Economía

Operativos antiterrorismo en Bruselas afectan a comercios

Bélgica será famosa por su chocolate y cerveza, pero las medidas de seguridad impuestas en la capital belga por un máximo nivel de alerta dejan un sabor amargo a muchos visitantes y comercios.

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Aunque pocos dudan de la necesidad del gobierno de proteger al público de un atentado como el ocurrido en París —que los funcionarios han advertido que es una amenaza “seria e inminente” en Bruselas— algunos propietarios consideran que los intentos de blindar la ciudad son demasiado drásticos.

Los centros comerciales están casi desérticos desde que se impuso la alerta el sábado y los límites se vuelven más problemáticos cada día conforme se acerca la temporada navideña.

Los centros turísticos más allá de Bruselas también sienten el golpe y un crucero en Zeebrugge, cerca de Brujas, incluso decidió saltarse un paseo.

“No es una muy buena decisión”, dijo Esther Willems, vicegerente de la chocolatería Galler en el corazón del centro de Bruselas. “En los últimos dos días sólo hemos tenido unos 10 u 11 clientes”. Normalmente tendrían unos 100.

La alerta ha cerrado los metros y escuelas de la capital. Autoridades recomiendan que los populares distritos comerciales sean cerrados y aconsejaron a la gente evitar espacios públicos ya que podrían estar bajo la mira de atacantes. El gobierno belga indicó que la alerta de peligro permanecerá hasta el lunes al menos que haya un avance importante, aunque las escuelas y transporte público comenzarán a reabrirse el miércoles.

El lunes, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió una alerta de viaje al aumentar las amenazas terroristas a nivel mundial.

Es muy pronto para saber cuánto afectarán económicamente las medidas, pero algunos negocios ya sienten el golpe. Los expertos tienen la esperanza de que sólo sean temporales.

“Si (el gobierno) decide el lunes reducir el nivel de alerta, esperaría que se retomen las actividades normales con bastante rapidez y que se recuperen las pérdidas”, dijo Michael Dooms, un profesor de negocios en la Universidad de Bruselas.

Con muchas tiendas cerradas en el centro de Bruselas, Rachel Van der Veken de la cafetería Maxi-Bagi en el Passage Du Nord es una de las pocas abiertas. “No quiero que nadie más decida mi vida”, dijo. “Si me quedo en casa y acepto esta situación es como si aceptara lo que dicen los terroristas”.

Los comercios dependientes del turismo han sido particularmente afectados.

Zerif Gan, quien tiene una tienda de recuerdos en el lado opuesto de la usualmente muy transitada calle de la Bourse, dijo que no tuvo un solo cliente en todo el fin de semana. “No puedo seguir así”, comentó. “Estamos en el centro de Bruselas, pero incluso aquí no hay nadie”.

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