Deportes

Un fútbol de militancias

Soy un privilegiado. Puedo vivir de lo que me apasiona. Me satisface trabajar para el fútbol nacional, trasladando a las personas las emociones que genera y que a mí me atrapa. Es algo extraordinario, pero admito que, hoy por hoy y dadas las condiciones, hay algo que echo de menos: el ir al estadio como un simple espectador y disfrutar de mi fútbol sin otra preocupación que no fuera disfrutar de un partido que me emocionara.

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Fotografía: @DTCesarFarias

De un tiempo para acá, he visto desde dentro cómo muchas cosas cambian, sobre todo cuando tienes alcance con tu opinión o apreciación. Supongo que quizá esto siempre fue así, pero desde afuera antes veías las disputas internas y los errores como algo que era corregible, pero ahora me doy cuenta que es difícil, muy difícil de cambiar.
¿A qué me refiero? Recuerdo con enorme alegría cómo el país se juntó en una sola voz de apoyo a la selección nacional cuando, de la mano de Richard Páez, comenzaron a producirse resultados impensados para quienes desde muy pequeños sólo alentábamos por puro amor al fútbol a la Vinotinto.
Sin embargo, el éxito nos desbocó. A todos: a protagonistas, a involucrados, al entorno y hasta a los espectadores, quienes siempre tendrán el derecho libre de expresar sus pensamientos y sentimientos. Aquel choque de eliminatorias en San Cristóbal contra Bolivia, donde Páez fue crucificado por sacar del campo al ídolo local Luis Manuel Seijas y no a Ricardo David Páez, su hijo, marcó el inicio de la tirantez y el “si no estás conmigo, estás en mi contra” del fútbol local.
Así hasta hace unos días, los medios de comunicación creamos aquella partidización ideológica de los conceptos futbolísticos de Richard Páez y su sucesor, César Farías. Y no era un mito: o estabas con uno, o estabas con otro, un debate que se extendió hasta Noel Sanvicente, a tal punto que el hoy técnico del Caracas aseguró que durante su periplo en la selección hubo periodistas tarifados que disparaban fuerte artillería en su contra. El cambio positivo que Páez y Farías brindaron a la Vinotinto sirvió también para establecer una confrontación dialéctica estúpida, que ambos protagonistas se encargaron de sepultar con una foto tomada en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia.
Comenzaron también las rivalidades entre las aficiones, enfrentamientos absurdos entre grupúsculos con mañas aprendidas por la globalización de los medios. Un conflicto que llegó hasta la prensa: “Es que Domingues es gocho, le va a Táchira”, decían algunos (tanto así, que en una oportunidad, por esa razón, me fue negada por un gerente la posibilidad de poder trabajar como narrador en el circuito oficial del Caracas FC). Por cierto, nadie nunca me preguntó acerca de mis preferencias. Otros, que “Wuilker Fariñez es producto de la prensa rosa”, decían desde el occidente del país, tildando a los medios capitalinos de pro-Caracas FC (satanización que algo de lógica geográfica tiene).
El anterior es un ejemplo hasta infantil del alcance que ha tenido la polarización en el fútbol, en el que la militancia se ha convertido prácticamente en un requisito para poder navegar en el entorno del balompié nacional. Y hablo del fútbol de selecciones y de clubes.
Es prácticamente imposible tener una voz autónoma, que no sea vinculada con una parte u otra. Si destacas el trabajo de Rafael Dudamel al frente de la selección, eres un adulador de él y estás cuidando tu fuente, si no es que te catalogan de “tarifado”. Si criticas los males del fútbol venezolano, eres señalado desde arriba como un “destructor” del producto; si hablas de lo bueno, entonces tienes “lentes de cuero” y quieres mantener tu “quince y último”. Si disientes de las formas como son manejadas las decisiones que derivan de la FVF eres enemigo de todos ellos ahí dentro. La crítica sincera no es asumida. No: “O estás conmigo o estás en mi contra”.
En un país tan polarizado políticamente no es de extrañar que este tipo de situación alcance al fútbol, donde tantos intereses (y recursos) existen en juego. La independencia de opinión hace la credibilidad de quien trabaja en un medio. El trabajo bien hecho, con responsabilidad y sin mácula, muchas veces no es valorado ni apreciado si no manifiestas tu posición a favor de cualquiera de las partes. Pasa entre los clubes, dentro de la FVF, agentes, representantes, directivos, dentro de la selección, entre los mismos periodistas de los medios de comunicación.
Guste o no, esa es la realidad de todo lo que tiene que ver con el fútbol de aquí. ¿Sucede igual en otros países? Es altamente probable, sobre todo en Sudamérica, pero lo cierto es que es un elemento de tantos que influye directamente en el crecimiento del balompié en Venezuela. Otro de los tantos impedimentos al progreso sostenido.]]>

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