdo a tarifas.

Eso pasa por inducir en la ciudadanía la disposición a pagar por un servicio que no puede ser gratuito

La experiencia de Seneca debe verse como lección aprendida para lo que debe ser la nueva realidad del servicio eléctrico en Margarita y Coche.

De nuevo, esperar señales de voceros oficiales…

Frente al colapso, la reacción y las promesas de solución de los voceros del gobierno sigue siendo la misma de siempre, haciéndolo mal y tratando de hacerlo menos mal mientras gritan «venceremos» y citan a Bolívar diciendo que «Dios concede la victoria a la constancia…». Es decir, siempre correr la arruga. Lo necesario es retecnificar la discusión, partir de una discusión seria entre especialistas porque las soluciones no surgirán del saber popular ni de consignas y discursos. El punto de partida es un claro diagnóstico y propuestas concebidas técnicamente en primer lugar. La discusión debe generar medidas de corto y mediano plazo, así como las que tienen que ver con los cambios estructurales profundos que requiere el sistema. Y todo eso acompañado por la presión de la ciudadanía a través de sus instancias de gestión pública de la sociedad civil y de los gremios empresariales, sin discursos vacíos ni habladera de gamelote.

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