Economía

Ocho meses puede tardar un carro asegurado en el taller

Cerca de 200 centros de reparación han cerrado en los últimos 18 meses debido a problemas financieros, en parte por la negativa de las aseguradoras a reconocer el alza de los costos operativos.

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Carlos Betancourt puede hablar con propiedad de la calamidad que representa chocar el automóvil. A punto ya de vencerse su póliza de seguro, desde hace siete meses espera que su vehículo sea admitido por el taller escogido entre los pocos que aun trabajan con su aseguradora, local que no recibe el auto hasta tanto la empresa de seguros entregue todos los repuestos necesarios.

El caso no es aislado y forma parte del corolario de un sector fuertemente aquejado por la crisis que vive el país, donde la falta de repuestos, el aumento de los costos de producción y las dificultades que enfrentan con las aseguradoras, ha llevado a que los tiempos de permanencia de un vehículo para una reparación de gran envergadura oscile entre 4 y 8 meses, tres veces más respecto al promedio habitual de dos meses que se tenía tres años atrás.

“No se reciben autos con colisiones grandes hasta que se tengan todos los repuestos por el elevado costo que significa tener una auto ocupando un puesto en el taller”, señala José Manuel González, presidente de la Cámara Nacional de Talleres Mecánicos (Canatame), quien precisa que el promedio señalado corresponde a autos asegurados, mientras que si se trata de reparaciones efectuadas con recursos del propietario, el promedio de permanencia oscila entre uno y dos meses.

La diferencia radica en el largo proceso de obtención de piezas por parte de las aseguradoras, empresas que obligan al cliente a casarse con los talleres asociados, una práctica que viola lo dispuesto en la Ley de Defensa de los Derechos Económicos y que ha sido insistentemente denunciada por Canatame. “El cliente debe tener el derecho de escoger el taller de su preferencia, no el que fije la aseguradora”, dice González.

Al reconocer que la escasez de repuestos es una realidad alarmante, el líder gremial señala que debido a la coyuntura se ha hecho habitual que sea el cliente quien ubique las piezas necesarias, llegándose al punto de que las mismas aseguradoras conminan al asegurado a buscar los repuestos a fin de acelerar la reparación.

Esto conlleva a otra dificultad: la calidad de los repuestos que se están incluyendo en los vehículos. “En el mercado no hay repuestos y lo que se consigue a través de internet es de dudosa calidad”, dice González. De allí que muchos talleres garanticen solo la mano de obra pero no la pieza colocada, que en caso de dañarse no es reconocida por el seguro por tratarse de un insumo no suministrado por la empresa, lo que significa que es el cliente quien asume el costo.

– Todo sube –

Escasez de insumos, fuertes incrementos de los costos de producción y caída de la demanda del servicio figuran entre las principales razones del negativo balance que presenta el sector en los primeros seis meses del año: cerca de 50 talles cerrados por aprietos financieros, que se suman a los cerca de 150 que bajaron su santamaría en 2014, una cifra pequeña frente a los aproximadamente 30.000 talleres (formales e informales) que se estiman existen en el país, pero que habla de la crisis que vive el sector.

Tras recordar que la industria de la reparación automotriz se divide en dos subsectores: mecánica y latonería y pintura, José Manuel González señala que en el primer caso es innegable que la escasez de repuestos ha traído serias dificultades.

“Es preciso que se garantice una mayor disponibilidad de repuestos para aligerar la reparación e incluso bajar los costos, y no solo de repuestos importados sino también de los nacionales”, dice, cuya opinión guarda relación con la escasez de alrededor de 80% en piezas importadas, según la Cámara de Comercio de Autopartes (Canidra), así como con las fallas de piezas manufacturadas en el país denunciado en junio por 84% de los afiliados a la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotrices (Favenpa).

Respecto a latonería y pintura, la situación no es menos dramática. Hace apenas dos semanas, González señalaba que en lo que va de año el alza en pinturas alcanzaba 300%, a lo que debe sumarse el aumento de 80% adicional anunciado por los proveedores esta semana.

– No reconozco, luego existo –

Sin embargo, esto no es reconocido por las aseguradoras, cuya relación representa hasta 80% de los ingresos que percibe un taller especializado en latonería y pintura. De hecho, según las estimaciones hechas por Canatame antes del aumento en ciernes, el costo de reparar una pieza de latonería (una puerta, por ejemplo) oscila entre 20.000 y 22.000 bolívares, monto hasta 100% por encima de lo reconocido por las aseguradoras, que estiman el precio entre 10.000 y 14.000 bolívares.

“Se utilizan parámetros desfasados que nada tiene que ver con la realidad”, dice el vocero, quien recuerda que además del alza de los insumos otros costos han tenido importantes alzas este año, como el 30% en la mano de obra, 50% en electricidad y más de 100% en el mantenimiento de equipos, entre otros.

Esto ha hecho que el costo promedio de la hora de trabajo en un taller se ubique actualmente entre 2.800 y 3.500 bolívares, un alza considerable respecto a los Bs 1.500 que tenía un par de años atrás.

Según Canatame, este desconocimiento por parte de las aseguradoras tiene parte de su sustento en la violación que comenten estas empresas al utilizar evaluadores de pérdida (mejor conocido como perito) no autorizados por la Superintendencia de la Actividad Aseguradora, otra denuncia de la cámara que ha tenido oídos sordos entre las autoridades.

– Punto final –

El colofón de esta historia llega por el lado menos esperado. Como cualquier actividad que mezcle pigmentos, entre las sustancias que utilizan los talleres mecánicos está el thinner, diluyente universal por excelencia cuya utilización prohíbe la Ley Orgánica de Drogas y origen de la investigación a la que están siendo sometidos todos los locales del ramo.

El presidente de Canatame explica que la Ley obliga a todo taller a inscribirse en el Registro de Sustancias Químicas Controladas, el cual estuvo inactivo entre 2012 y 2014, por lo que cual muchos locales no pudieron apuntarse y los llevó a un a supuesta violación a la norma.

Además, cada taller debe llevar un libro de reporte diario sobre el uso del diluyente, una imposición que según Canatame es muy difícil seguir por la mayoría de los locales pues se trata de centros pequeños manejados de forma muy precaria.

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