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En honor a los padres (Löw y Conte)

La batalla de Burdeos tuvo todo lo que se esperaba y mucho más. Alemania salió victoriosa y accede a semifinales, pero Italia, la Italia de Antonio Conte, no será olvidada con facilidad.

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(Reuters)

Tras la salida española de la Euro, Xabi Alonso, en conversación con el diario el País, dejaba la siguiente sentencia:

El fútbol evoluciona y hay que adaptarse. Cuando ganas también hay que cambiar cosas. El fútbol es cada vez más sofisticado. Lo vemos con equipos como Alemania, Italia o Francia”.

Lo expuesto por el volante del Bayern Múnich viene a confirmar una maravillosa reflexión de Alex Couto Lago, la cual puede leerse en “El libro del Mundial Brasil 2014” de The Tactical Room (antes Club Perarnau), de la que rescato lo siguiente:

La motivación y la capacidad adaptativa del equipo al partido y a las circunstancias del mismo son producto de horas y horas de trabajo y análisis desarrollado por la integración de un colectivo de profesionales, dirigido por el entrenador, a través de un liderazgo delegado”.

Ambas consideraciones podrían haberse hecho pasar como el preámbulo perfecto de un nuevo episodio del derbi europeo, aunque este, como pocas veces antes, terminó siendo un duelo ajedrecista entre dos enormes seleccionadores y preparadores.

Es por ello que estas líneas van en honor a dos señores entrenadores, Joachim Löw y Antonio Conte, quienes a diferencia de otros con mayor apoyo mediático, construyeron dos prodigiosos equipos bajo los tiempos y las limitantes de las selecciones, enemigos formidables de cualquier proyecto en equipos nacionales.

Partiendo de esa base, y apoyándome en el trabajo que entrega UEFA en su web, revisemos cómo partían ambos equipos:

Captura de pantalla 2016-07-02 a las 8.42.10 p.m.

Como se puede observar, el parado inicial, o la foto desde el helicóptero (La Volpe dixit), no señalaba mayores modificaciones, salvo la aparición de Kimmich por Draxler en el conjunto teutón. Una vez que rodó la pelota, aparecieron las variantes.

Cuando el equipo de Löw tenía la titularidad de la pelota e intentaba conquistar territorio italiano, su formación ideal, o la que más utilizó hasta llegar al área rival fue aquella en la que Jonas Hector, lateral izquierdo, hacía las veces de extremo, por lo que los teutones apenas cuidaban su retaguardia con tres defensores:

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Pero una vez que Italia recuperaba la pelota y atacaba, y vaya si en los primeros minutos de ambos tiempos reglamentarios lo hizo, todo cambiaba, como es natural, aunque nos cueste admitirlo:

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Observemos la instrucción de Löw a Joshua Kimmich (º21) durante varios pasajes del partido, y es que vale la pena señalar que Alemania, siempre que el ataque organizado de Italia lo requería, supo sumar hasta cinco jugadores a su zona más retrasada:

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Olvidemos las numeraciones telefónicas y pensemos en geografía: importa más el desde dónde ataco y desde qué lugar defiendo. A partir de esa base podemos intentar comprender la importancia, por ejemplo, de Jonas Hector y el mismo Kimmich en el encuentro de hoy (Si me permite hacer un símil, impulsado por las palabras del seleccionador alemán, esta versión de Hector me hizo recordar al Dani Alves de la victoria 1-3 del Barcelona ante el Real Madrid, en el Santiago Bernabeu, por la temporada 2011-2012).

Insisto con el concepto para a continuación repasar los movimientos de ambas selecciones: importa más identificar desde donde se ataca y desde donde se defiende que los benditos 4-3-3, 3-5-2 o 4-6-0. Todos esos esquemas son mentiras porque esto es fútbol, no futbolín; el futbolista juega corriendo, sin una limitante que lo frene o lo impulse, más que su punto de partida, sus obligaciones y su comprensión del juego.

Captura de pantalla 2016-07-02 a las 8.42.58 p.m.

No hay duda que el fútbol es de los jugadores, pero estas imágenes que entrega UEFA y que otorgan una idea muy básica de los movimientos de ambos equipos no son dinámicas producto del azar; tanto Conte como Löw han creado dos selecciones que entran en el calificativo de “equipos de autor, es decir, son colectivos identificados plenamente con el producto de la interrelación entre jugadores, cuerpo técnico, y capaces de adaptarse a lo que cada partido (contexto) exige.

Si me lo permite, y para agregar una variante más, repasemos la siguiente imagen que intenta agregar, en un momento sin mayor importancia, no esos recorridos a los que a veces hago mención, sino a las posibilidades de relaciones, para aceptar, de una buena vez por todas, lo complicado que es este juego y por qué se afirma que es una actividad compleja:

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A todo esto que aquí remarco –pido disculpas por el cuadro, casi un insulto a Vasili Kandinski, pero semejante exhibición futbolística merece un esfuerzo superior- hay que sumarle toda la injerencia que dos geniales futbolistas tienen sobre sus compañeros: Manuel Neuer y Gianluigi Buffón. En pleno siglo XXI aún se desprecia la influencia del arquero en el juego de su equipo y se le aísla al triste y solitario rol de salvador.

Ante Italia, Neuer resolvió con un saque largo lo que sus colegas no podían, y de su pie izquierdo nació la jugada del gol de Özil. Mario Gómez y Hector fueron sus cómplices, pero nada hubiese sucedido sin el carácter agitador del meta del Bayern Múnich, quien siempre está listo para darnos nuevas lecciones de cómo jugar este deporte desde su puesto.

La misma responsabilidad en la reacción italiana se le puede adjudicar a Buffón. Sus apariciones fueron el impulso emocional que necesitaba la Azzurra para reinsertarse en el partido, al igual que ha sucedido en todas sus versiones anteriores, incluyendo aquella que obtuvo el campeonato mundial en 2006. No se entiende ningún éxito ni la supervivencia misma sin el intervencionismo de «Gigi».

Es por todo esto que el partido de cuartos de final entre alemanes e italianos fue una inolvidable batalla de entrenadores. La flexibilidad y capacidad de respuesta de ambos conjuntos los califica como vencedores y enormes protagonistas de esta Eurocopa francesa, aún cuando el resultado, cruel y desalmado enemigo del análisis, nos confirma que únicamente Alemania salió contenta de Burdeos.

Lo siento por aquellos que se quedan exclusivamente con un marcador porque se pierden todo lo admirable que deja este deporte; esta nueva edición del derbi europeo debe revisarse una y mil veces más, para celebrar tanto fútbol en apenas 120 minutos.

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