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¡Ya basta de la pérdida de tiempo!

Es inminente que un cambio viene y el fútbol lo sabrá agradecer más allá que se toque su esencia, la del tiempo de juego, pero ayudará a agilizar mucho lo que hoy día se va haciendo tedioso y verdaderamente atenta contra el juego

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La pérdida de tiempo en el fútbol debe ser lo más desagradable que tiene el deporte. Es antipática, desesperante, desleal, tramposa. Cuando una situación tal se vive en un campo de juego, el balompié recibe un golpe certero en el mentón.

Otros deportes seguramente tendrán pasajes similares, situaciones tales, pero en el fútbol, dicha situación lo afea y es hasta contraproducente. En el caso específico del fútbol venezolano el agravante es mayor, porque el espectáculo se ve atentado en su crecimiento. Sin embargo y muy a pesar de lo que aquí se escribe, la pérdida de tiempo muchas veces es fomentada desde los cuerpos técnicos y el muchacho viene con ese defecto en los genes.

Más allá de ser antideportiva, esta “estrategia” va contra la esencia del fútbol. Me comentaba un amigo que estuvo en un partido del campeonato brasileño, que la afición abucheaba a su propio equipo cuando realizaba pérdidas de tiempo, aun cuando estaba por delante en el marcador.

Todos alabamos el espectáculo y el vértigo con el que se juega el fútbol en la Premier League y, más allá de todos los condimentos que tiene la puesta en escena de cada partido en Inglaterra, lo esencial está en evitar perder el tiempo, en privilegiar la dinámica, la intensidad y el alto ritmo por delante de cualquier otra “estrategia”.

Aun así, de los 90 minutos que dura el encuentro, los grandes campeonatos se han encontrado con un tiempo efectivo realmente bajo: la liga española cuenta con una media de 51 minutos y 52 segundos. O, lo que es lo mismo, casi 40 minutos de un partido se pierden por diversos motivos.

FIFA y Conmebol han impulsado con rigurosidad que los árbitros colaboren en evitar la pérdida deliberada de tiempo. Amonestaciones, evitar simulaciones, dejar correr jugadas de mínimo contacto, agilizar el fútbol, han sido las medidas para evitar este “flagelo” que nos ha contaminado. Los astronómicos tiempos de reposición en el pasado mundial de Catar apuntan hacia el objetivo de brindar mayor tiempo de juego efectivo al fútbol.

Sin embargo, atacar en la copa del árbol este asunto será poco efectivo cuando desde las raíces no se hace. El “ganar como sea” es premisa, sobre todo en el fútbol formativo de nuestro país, por lo que esta clase de artimaña, que si bien no es ilegal, es lo suficientemente anti ético como para condenarla. En la formación del futbolista debe privilegiarse el juego limpio, evitar el engaño, arrimarse a la buena intención.

Sin embargo, es necesario atender inmediatamente la situación en la alta competencia. En Colombia, por ejemplo, los equipos del campeonato de Primera División tienen bonificaciones cuando su tiempo de juego efectivo es mayor. Si bien es una medida algo subjetiva, sirve para estimular que los equipos se preocupen por evitar la pérdida de tiempo con un incentivo.

La IFAB (International Football Association Board), que es el organismo encargado de reglamentar el fútbol, trabaja en dos ideas. Primero, establecer un criterio más estricto del control del tiempo perdido, lo que llevaría a periodos de “tiempo extra” mayor a los acostumbrados como ocurrió en el Mundial de Qatar y segundo, detener el reloj en una serie de acciones donde el juego se para, como los festejos de goles, sustituciones de jugadores, chequeos de jugadas en el VAR y lesiones. Esta alternativa obligaría a modificar la duración de cada etapa de juego.

Es inminente que un cambio viene y el fútbol lo sabrá agradecer más allá que se toque su esencia, la del tiempo de juego, pero ayudará a agilizar mucho lo que hoy día se va haciendo tedioso y verdaderamente atenta contra el juego.

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