Deportes

Futbolistas criollos en pie de lucha

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Fotografía: Carabobo FC

El fútbol venezolano se resiste a abandonar su particular burbuja. Mientras en las calles del país caen asesinados jóvenes que pelean por un mejor país, la Federación Venezolana de Fútbol, la Asociación de Clubes y la Asociación Única de Futbolistas Profesionales de Venezuela actúan con la tibieza de siempre, la que caracteriza a quienes no quieren molestar a sus socios, que en este caso, como todo el mundo sabe, es el gobierno nacional. En días recientes, Carlos «Kaki» Rivero, defensor del Carabobo FC, expuso su pensar a través de su cuenta de twitter, y reclamó a periodistas por silenciar un sentido homenaje a las víctimas de la represión gubernamental, a la FVF por prohibir el minuto de silencio y a la directiva del gremio de futbolistas por no llamar a las cosas por su nombre:

El episodio, como demuestra la fecha de sus tweets, es de hace un par de semanas, y fue tal su magnitud que las cabezas visibles del sindicato de futbolistas promovieron, a instancias de los jugadores, y con el permiso de la FVF y la Asociación de Clubes, un minuto de silencio. Insisto, el gremio pidió permiso, porque, como la gente del fútbol sabe, hay algunos en esa directiva que responden más a su propia necesidad de subsistir que a los intereses de sus representados. En tiempos violentos como los que vivimos es muy sencillo que pretendan confundirnos o que nos confundamos. El ser humano tiende a ver (o escuchar) lo que quiere. No es casual que al ídolo se le tolera lo que a los cercanos no. Se olvida que el ídolo es tan ciudadano como cualquiera de nosotros, con obligaciones incluidas, y su aparente neutralidad -no existe tal cosa, porque hasta quedarse callado es una decisión– tiene consecuencias como cualquier otra conducta. El público está en la obligación de crecer y madurar, y ello supone que no debe dejarse embaucar por oportunistas que trafican con una supuesta imparcialidad que, insisto, no existe. Los seres humanos sentimos, pensamos y actuamos. Por ende, esa cacareada y publicitada objetividad que algunos pregonan es, cuando menos, una mercancía, un producto, que venden en sus apariciones públicas para ganar un dinerito. Nada más, y nada menos. Porque la vida es actuar, fijar posición y volver a hacerlo. Así como es violenta, nuestra época también es la de los vivos que colocan su propio bienestar antes que el de la sociedad en la que habitan. Bailan boleros con el diablo y justifican todas sus acciones en alguna miseria personal o familiar. Cosas del libre albedrío y la hipocresía, conceptos que casi siempre van de la mano, aunque parezcan contradictorios. Dirán los historiadores y los conocedores de nuestra especie que esto ha sido así siempre, y que las grandes sociedades se perdieron por  silencios y omisiones como las de nuestros días, pero, aun cuando la historia nos recuerda la poca originalidad de nuestros tiempos, no podemos darnos el lujo de perder la capacidad de sorpresa. Sería lo equivalente a entregar nuestro destino a la maldad y la incapacidad. Michel Houellebecq escribió: «Existe la idea de que la gente es libre, de que hace sus elecciones libremente. Todo el mundo cree tener una conciencia libre, mientras yo mantengo con tristeza y modestia que los hombres son fenómenos naturales observables. Tal vez no sea más deprimente que Balzac. Balzac plantea que la gente actúa conforme a su entorno social, que es un condicionante fuerte. Él cree que los hombres son seres condicionados, no libres». El hombre es lo que es y la circunstancias que lo rodean. Esa afirmación debería ayudar a definir la actuación de estos jerarcas del fútbol venezolano, tan distinta a la de los futbolistas, verdaderos protagonistas de esta actividad, pero no es así. A pesar de ser ellos quienes generan todo lo que produce el fútbol, los dirigentes, los dueños de equipos y los gremialistas prefieren hacerse la vista gorda y obviar el contexto actual venezolano, uno que sugiere que, por respeto a los asesinados y a quienes salen a la calle a protestar, debería dejar de jugarse una fecha del torneo. Pero claro, a este mix de intereses hay que agregarle que los dueños de la TV uruguaya dueña de los derechos de transmisión, son reconocidos por alejarse de los intereses del futbolista para favorecer los suyos. Hagan una búsqueda en Google sobre Paco Casal y encontrarán que no miento. Por ello es que rescato a Rivero y a la gran mayoría de sus colegas. No pertenezco a quienes suponen que con la libertad nacemos,  sino que sostengo que es mucho lo que hay que pelear para ganarla. Bajo este concepto entiendo que estos jugadores que se manifiestan son seres libres, aunque esa libertad les cueste futuros contratos con el grupito de recién llegados.  Tan libres son que hasta quienes operan para el silencio no pudieron callar su reclamo. Le recomiendo al público no perder tiempo exigiéndole al alcahuete obsesionado con su imagen pública que se pronuncie. Personajes como estos no son más que seres que viven sin tener mayor idea de lo que vivir significa: existen por y para la moneda ocasional, sin mayores principios que su subsistencia. En cambio, sí debe agradecerse a quienes, conscientes de que el paso por el mundo es mucho más trascendental que un contrato, un secador de pelo o el número (adulterado y comprado) de seguidores en redes sociales. La existencia humana cobra sentido si a las próximas generaciones se les despeja la pequeña parte del camino que hemos recorrido. Hay que admirar a quienes sí meten las manos en el barro, aquellos que no temen ser sancionados ni piden autorización o asesoría para expresar sus emociones: los futbolistas. De los otros solo basta recordar los eventos de 2014, y comprender que, para ellos, dirigentes, gremialistas y dueños de equipos,nada ha cambiado: esto es un negocio y el gobierno es su principal socio. Por cierto, cómo justifican sus conducta aquellos que interesadamente exigen que deporte y política -militancia partidista  es el término al que seguramente se refieren pero no lo comprenden y prefieren confundir al público- no son compatibles, cuando son ellos mismos quienes sostenían la validez de que Lula o Putin participaran directamente en la campaña para que sus países obtuviesen la sede de un evento deportivo como el Mundial de Fútbol. ¡Ah, me olvidaba! Son los mismos que callan ante el abuso y despropósito que significa que el presidente del IND, es decir, un funcionario del gobierno de la República Bolivariana de Veneuzela, sea vicepresidente de la FVF. Nada ha cambiado. El ser humano se debate entre vivir por la plata o vivir por las ideas. Cada quien en su trinchera; cada quien con su conciencia.]]>

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