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Oriana Altuve, del 23 de Enero a conquistar Colombia

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Texto: Luis Enrique Vilchez Artiles (@lvilchez8) / Fotografías: Carlos Celis

La prima de Roberto Rosales hizo historia con Independiente Santa Fe al ganar el primer título de la Liga Águila (Primera División femenina). La delantera que empezó pateando balones en el 23 de Enero, Caracas, ha ido escalando peldaños y su rugido ya hace eco en el plano internacional. Si bien el león es el rey de la selva, en el reino animal las que salen a cazar son las leonas. Esto no solo pasa en la fauna, sucedió en el último semestre del balompié colombiano. El equipo masculino de Independiente Santa Fe se tuvo que conformar con el título de la Superliga, por el mes de enero. Por esas fechas las féminas del cuadro cardenal se preparaban para dar un zarpazo en el estreno de la Liga Águila (primer torneo profesional femenino), el cual concretaron el sábado 24 de junio ante Huila. La leona que más rugió tiene sangre vinotinto y se llama Oriana Altuve. Altuve conocida por su vínculo familiar con el lateral derecho de la selección nacional, Roberto Rosales, fue la segunda máxima goleadora del campeonato con 12 dianas. Sin embargo, antes de poder gozar en las canchas tuvo que trabajar bastante para demostrar que no solo los que tienen melena son unas fieras temibles con el balón en los pies. “Jugó desde pequeña, pero no solamente fútbol sino también otros deportes. Oriana y yo siempre estuvimos en una cancha”, relató de su infancia Mario Altuve, hermano de delantera que hoy en día reside en España. Los Altuve como los Rosales se criaron en el bloque 31 del 23 de Enero, en Caracas, con la ventaja de tener una cancha al frente y una familia numerosa con quien practicar deporte. altuve02 La pasión por batear, encestar o patear un esférico partió del padre, José Antonio Altuve, quien trabaja en el Banco Venezuela y siempre se llevaba a sus hijos a los torneos interempresas. Pero el artífice de inculcarle esa pasión por el deporte estuvo cerca de ser el villano de la historia al no ver con buenos ojos que Oriana fuese futbolista. “A mi papá le gustaba que practicara un deporte de niña como el ballet, la gimnasia o natación. Estuvo en contra del fútbol al principio”, confesó Mario. Aunque con la complicidad de la madre (Stellla) y tío (Roberto “Chicho” Rosales, progenitor de Robertico) un día, a escondidas, dejó la piscina del Parque Naciones Unidas y cruzó la calle para ir practicar en el Pedagógico. No solo estaba en el sector El Paraíso, sino que sintió que llegó a él. A partir de ahí la cachorra de leona empezó a inflar redes mezclada entre niños, hasta que llegó al equipo Gulima. Con 14 años se enfrentó a jugadoras de 18 o 19 años. Todo le sirvió de fogueo para llegar a ese semillero que cada tanto le regala una alegría al fútbol criollo: Cocodrilos Sports Park. “Oriana no tiene nada que enviarle a Un Alejandro Guerra, Roberto Rosales o Ronald Vargas; es tan importante y tan igual que ellos”, aseguró Enzo Tropiano, encargado de todo lo referente al femenino y a las categorías formativas del rojo. Tropiano reveló que Altuve desde pequeña le decía que “triunfaría en el exterior” y él nunca lo puso en duda, porque considera que tiene más técnica que varios jugadores del masculino. “Tiene una técnica natural parecida a Van Basten, esa de poder parar la pelota con el pecho y dejarla pegada al empeine, para patear ahí mismo”, atizó el DT. Oriana03 En el Caracas levantó títulos, fue goleadora y subcampeona de una Libertadores. Pero bregando mucho, ya que en las mañanas iba al Pedagógico a estudiar Educación Física, en la tarde entrenaba a los juveniles de los avileños y en la noche entrenaba. El esfuerzo dio sus frutos y migró a mitad de 2016 a Colón (Uruguay). En suelo charrúa fue campeona de la liga y quedó como cogoleadora de la Libertadores. “No me sorprende para nada. Es una jugadora excelente técnica y tácticamente (…) La combinación de ella con Leicy Santos creo que es inigualable en Sudamérica”, dijo el venezolano Juan Carlos Hernández, quien fue su entrenador en Colón. Por los momentos, tras este último rugido, llena de júbilo, confesó desde Bogotá: “No me puedo creer este momento”. ¿Qué se vislumbra en el horizonte? Un partido contra el Atlético de Madrid, una beca en la Universidad Sergio Arboleda y otra Libertadores. Todos estos retos se los toma con calma, disfrutando de las vacaciones con su familia para recargar energía y volver a salir a la caza de más gloria.]]>

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