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El zapato roto que haría perder a Nike un incalculable negocio en la NBA

El marco del baloncesto universitario en Estados Unidos era ideal: Duke y Carolina del Norte marcaron con fuego la fecha en el calendario, 20 de febrero, un día en el que la NBA aún descansaba antes de regresar a la acción por el parón del Juego de Estrellas. Nada en la disciplina eclipsaría una rivalidad que está próxima a cumplir 100 años de su nacimiento y que en 2019 apuntaba a un choque de incalculable nivel.

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Fotografía: AFP

Los duelos entre Blue Devils y Tar Heels jamás pasan por debajo de la mesa; de alguna manera u otra, el deporte siempre se las arregla para que los compromisos que mayor morbo cumplan en mayor o menor medida con algún aspecto.

Pero el de este miércoles llevó las cosas más allá.

La previa calentó las cosas y puso sobre la mesa el debate sobre cómo debe ser tratado el deporte amateur; al fin y al cabo, son estudiantes los que ahí se miden, la mayoría con las aptitudes para saltar al profesional, pero que despiertan el interés de los seguidores del baloncesto de tal manera que la boletería, al menos para este duelo, se situó a precios similares al promedio de los tickets para el Super Bowl LIII.

Ese es el impacto de la rivalidad entre Duke y Carolina del Norte.

Pero este año un ingrediente especial aderezó con picante el plato fuerte del baloncesto estadounidense: Zion Williamson.

El joven de apenas 18 años que defiende los colores de los Blue Devils es la pieza a seguir. Pocos jugadores han generado tanta intensidad como él, no solo en el sistema educativo, también en la NBA, donde los conjuntos con más opciones de hacerse con la primera elección para el próximo draft planifican su campaña 2019-2020 con él en sus filas. Es el nuevo LeBron James, una máquina que aseguró ganar 100 libras en solo dos años antes de saltar a la universidad, pero cuya estructura no es problema para su desplazamiento.

La mirada de los presentes en la universidad de Carolina del Norte, casa de Michael Jordan y con la presencia del expresidente Barack Obama, estaba puesta sobre el tabloncillo cuando el génesis del choque sacó a Williamson de la cancha.

Caos. No es que un percance de este tipo no afecte a los más grandes, pero la forma en que se produjo abrió una ventana cuya repercusión podría hacer perder a una marca deportiva un contrato que parecía tener más que atado.

Apenas a los 33 segundos, el ala-pívot se deslizó y sufrió una lesión en su rodilla izquierda, molestia de la que aún se desconoce el alcance. Pero la imagen dejó una postal que por más anecdótica que pueda verse arrastra dudas y posibles impactos a la fachada de una de las casas deportivas más grandes del planeta: Nike.

Al resbalar, el zapato de Williamson se rompió y dejó expuesto su pie sobre el tabloncillo, como si se tratara de la prenda más delicada y de poca resistencia. Calidad mínima en los pies de una leyenda en potencia. En un juego entre amigos, esto no habría pasado de un chiste, pero si el que calzaba el modelo PG 2.5 es el futuro niño mimado de la NBA, entonces la marca de Oregon se metió en un enorme problema.

Con la caída las reacciones no tardaron.

Primero fue Puma, un contendiente bajo en consideración del alcance de Nike en su propio territorio, pero que al verse humillado fue víctima y no verdugo: “No habría sucedido con unas Puma”, tuiteó la marca para minutos después retirar la publicación.

Ya el daño estaba hecho. No pasaron 24 horas de la situación y el caso tapó por completo el resultado el encuentro (victoria 88-72 de Carolina del Norte), ni el tiempo que debería perderse el versátil jugador afectado en la jugada. Las críticas y burlas llovieron contra la casa deportiva y no hubo manera de frenar la tormenta. Fallar abre paso a la discusión para mejorar, pero hacerlo en el momento menos indicado es imperdonable.

Con los dedos apuntándolos de frente, la marca anunció que iniciará una investigación para dar con el problema del calzado. La conclusión llegará tarde, no hay duda. Aún así Nike seguirá mandando y marcando el camino de muchos, abrazando a las estrellas y cotizando codo a codo con las principales firmas del planeta.

Ese “hecho aislado”, como lo denominó la empresa a través de un comunicado después de la acción, será difícil de olvidar. El gigante que tantas veces caminó por encima de su competencia sin siquiera ver que los pisaba, fue más mortal y frágil que todos la noche del 20 de febrero.

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