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Vinotinto contra Uruguay: morirse de a poquito

La selección venezolana es penúltima. Contra Uruguay mantuvo el arco en cero, pero eso no es suficiente para un equipo que aspire, por lo menos, a ocupar el puesto de repechaje. Es una historia ya vista: tras una mala actuación, el equipo se ordena en defensa a la fecha siguiente

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EFE

El título no es mío. Se lo debemos al fatalista escritor Fernando Vallejo. Mejor repasemos la cita completa: «Lo que he ido descubriendo ahora que he ido envejeciendo es que uno no se muere de golpe si vive mucho. Ese momento, ese instante, ese paso de la vida a la muerte no es la verdadera muerte; uno se va muriendo toda la vida de a poquito cuando ve morir a quienes quiso y lo que quiso».

Pasan los años y los fanáticos y los periodistas vemos lo que le cuesta a la selección venezolana ganar tres puntos. Probablemente una de las frases que más se usará este 8 de junio será: «recuperamos el orden». Es una dinámica que se repite: luego de una derrota, de una actuación deplorable en defensa, si el arco queda en cero en el siguiente partido, se celebra lo conseguido. En este caso, el empate ante Uruguay.

Pero si vemos la tabla de clasificación, la Vinotinto (4 puntos) sigue allí, en el penúltimo lugar, novena de diez selecciones, arribita de Perú solo porque la diferencia de goles es menos deshonrosa. ¿Será José Peseiro el hombre que pueda cambiar esto? Hasta ahora, lo único que le distingue de otros procesos es la capacidad para aceptar las críticas y reconocer los errores frente a la prensa. De resto, el rendimiento sigue siendo muy parecido a lo ya visto: puntos altos (contra Chile), puntos bajos (contra Colombia y Bolivia) y puntos irregulares, encuentros que se pudieron perder, ganar o empatar (contra Paraguay y Uruguay).

Es cierto, hay que ponerle un asterisco a esta doble fecha. Las ausencias de Salomón Rondón, Yordan Osorio, Darwin Machís, Yangel Herrera y Yeferson Soteldo pesan. Sin embargo, todas las selecciones que han logrado clasificar a un Mundial, pasan por estas circunstancias. ¿Por qué Colombia pudo sacar 4 puntos de 6 con un técnico nuevo sin James, Qintero y Falcao? ¿Por qué Perú pudo conseguir tres puntos contra Ecuador (que había goleado a Colombia, sentenciando a Carlos Queiroz) sin Paolo Guerrero? ¿Mejores jugadores? ¿Mejores técnicos? ¿Mayor gen competitivo?

Solemos creer que torneos como la Copa América le dará un plus a la selección venezolana cuando fallan los amistosos. César Farías fue un ejemplo; a Noel Sanvicente no le fue mal en la edición de 2015. Las derrotas fueron por la mínima diferencia, superando a Colombia (0-1) y obligando a Brasil a hacer tiempo para defender el 2-1 Pero lo que pasó después de esa competencia demostró que no fue suficiente.

Porque pareciera que para Venezuela nunca es suficiente. Algo se cae, se derrumba, no se prende o se apaga. Va más allá de los jugadores y de los técnicos. Hay un salto de calidad que no se ha podido dar y quién sabe si se conseguirá algún día. Es obvio que hay un problema estructural. La FVF y el torneo local poco aportan a la selección. Los directivos no están capacitados para cambiar la dinámica (ya veremos cómo le va a los nuevos) y la competencia local no genera los jugadores para que las ausencias de los Rondón, Herrera, Soteldo y Machís no pesen tanto.

Dice Vallejo que uno no se muere de golpe si vive mucho. Y esa es la trágica historia de Venezuela en las eliminatorias. Son tan largas, tan espaciadas, que prolongan la esperanza (o la agonía). Pero estos partidos, como contra Uruguay, que se tienen que ganar, en casa, dan la verdadera medida de hasta dónde le alcanza la cobija. Hoy la Vinotinto se arropó los pies y no le alcanzó para la cabeza, aunque Nahuel Ferraresi estuvo a punto de decir lo contrario.

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