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Vinotinto Sub 17: Con Palmezano, por favor

Escribir y analizar desde la frustración de un resultado que pudo ser mejor, nos aleja de la tónica impulsada de destacar primero lo bueno de este grupo Sub 17. Lapidar y responsabilizar a Carlos Olses del 2-2 final es excusar de responsabilidades a un grupo que no anduvo bien en la primera mitad y que tuvo que remar con el viento en contra para ilusionar.

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Por eso, aplausos para el carácter que tuvo el equipo en mostrar otra cara distinta en el segundo tiempo. Mérito tremendo para José Hernández que, habida cuenta de la falta de ideas, el agotamiento mental y físico ante la buena disposición en cancha de los paraguayos, pudo encontrar la vuelta y modificando protagonistas, pudo darle vuelta al partido e ilusionar a un país con otra victoria.

Venezuela arrancó con síntomas de ahogo. La batalla de Curicó ante Brasil y el madrugonazo de regreso a Talca el día después, hizo mella en un once al que le costó enormemente recuperar el ritmo mostrado ante sus dos primeros contendientes del Sudamericano, amén del buen juego mostrado por una muy fuerte selección paraguaya que organizó un cerrojo impenetrable en su defensa y descubrió los agujeros que Cásseres y Rodríguez dejaban en el medio y Zambrano por su banda. Cero ideas, cero reacción.

El penal riguroso sentenciado por el ecuatoriano Albarracín hacía más cuesta arriba encontrar el camino para la mejora. Los pelotazos cruzados buscando a los extremos eran una alternativa, un Plan B a lo habitualmente hecho, porque no se conseguía el espacio y las ideas estaban sumergidas en el calor infernal que ni siquiera el retraso de una hora otorgado por la organización a la solicitud de Venezuela pudo impedir.

Así, llegaba la hora de Brayan Palmezano. Con un Echeverría que fue de más a menos en el Sudamericano y un Danny Pérez atolondrado después del matracazo que se dio comenzando el partido, el técnico decidió darle ingreso a un pícaro zurdo que ya había lanzado pinceladas contra Brasil. El zuliano Palmezano, que dese las publicitarias copas Coca Cola ya venía dando de qué hablar, apareció para meter dos quiebres de cintura y una pelota antológica a Barragán, otro que saltó del banco, para que éste le diera la bandeja dorada a Hurtado, quien por fin agitó las redes contrarias. Golazo, que significaba darle vuelta al marcador, después que Fereira hubiera puesto la igualdad en el marcador.

Venezuela con Palmezano cambió 180°. La actitud del diminuto enganche levantó al grupo y ante una Paraguay obligada a empatar, el equipo volvió a su esencia de generar transiciones, de ir por abajo, de apoyarse en el buen pie de sus creadores para impulsar el peligro. Un zapatazo del propio chamito del Zulia FC por poco se convertía en el 3-1 que cerraría una victoria trabajadísima por demás. Palmezano debe ser titular en el partido definitivo ante Perú. Ahí, donde hay que ganar para asegurarse un puesto en el hexagonal, su desequilibrio será vital. Está enchufado y, en un colectivo inmerso en el duro golpe de haber cedido dos puntos que se esfumaron del bolsillo, su desparpajo motivacionalmente brindará confianza.

Sin embargo, el equipo se ha destacado por la confianza en sus capacidades, en el saber reponerse de las dificultades para seguir adelante. El error de Olses tiene que verse desde la lupa de la formación, del aprendizaje, de comprobar en competencia que no se equivocan aquellos que repiten tantas veces que si el atacante viene marcado en el área grande, el arquero no debe salir del área chica. Culpar a Olses exclusivamente del resultado exime a quienes fueron incapaces de parar al escurridizo Galeano, a la postre autor del gol. Exime también a aquellos que no fueron capaces de evitar que Paraguay bombeara pelotas al área cuando había declarado esa intención con el ingreso del gigante Morínigo, el del empate final.

Ojo que no estará Christian Cásseres y habrá que ver si Ibarra se recupera a tiempo para que Makoun vuelva a su lugar en la mitad de la cancha.

Es difícil ver el vaso medio lleno cuando se botó la otra mitad de una tonta forma, pero entiéndalo: son muchachos que apenas van a cumplir 17 años. ¿Qué le vamos a exigir si se están divirtiendo? ¿Por qué atormentarlos con responsabilidades si apenas están tomándole el gusto al fútbol?

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