El Estímulo

Vinotinto: duro golpe a la ilusión

El modelo no termina de afianzarse. La derrota ante Perú puede ser una magnífica oportunidad para aprender lecciones que el triunfo ante Colombia camufló. Ah, el resultado, ese impostor que nos lleva a que en el fútbol vivamos como en el país: de la euforia a la depresión sin escala en la normalidad.

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(Mario Ruiz/EFE)

– Minuto 38, con uno menos por la expulsión de Fernando Amorebieta, Tomás Rincón y Alejandro Guerra salen como lobos a presionar a Juan Vargas a dos metros del banderín del córner. Luego, la contingencia llevó al equipo a jugar muy cerca de su arco, pero la intención de protagonizar está bien asimilada. Ahora bien, una cosa es entender y aceptar conceptos y otra muy distinta ejecutarlos. Este ciclo se mantiene en un estado embrionario y los dos partidos que han jugado en la Copa así lo demuestran. Hace unos días le dije que nunca se es tan bueno como dicta la victoria ni tan malo como sugiere la derrota y hoy lo mantengo. A este equipo le falta fútbol pero su entrenador parece empeñado en conseguirlo.

Vale convenir en que la selección salió con una intensidad muy distinta a la mostrada ante Colombia en el debut. Pero para aceptar esa afirmación hay que primero partir de la base de que intensidad tiene que ver con la concentración y nada con correr ni con kilómetros recorridos. El equipo de Sanvicente no dominó el inicio del partido porque no se entendió el encuentro como lo que era: un principio y un final. Me da la impresión de que la victoria ante Colombia condicionó y mucho a este grupo, y algunos pensaron que los tres puntos del domingo aumentaban el crédito, cuando en el fútbol no hay ayer ni mañana, solo el presente existe.

La Copa es un banco de pruebas, no porque el torneo carezca de importancia sino porque al realizarse al año siguiente del mundial, la gran mayoría de las selecciones acuden en los pasos iniciales de nuevos proyectos. Le pasa a Venezuela como también a Perú, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Paraguay. Como consecuencia de esto se hace muy difícil tener una idea clara de a qué juegan los equipos. La paridad no es hacia arriba sino hacia abajo, y el nivel es pobre, muy pobre.

– Cuando afirmo que esta Vinotinto apenas está en una etapa inicial de lo que intentará hacer en las eliminatorias me baso en la siguiente estadística: en 180 minutos, el equipo nacional apenas ha disparado 10 veces, de las cuales 5 han ido bajo los tres palos. Este dato, oficial de Conmebol, caracterizó al ciclo anterior -nos vendieron la mentira de la contundencia y la efectividad como si ambas fueran manipulables según la voluntad de cada futbolista- pero en nada se parece a los equipos de Sanvicente, los cuales, a lo largo de la historia, se han dado a conocer por su constante búsqueda del arco rival. Si estos números se mantienen, también lo hará el sufrimiento y la dependencia de los imponderables.

No hay orden ni equilibrio. Esos lugares comunes forman parte de un manual para hablar sin decir nada. El fútbol es dinámica, movimiento, cambios de ritmo y alternabilidad. Juega uno y juega el otro. Nunca hay ese equilibrio que muchos mencionan. Casi nada nace exclusivamente de lo planificado sino que también es hijo del partido mismo. Ya basta de mentirle a la gente. Los equilibristas casualmente son aquellos que piden defender y defender, pierna, lucha y actitud, pero cuando la partida se pone cuesta arriba, allí se encomiendan al talento y a la irresponsabilidad que antes ahogaron. Equilibristas del miedo que ante cualquier turbulencia piden la acumulación de defensores como agua en el desierto.

– Y no hay equilibrio porque un equipo de fútbol es un sistema abierto, es decir, “está conectado correccionalmente con factores externos a él” que lo condicionan. Edgar Morín explica que hay dos consecuencias capitales de la idea de sistema abierto:

“La primera es que las leyes de organización de lo viviente no son de equilibrio, son de desequilibrio, retomado o compensado, de dinamismo estabilizado… Y la segunda, quizá más importante aún, es que la inteligibilidad del sistema debe encontrarse no solamente en el sistema mismo, sino también en su relación con el ambiente, y esa relación no es una simple dependencia, sino que es constitutiva del sistema”.

Pesa y condiciona todo, desde la expulsión hasta las dudas que puede traer como consecuencia un reacomodo posicional de tal o cual jugador

Hay que volver a la expulsión de Amorebieta. El jugador no tiene la intención de hacer daño pero la torpeza de sus movimientos lo condena ante un árbitro que no consulta a su asistente. Esa situación despierta en el público uno de los mayores obstáculos que tenemos en la vía hacia el progreso: el victimismo. Cada equivocación es interpretada como un atentado en contra de nuestros valores y colores, cuando, más allá del mediocre nivel del arbitraje, lo que hay es una normal convivencia con el error humano.

– La entrada de Gabriel Cichero tiene como intención inicial recuperar la fortaleza en el juego aéreo, pero el cambio trae un efecto muy negativo: Venezuela cede protagonismo en el centro del campo, y aunque muchos crean lo contrario, nadie me quita de la cabeza que los partidos se ganan y se pierden justamente en la zona de volantes. Perú no atacaba con tanta fuerza, por lo que aguantar la modificación hasta que terminara la primera parte para tener un panorama más claro no era una locura.

Alejandro Guerra simboliza perfectamente esa irregularidad vinotinto que anteriormente le mencionaba. Tuvo un primer tiempo maravilloso en el que mantuvo el protagonismo y la irreverencia que viene mostrando desde hace tiempo; en el segundo tiempo empezó a mostrarse errático y perdió muchos balones en zonas en las que, si no se consigue un socio, mejor es parar la pelota y jugar hacia atrás.

Con el gol peruano aparecieron los viejos vicios: pelotazos a nadie, faltas innecesarias con amonestaciones casi infantiles y cero, léase bien, cero ocasiones de gol. Aburre repetir el concepto pero es necesario: regalan el centro del campo, lo que lleva a defender mal y atacar peor. Pasó ante Colombia sin mayores consecuencias pero Perú sí supo sacar provecho. Ante ese panorama no hay nada que valga, salvo que usted sea creyente extremo y sienta que la divinidad lo ayudará a defender y le dará alguna pelota de gol.

– Noel es el mismo Noel del domingo. Da la sensación de que se equivoca con la entrada de Cichero y la no utilización de un volante como César González en un escenario que pedía controlar el medio el campo. Este es un proceso que apenas gatea y la Copa sirve para equivocarse y aprender. Idealmente debería ayudar al equipo a sumar variantes y flexibilidad; al cuerpo técnico a leer las lecciones que cada partido entrega, y a nosotros, los de afuera, a dejar de lado un protagonismo que no nos pertenece y a alejarnos de los extremos que en nada ayudan a la evaluación. Cuidado con los alcahuetes de siempre y los oportunistas de turno, porque esto apenas comienza y puede ser muy peligroso cegarse con linternas de poca duración…

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