Tenis venezolano no ha sido el único deporte perjudicado por la situación país

El tenis venezolano afronta este fin de semana uno de sus capítulos más penosos. La selección masculina, que disputaría en Anzoátegui la final del Grupo II Americano de Copa Davis contra Perú, por el ascenso al Grupo I, perdió su condición de sede.

La instancia, que se disputaría en la ciudad de Puerto La Cruz, se llevará a cabo en Lima, debido al dictamen de la Federación Internacional de Tenis, que considera el complejo local como un sitio inseguro.

La decisión, cuyo antecedente más cercano ha sido el cambio de sede para el choque Argentina vs Israel, en septiembre de 2014, debido al conflicto en Gaza, ha afectado de forma evidente el ánimo del equipo criollo y de los entes gubernamentales, que manifestaron su descontento.

No obstante, el tenis no ha sido el único deporte que ha visto limitado su andar el último año. Falta de presupuesto, discrepancia de ideologías y retraso en trámites han cercenado la participación de otras selecciones criollas en contiendas internacionales.

El softbol nada contra la marea

La medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en 2014; el bronce en el Campeonato Mundial masculino, en 2015; y las preseas de plata en el Panamericano y el Suramericano de la disciplina, en 2016, podrían hacer del softbol uno de los deportes con mayor proyección para los próximos años.

Sin embargo, la realidad de esta práctica –que cuenta con el aliciente especial de ser olímpica a partir de Tokio 2020- es otra.

Sólo en 2016, dos selecciones, de distintas categorías, han visto afectada su participación en eventos de talla mundial: el combinado femenino de mayores y el equipo masculino juvenil.

Tras clasificar al Campeonato Mundial de la disciplina, celebrado en Surrey, Canadá, durante el mes de julio, las féminas debieron enfrentar una serie de condiciones adversas que, por poco, comprometieron su participación.

Falta de comunicación entre la Federación Nacional de Softbol y el Ministerio del Poder Popular para la Juventud y el Deporte evitó que el máximo ente regulador llevara a cabo la logística pertinente para la asistencia del seleccionado a la contienda.

La ausencia de boletos aéreos y de dotación deportiva fueron las consecuencias más notables del mal manejo de la situación,                         que, según algunas jugadoras, se suscitó intencionalmente.

“Teníamos tres meses entrenando para la competencia, cuando descubrimos que el presidente de la federación había indicado a la Confederación Internacional de Beisbol y Softbol que no asistiríamos al Mundial. Esto acarrearía la suspensión de las divisiones masculina y femenina durante dos años. No sabemos que quiere o busca, pero creemos que intentaba perjudicarnos, porque sabe que muchos no estuvimos de acuerdo con su nombramiento”, relata una jugadora de la selección que prefiere que su nombre no sea revelado.

“Debido al retraso en la petición, Mindeporte no pudo asumir los gastos, pese a habernos respaldado desde que se enteraron de la situación. Logramos viajar porque varios grandeligas, entre ellos Francisco Rodríguez, Francisco Cervelli y Jhoulys Chacín, nos apoyaron con los pasajes y recursos”, asegura.

La misiva, firmada por el dirigente Alfonso Bueno, quien asumió las riendas de la organización desde marzo de 2016, llegó a manos de las féminas por medio de su capitana María Soto, integrante de la Junta Directiva del organismo internacional, quien tomó medidas de inmediato, para garantizar la participación de la selección.

“Bueno nos quería hacer una mala jugada. No gestionó los recursos y se excusó en eso para afirmar que no asistiríamos, pero no contaba con que me llegaría el comunicado. Desde que asumió la presidencia se ha mostrado adverso a los intereses de los técnicos y atletas. Su ataque ha sido frontal. No se preocupa por el deporte; es lo que nos ha demostrado”.

La selección juvenil masculina no corrió con el mismo destino que las féminas. Los jóvenes se perdieron el Campeonato Mundial de la categoría, disputado en Estados Unidos en julio, debido al retraso en el trámite de las visas.

“El equipo había entrenado por meses, teníamos todo para asistir y llegar a la final; pero, a tres días para el viaje, nos informaron que nuestros muchachos no tenían visas para viajar”, señala Milton Rodríguez, director técnico del equipo.

“Fue una situación muy lamentable, pues son jóvenes en formación. A mí me afectó como técnico y como padre, pues mi hijo también forma parte de la selección, y estuvo tres días acostado, muy triste”, comenta el coach, quien relata que los muchachos cumplieron con una ardua preparación.

“Estos niños entrenaron un año, lucharon por un cupo en la selección, y esto los desmotivó bastante; aunque después nos encargamos de ayudarlos a recuperar el ánimo. Hubo una infinidad de excusas; siempre nos dijeron que estaban los recursos para gestionar la participación del combinado, y luego ocurrió esto. No podemos culpar a nadie, porque no sabemos bien que ocurrió”.

La cuestionable gestión del actual presidente de la federación se cuela, además, en los torneos locales, que no han iniciado por falta de coordinación entre el ente y los responsables de las diferentes ligas, denuncian jugadores.

Al rugby no le alcanza el presupuesto interno

La Federación Venezolana de Rugby trabaja para llevar la disciplina a cada rincón del país. No obstante, la carencia de dinero se ha convertido en un problema que podría menguar su desarrollo.

Pese a contar con el respaldo de Mindeporte –especialmente para participaciones internacionales- el ente ha comenzado a sufrir las consecuencias de la debilitada situación económica.

“La situación país nos afecta; no es un secreto. Cada vez es más difícil realizar concentraciones internas con los jugadores. Conseguir los recursos para las movilizaciones está cuesta arriba”, afirma Erickson Bermúdez, presidente del organismo.

“El ministerio y el Comité Olímpico Venezolano nos apoyaron durante todo el ciclo; pero nuestra principal debilidad yace en que somos una federación pequeña, con pocas asociaciones y clubes, que complica los presupuestos internos”, asevera, en referencia al poder adquisitivo del venezolano.

Sin embargo, como otros entes, Feverugby se ha visto afectado por problemas generales, como la carencia de boletería aérea.

“Hace unos meses, nuestra selección debió viajar por vía terrestre hasta Cúcuta, porque no conseguíamos pasajes desde Venezuela. Afortunadamente, aunque no ha sido sencillo, no nos hemos ausentado de competencias internacionales”.

Carencia de recursos no es nueva

El espinoso camino hacia eventos internacionales no es una problemática nueva para el atleta venezolano.

En 2014, tres atletas en sillas de ruedas fueron invitados al Maratón de Nueva York: Juan Valladares, Mercedes Gómez y Miguel Ford.

Sus trayectorias, resultados y posicionamiento en el ranking –Valladares era líder de América para la fecha- no valieron de nada a la hora de solicitar respaldo monetario público o privado para su participación. Pese a buscar recursos durante meses, debieron asumir los costos de su asistencia a la contienda.

“La organización asume nuestras inscripciones y hospedaje, pero necesitamos el boleto aéreo”, manifestaba la tachirense, quien, como sus compañeros asistía al evento por primera vez.