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Seis horas de cola por una entrada de beisbol

Entre cuatro y seis horas de cola tuvo que hacer la fanaticada de los Leones del Caracas y Tiburones de La Guaira para poder comprar los boletos del primer juego de la temporada 2017-2018 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, que se disputó este martes en el Estadio Universitario. Largas filas, personas coleadas, fallas en la logística y problemas en los puntos de venta fueron algunas de las trabas para quienes acudieron a adquirir sus entradas

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FOTO: EL ESTÍMULO | FELIPE ROTJES

Seis horas. Ese fue el tiempo que Alejandro García estuvo en la cola en el Estadio Universitario para poder comprar los boletos de inicio de temporada 2017-2018 de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional que comenzó este martes 10 de octubre.
Se puso su camisa de los Tiburones de La Guaira y salió a las 4:30 am del estado Vargas con destino al campo de beisbol, ubicado en la Universidad Central de Venezuela, en la capital. El aficionado de los litoralenses consiguió junto a su hermano de los Leones del Caracas el primer lugar en la cola, tras haber llegado a las 6 de la mañana al estadio, que tenía sus taquillas y kioscos cerrados. Al menos 20 personas más continuaban detrás de él en la fila.
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El día que comenzaba la pelota criolla solo habían sido publicados los precios de las entradas del equipo felino, que se cotizan hasta 396% más que la temporada anterior. Los fanáticos de los Tiburones de La Guaira desconocían los montos de los boletos. Sin embargo, García no pensaba irse con las manos vacías. “Ya vine, claro que las voy a comprar. Los fanáticos de los Tiburones vienen de tan lejos que no se van a devolver”, expresó a El Estímulo.
Eran más de las 9 de la mañana cuando se regó la voz: las taquillas serían abiertas al mediodía, con la probabilidad de que no existiera la puntualidad mencionada. Un grupo pensó sus posibilidades y se fue; a la otra mitad no les importó y se quedaron en la cola.

A las 11 de la mañana el número de personas se triplicó y los pequeños puestos dentro del estadio abrieron sus puertas. Una gran fila rodeaba parte de las instalaciones fuera del campo. Ni la hora del almuerzo ni el sol inclemente pudieron con la emoción de los fanáticos de ver jugar a su equipo en el primer partido. Algunos, más animados, decidieron comprar un vaso de cerveza para la larga espera.
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Muchos, como Andreina Álvarez, faltaron a su trabajo para adquirir los boletos. “Pedimos permiso, pero no dijimos que era para esto”, dijo acompañada de su pareja.
Pese al gran número de personas que se encontraban en el lugar, no se comparaba con los asistentes de años anteriores, afirmaron los fanáticos. “Hace unos cuantos años era peor, no cabía ni un alma y la gente hacía cola desde la noche anterior. En comparación, esto no es nada”, explicó Juan Blanco de 41, quien va al estadio desde los 15 años.
El desespero comenzaba a invadir a los aficionados. Las cuatro taquillas de tribuna fueron abiertas pasadas las 12:30 pm, mientras que los boletos para gradas estarían disponibles para las 2:30 pm. Sin embargo, la alegría por tener las entradas fue de tísico.
Las filas avanzaban a paso lento, entre birra y birra que compraban algunos. Los de protocolo pasaban tres o cinco personas por ventanilla para comprar seis boletos por cada número de cédula. “¿Qué pasa con esa taquilla que no se mueve?”, soltaban.
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Los puntos de venta convirtieron un plan de pocas horas en una odisea traumática para muchos. “Primera vez que hago una cola así para comprar entradas de beisbol. Había muchos problemas con el punto de venta y había que volver a pasar la tarjeta varias veces”, señaló Roberto Aponte.

Sin embargo, el mayor de los problemas fue otro. La viveza criolla también jugó en contra de los fanáticos que esperaban por comprar los boletos: revendedores o personas que se coleaban, todo ante la mirada cómplice de los funcionarios de la dirección de orden público de la Policía Nacional Bolivariana, quienes llegaron al lugar al menos a las 2 de la tarde, dos horas después de que fuesen abiertas las ventanillas.
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“Había mucha gente abusadora que se coleaba”, dijo Aponte. La presencia de los efectivos, mas que ayudar al proceso, lo entorpeció. La fila se detuvo por más de una hora con la explicación de que esperaban que las taquillas se vaciaran por completo para pasar más personas.
“Pasan y pasan gente y la policía no hace nada”, expresaba un joven en la cola. Otro exclamaba: “Han metido a más de 15 personas y yo llevo cuatro horas aquí”. A eso se unían los gritos de insultos e improperios dirigidos a los trabajadores encargados de los accesos a la taquilla. Ante la denuncia de una joven que reclamó la situación, uno de los funcionarios amenazó con no permitirle el paso.
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“Si siguen con el saboteo, no los voy a dejar pasar”, exclamó un funcionario. “Ni que el estadio fuera tuyo”, le respondió un fanático.

Alrededor de las cuatro de la tarde la larga fila logró avanzar en grupo de 10 personas. La logística tampoco sirvió de mucho: cada grupo era dirigido a una ventanilla, proceso que permitía que lo más alejados de la cola alcanzaran a los primeros. Cada minuto se sentía como una eternidad y realmente lo fue. Con la explicación de “se fueron a comer”, algunas ventanillas se quedaron sin empleados a quien pedirles boletos por el Caracas-La Guaira.
Después de tener las entradas en mano y con la seguridad de ver el primer juego de la pelota criolla de esta temporada, los aficionados aseguraron que los precios, uno de los temas más polémicos de esta jornada deportiva, estaban “accesibles”.
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“Eso está regalado, muy económico”, dijo sin pensarlo Juan González. “Es casi gratis, un par de zapatos cuesta más que eso. Difícil es mantenerse allá adentro”, aseguró el seguidor de Tiburones de La Guaira, quien va al estadio desde los 6 años.
“Yo prefiero comprar mis entradas y ver el juego por mí mismo, no me gusta que me lo cuenten. A veces ni siquiera lo transmiten por televisión”, expresó Eduardo Monsalve, aficionado de los Leones del Caracas. A las 5 de la tarde, la cola seguía, incluso más larga.
“Creo que me voy a quedar aquí de una vez para entrar”, consideró una persona que hizo casi cinco horas luego de comprar su entrada del primer juego de la temporada.
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