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Eliminación preolímpica: Ni el talento puede con la improvisación

La selección sub-23 de Venezuela quedó por fuera del pequeño torneo que define a las selecciones sudamericanas que irán a Tokio 2020. Los problemas vienen desde la base, desde una federación que no termina de consolidar un proyecto a futuro para todas las categorías de la selección nacional

Venezuela quedó fuera del preolímpico por culpa de la improvisación
EFE/Ernesto Guzmán Jr.
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Otra competencia de selecciones, otra eliminación temprana. Venezuela, que en categorías menores evolucionó en cuanto a competitividad, demostrado y consolidado con el subcampeonato del mundo en 2017, parece dar pasos hacia atrás.

En el preolímpico de Colombia pintaban bastos sobre las posibilidades y las dudas se ratificaron: no se logró ningún objetivo.

La participación de Venezuela, luego de 14 años sin tener este torneo, se advertía con fatalismo. En julio de 2018 apenas a seis meses de la clasificación olímpica, no se tenía el nombre de quién se haría cargo del banquillo.

Eran tiempos en que los conflictos entre directivos de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) y el entonces seleccionador Rafael Dudamel comenzaban a ventilarse. Los esfuerzos se centraban en la búsqueda de patrocinio de una federación que admitía siempre estar al borde de la quiebra.

La preolímpica parecía un estorbo. Reunir a futbolistas sub 23 sería una hazaña, porque había que convencer a los clubes para que cedieran a sus jugadores en plena fecha de competiciones.

Era una papa caliente y ya la FVF quitó a Dudamel el privilegio de elegir los cuerpos técnicos de las selecciones menores. A varios técnicos les ofrecieron el cargo y uno tras otro lo rechazaba. ¿Por qué? Porque sabían lo difícil que era armar un plantel competitivo en esas condiciones y, además, el tiempo para trabajar y desarrollar ideas era realmente corto.

¿Improvisación? Puede ser, tanto como no definir prioridades. Amleto Bonaccorso, con dilatado paso en selecciones menores, pero cuya última experiencia en el banquillo se limitaba a haber dirigido al Managua, un club de Nicaragua hace un par de años, aceptó el reto. Valiente el merideño, un técnico muy querido y respetado en el entorno futbolístico del país.

Bonaccorso tuvo que iniciar la misma batalla que todos los técnicos de esta categoría: lograr la cesión de jugadores para enero. Además, reunir a los que podía en fecha FIFA para trasladar alguna idea. Y lo hizo, pese a que la conexión con el seleccionador absoluto era nula. Logró que algunos «descartes» de la mayor, como Hurtado y Córdova, trabajaran a sus órdenes, pero extrañamente comenzaron otros inconvenientes.

A algunos futbolistas que tuvieron el “sí”, le negaron el permiso a última hora, sobre todo los del fútbol colombiano como Graterol o Lucena. Aun así, logró contar con la sorpresiva presencia del crack de la categoría, Soteldo, por los primeros tres partidos.

En la cancha, los problemas se multiplicaron. Venezuela no mostraba una cara convincente. Sin Hurtado en el primer partido, más que el desempeño en la cancha fue la lectura del partido por Bonaccorso la que falló.

Venezuela se quedó sin atacantes cuando perdía el partido, una renuncia inexplicable a buscar el empate incluso con uno menos en el campo. A Acevedo lo expulsaron cuando estaba claro que debía ser el primer cambio del partido, y fue una de las varias causas para perder un partido del que se pudo sacar algo más.

Contra Ecuador, Venezuela fue más prudente y pudo sacar el resultado como gato panza arriba. Un partido inteligente, pero que tuvo en un rival fallón; su principal cómplice.

El gasto físico hacía ver disminuida a Venezuela, principal factor por el que se tiró a la borda un gran primer tiempo contra Colombia. En el choque decisivo, el oxígeno se acabó para la segunda mitad y la aplanadora colombiana puso de rodillas a una Vinotinto como las de otrora, sin alma y sin aire.

Otra vez: más de lo mismo. Una gran generación desperdiciada.

Si no se toman los correctivos necesarios de inmediato a nivel federativo esto va a seguir pasando. El saboteo y el desgano de los que no quieren vestir la camiseta debe sentenciarse y el nuevo seleccionador absoluto electo debe tener un plan de trabajo que se aplique para ordenar y organizar la estructura del cuerpo de selecciones nacionales.

Que se aplique, porque muy bonito que se plantee en el papel, pero de nada sirve que no se ejecute. Tiene la comisión de selecciones nacionales la responsabilidad de responder al país sobre ello (¿sabía usted que en plena negociación del nuevo seleccionador absoluto fue designado el cargo de Director Nacional de Selecciones a Charles López?)

¿Más de lo mismo? Sí. Desde aquí, no dejaremos de decirlo. No nos vamos a cansar hasta que el cambio positivo no sea producto de hazañas y no de una planificación seria y respetada.

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