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Fútbol nacional y primeras planas: Un debate estéril

Un intenso duelo de criterios y críticas se dio en días recientes a través de las redes sociales (sí, ese espacio de interacción donde las opiniones son tan diversas como discutibles) sobre el tratamiento dado por la prensa escrita del país al hecho noticioso relacionado con el fichaje de Tomás Rincón con la Juventus de Turín y el nombramiento de Alejandro “Lobo” Guerra como mejor jugador de la Copa Libertadores 2016.

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Sin lugar a dudas, ambas noticias impactan por su trascendencia: Rincón es el primer futbolista venezolano (sin condicionantes de formación, nacionalización o algo por el estilo) que arriba a un equipo de resonada solera mundial con opciones reales de ser protagonista y Guerra alcanza una distinción inimaginable en años recientes para un criollo en el escenario continental. Dos grandes sucesos que inequívocamente marcan el desarrollo del futbolista venezolano, del fútbol venezolano y del deporte venezolano.

Sin embargo, las preferencias de los dos únicos diarios deportivos venezolanos (Meridiano y Líder) al abrir con su portada los días posteriores a ambos acontecimientos han sido las de darle cabida al béisbol nacional y sus protagonistas como principal noticia, lo que ha destapado el debate sobre la relevancia que los gerentes de la prensa deportiva en el país le dan (o no quieren darle) al fútbol venezolano en sus impresos.

Con sinceridad, preferiría que la queja y el reclamo de la gente se centrara en otro aspecto que me parece más grave, como la disminución del centimetraje en cada edición por la escasez y carestía del papel, que ya se ha tragado a un buen número de periódicos nacionales como El Impulso, cuya última edición salió a la calle el pasado 31 de diciembre, arrastrando consigo una buena cantidad de fuentes de empleo y espacio para la información libre. No obstante, la diatriba generada por este pequeño problema, ha desnudado realidades en las redacciones de los diarios que evidencian el verdadero alcance que tiene el fútbol de acá dentro del impacto informativo.

Oscar Galvis, periodista con dilatada trayectoria en medios impresos cubriendo la fuente de fútbol, brindaba una sentencia en su cuenta Twitter que explica claramente la situación: “Los jefes de información y directores no son objetivos. Primero béisbol que es lo que vende o simplemente no les gusta”, aseguraba mientras la llegada de Rincón a la Juventus se limitaba a un simple recuadro en la primera página de Meridiano que daba relevancia a la clasificación de los Bravos de Margarita a la semifinal del béisbol (sí, una semifinal, herencia futbolera en formato competitivo para el deporte del guante y la pelota) y la eliminación de los tradicionales Leones y Magallanes. En el caso del día después a la designación de Guerra como el mejor jugador de la Copa Libertadores de América 2017, la prensa debatía quién sería el mejor entre dos pitchers.

Entra en juego un par de preguntas que podrían ayudar a explicar las razones de algo que pareciera injusto: ¿Coinciden siempre los intereses del público con los de los informadores? ¿La jerarquización de la información realmente depende de lo que “vende”?

Satisfacer a todos es una tarea imposible, sin embargo, los dueños de medios, más que los periodistas, tienen en sus manos el poder de generar estados de opinión. Hay quien asegura que el dueño del medio es el dueño del mensaje. Ha sido así y será así siempre, pero llama la atención que ante la trascendencia de lo logrado por Rincón y Guerra y la gran repercusión que tuvo en otras latitudes, no se le dé el mismo tratamiento en la prensa escrita nacional, aun cuando el consumidor de información deportiva haya ampliado su interés por otros deportes distintos al béisbol hace ya tiempo (el crecimiento del baloncesto en los noventas y el boom Vinotinto han hecho que el venezolano no solo preste interés al béisbol).

Es evidente que los “administradores” de la prensa deportiva, entiéndase esto como los encargados de preponderar la información, saben que el venezolano en su mayoría, gústenos o no a quienes trabajamos en la fuente de fútbol, le apasiona el béisbol, pero lo que no se entiende es que ese mismo aficionado también reconoce la relevancia de otros hechos. Las mismas redes sociales le han dado cabida e impulso a la diversificación del interés del consumidor informativo pero no se puede estar ajeno de una realidad: el béisbol sigue atrayendo la atención primaria, luego el fútbol europeo (el suceso que ha representado el programa televisivo Fútbol Total de Directv Sports evidencia esta aseveración) y siguiente, lo “demás”.

Alguna vez decía un Jefe de Redacción de un diario deportivo que ese pequeño cuadrito del patrocinante que día a día paga por estar en las portadas de los diarios, es el que exige qué noticia debe ser la principal en esa tapa. Decía que pagaba porque se anunciara algo relacionado al béisbol y los dueños de medios así lo ratificaban. Hoy día creo que esa lógica está caduca, sin embargo, sigue sucediendo, lo que deja espacio para la interpretación de que pueda existir una componenda en contra del fútbol nacional para que este no prevalezca informativamente hablando. ¿Es esto posible? Lo dudo, no encuentro razón alguna para pensar que algún sector esté en contra del crecimiento del fútbol criollo y su afición, pero el margen que existe para interpretar que sí es cierto es muy grande.

La realidad indica que el fenómeno del fútbol ha crecido sin el real apoyo de los medios de comunicación ni los patrocinantes. Los mecenas aparecieron para sostener económicamente el campeonato nacional y los resultados de una selección transformada en competitiva hicieron posible que mediáticamente se hicieran un espacio noticioso, pero poco ha cambiado. Un incremento sustancioso en las transmisiones televisivas del campeonato nacional hablan del progreso en la difusión, pero la preminencia del béisbol sobre el fútbol sigue latente debido a que el patrocinio de una y otra actividad sigue siendo abrumadoramente distinto y para muestra, un ensayo: siéntese ante el televisor antes de la transmisión de un partido de béisbol local y de un partido de fútbol venezolano y cuente la cantidad de anunciantes de uno y otro. Comprobará que no existe comparación.

La pelota paga, el balón no, aunque nos duela a los aficionados del fútbol. El imponderable siempre será si al jefe le gusta o no el fútbol. Eso también es importante saberlo, pero ¿cómo comprobarlo?

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