Cerca de 100 comercios saqueados en Cumaná; otros 10 afectados en Trujillo; varios camiones desvalijados en la redoma de Petare; turba irrumpe en depósitos de alimentos en San Cristóbal… Cómo reguero de pólvora, la ola de saqueos se ha intensificado en los últimos días, y ante ello los comerciantes y transportistas sienten que poco o nada pueden hacer para evitar ser víctimas de un hecho tan espontáneo como devastador.
“No podemos hacer nada ante eso. Lo único es rezar para que no pase nada”, afirma Isabel, encargada de un frigorífico en la zona de La Candelaria de Caracas, quien asegura no disponer de un plan específico ante la arremetida de una turba. Por lo pronto, su única medida de resguardo es mantener una sola puerta del local abierta. Las restantes permanecen cerradas a cal y canto.
Sin importar el ramo del negocio o el tamaño del local, el temor al saqueo se ha instalado entre los comerciantes nacionales, quienes se sienten vulnerables ante un hecho que puede desatarse en cualquier momento y para el cual no se cuenta con un protocolo a seguir.
“Es un fenómeno social que denota descontrol y no hay forma de prevenirlo”, afirma Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas, para quien los comerciantes se han convertido en el chivo expiatorio de los desaciertos que en materia económica han tenido los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
Al afirmar que no existe un plan que permita enfrentar un hecho fortuito e imprevisto, Maldonado señala que el comerciante carga con una culpa que no le corresponde, por lo que una de las pocas acciones que el gremio puede emprender es hacerle entender a la población que atentar contra un local comercial es atentar contra la distribución misma de alimentos.
“Queremos seguir haciendo lo que sabemos hacer que es vender, lo haremos hasta donde podamos”, acota Maldonado, al tiempo de recalcar que el tema de la seguridad compete en exclusiva a los organismos del Estado y no a los comerciantes.
– Pocas luces –
“El saqueo se evita cuando cada quien tenga el producto que necesita en la que cantidad que desea”, afirma Cipriana Ramos, presidenta de Consecomercio, aludiendo así a la necesidad de incrementar la producción nacional y elevar las importaciones en la cantidad suficiente como única alternativa para evitar desmanes como los vistos en los últimos días.
Tomar “las previsiones del caso” y estar en contacto con las autoridades locales, es la recomendación inmediata que la cúpula gremial puede hacer a sus afiliados.
Pero a Luis G., dependiente de una tienda de la red de pequeños supermercados De Paso, la recomendación poco vale de algo. “Cada vez que llega algún producto que escasea creemos que ese día puede ser el de saqueo”, dice el joven, quien con una evidente carga de temor en los ojos afirma que la empresa no cuenta con un plan a la hora de enfrentar una poblada.
Tampoco lo tiene la Cámara de Comercio de Margarita, cuyo presidente Teodoro Bellorín, afirma que por seguridad, ningún comerciante va a exponer el tipo de acción que acometería a la hora de un saqueo. “Además, nadie sabe cuándo se dará ni cómo reaccionará”, dice.
Algo similar se dice desde el sector de supermercados y autoservicios. “Son estrategias que se manejan a lo interno y entre los afiliados. No podemos revelar esos planes pues eso sería dar a conocer las estrategias que se tienen”, afirma una fuente que prefiere el anonimato.
Igual opinión sostiene la presidenta de la Cámara de Comercio de Maracaibo, Amaya Briner, quien señala que aparte de la palabra empeñada de los directivos de cuerpos de seguridad del Estado respecto a atender cualquier emergencia, los comerciantes solo cuentan con sus propios medios para resguardar sus propiedades ante hechos de violencia.
Entre las medidas que están aplicando los comerciantes marabinos están el cerrar sus puertas entre 4:00 pm (los independientes) y 6:00 pm (centros comerciales); reforzar los sistemas de seguridad física y contratar servicios de vigilancia privada. “Son gastos extra que estamos haciendo pese a la caída de las ventas”, dice Briner.
– Evito, luego subsisto –
A Juan, propietario de un camión refrigerado, la crisis le ha cambiado su visión de negocio. “Hay rutas que ya no toco y trato de tomar clientes solo en zonas seguras”, dice el repartidor de productos lácteos y jugos, añadiendo que no se trata solo de evitar barrios sino también urbanizaciones “calientes” del este de Caracas, como Los Ruices o La Urbina.
Al respecto, una fuente ligada a una importante empresa de alimentos que pidió anonimato, asegura que desde el sector industrial se están realizado reuniones de coordinación con la Fuerza Armada Nacional para el resguardo de los camiones que transportan alimentos, víctimas en los últimos días de secuestros y saqueos por pobladas que exigen comida para sus comunidades.
Otras empresas están aplicando medidas puntuales. En caso de detectar tumultos en la tienda a la que estaba destinada la mercancía, los choferes tienen indicaciones de desviar la ruta hacia otros locales que ofrezcan mayor seguridad. También se está evitando circular de noche y evitar transitar en horas pico en zonas que se consideren inseguras.
Algunas empresas y conductores independientes han optado por eliminar cualquier aviso publicitario o alusión al tipo de mercancía que transportan, mientras que otros han acudido al caso extremo de circular con las puertas abiertas de las unidades. De esta manera, posibles saqueadores pueden determinar el tipo de carga que traslada o si la unidad está vacía.
Pero la frase de Gabriel, propietario del cada vez más vacío abasto El Placer en Los Dos Caminos, resume todo el desasosiego que reina entre quienes venden algún tipo de mercancía: “¿Qué podemos hacer frente a un saqueo? Nada. Solo rogar que no nos toque”.