Rafael Ramírez llegó al gobierno de la mano de Hugo Chávez, quien le confió el entonces Ministerio de Energía y Minas en 2003 y un año después la presidencia de Petróleos de Venezuela, la principal empresa del país.
Fue el protagonista de la transformación de Pdvsa, rankeada alguna vez como la tercera corporación petrolera del mundo. Estuvo a cargo de la ejecución del cambio ordenado por Chávez en 2006 de los contratos de las asociaciones estratégicas para la Faja del Orinoco y los convenios operativos para la reactivación de campos marginales y proyectos de exploración a riesgo, bajo la figura de ganancias compartidas.
Se migró a las empresas mixtas de producción en las que Pdvsa se reservó la mayoría accionaria. La decisión le valió a la empresa estatal varias demandas ante organismos internacionales, algunas de las cuales fueron ganadas por las compañías extranjeras afectadas con el cambio de reglas.
El manejo simultáneo del ministerio de la cartera petrolera y minera y de Pdvsa le dio el poder que ningún otro funcionario ha logrado en la industria petrolera.
A Ramírez –ingeniero mecánico de formación– le tocó administrar los mayores ingresos por exportaciones petroleras que haya tenido gobierno alguno en Venezuela. Sin embargo, las directrices de Miraflores llevaron a Pdvsa a endeudarse a niveles nunca vistos para financiar un gasto social improductivo que le diera réditos electorales.
El otrora hombre fuerte de Chávez no solo contrató deuda a través de Pdvsa, lo hizo también con Citgo, la filial en Estados Unidos que ahora soporta parte de bonos de Petróleos de Venezuela que cayeron en default en noviembre.
Pero también durante la gestión de Ramírez se liquidaron varios de los activos en el exterior y se estatizaron empresas de servicios que hoy pasan factura al rendimiento de la corporación estatal sumida en un estado deplorable por falta de inversión y corruptelas y con niveles de producción de hace 28 años.
Los señalamientos por malos manejos de los fondos de la principal empresa del país no son nuevos. Desde hace 10 años, diputados de oposición los denunciaron ante la Asamblea Nacional, en ese momento en manos del chavismo, por lo que se hizo caso omiso a las peticiones opositoras.
Se modificaron algunas leyes para favorecer los gastos del gobierno central y en otros sencillamente se ignoraban disposiciones legales o constitucionales, con tal de que Pdvsa funcionara como la caja chica de la llamada «revolución».
Se crearon cientos de empresas no vinculadas al negocio petrolero – alimentos, transporte y construcción, entre otras– y fueron adscritas a Pdvsa.
Pdvsa se convirtió en un verdadero monstruo durante los 10 años que estuvo al frente Rafael Ramírez, el mismo que para demostrar lealtad a Hugo Chávez, amenazó con despedir a los empleados de Pdvsa que no estuvieran de acuerdo con el gobierno.
«Esta nueva Pdvsa que nació al calor del paro petrolero es bolivariana, es roja y está resteada con Chávez» (…) «Se lo decimos de manera directa para que no haya sorpresas cuando tengamos que tomar las acciones para alinear las fuerzas de estas empresas para defender los intereses supremos de este pueblo».
«Aquí somos rojo rojitos», dijo en un acalorado discurso político desde Pdvsa, durante la campaña electoral de reelección de Hugo Chávez en 2006.
Ramírez y su entorno han sido vinculados a varios escándalos. El sobreprecio en los seguros contratados en el caso de la refinería de Amuay, en la que en 2012 se produjo una explosión que dejó varios muertos y heridos; el desfalco al fondo de pensiones de los jubilados de Pdvsa entre 2009 y 2010, el blanqueo de capitales a través de la Banca Privada d’ Andorra y la estafa de $1.000 millones perpetrada por Roberto Rincón, por citar unos cuantos.
Varias de estas causas se abrieron en Estados Unidos y España. Sus protagonistas están en prisión en ambas naciones.
– La caída de los precios y… de Ramírez –
Ramírez contó siempre con la bendición de Chávez, pero a su muerte, los grupos de poder comenzaron a presionar. Así, el todopoderoso, que incluso decidía sobre la materia cambiaria, comenzó a perder peso dentro del entramado del gobierno de Nicolás Maduro.
A pesar de llegar a ser el vicepresidente del Área Económica en 2013, presidente de Pdvsa y ministro de Petróleo y Minería al mismo tiempo, su pragmatismo comenzó a ser incómodo para los círculos de poder que tomaban posesión tras el fallecimiento de Chávez.
Ramírez buscaba resolver algunos de los entuertos de la economía. Restructurar la deuda externa, la venta de Citgo por 15.000 millones de dólares, el freno a la inflación y la unificación del tipo de cambio eran planes del hombre fuerte de la economía que el propio Maduro torpedeó.
En julio de 2014 Ramírez preparó una reunión en Londres con representantes de la banca internacional en busca de acuerdos para reestructurar de ladeuda. Pero repentinamente fue suspendida.
Iniciaba a la par el fin de la era dorada de los precios del petróleo y se profundizada el colapso de los controles sobre la economía venezolana.
Desde entonces, el destino del militante del Partido Socialista Unido de Venezuela, estuvo signado por la incertidumbre en un primer momento, pero con la certeza de que en algún momento se le cobraría sus opiniones en contra de la política económica de Maduro.
Al esquivo Ramírez se le dio el 2 de septiembre de 2014 el decoroso cargo de canciller de la República, al frente del cual estuvo poco más de tres meses. El 26 de diciembre, el nombre de Rafael Ramírez figuraba en la Gaceta Oficial como el nuevo embajador de Venezuela ante la Organización de Naciones Unidas, en Nueva York.
Allí comenzó el fin del poder de Ramírez. En 2017 el Ministerio Público empezó a divulgar casos de corrupción en la petrolera. Con la salida de Luisa Ortega de la Fiscalía y la llegada de Tarek William Saab, se ventilan corruptelas, la mayoría de ellas relacionadas con Pdvsa.
Uno tras otro empezaron a caer los hombres de confianza de Rafael Ramírez. Ballenas y tiburores, según los calificó Saab para referirse a los peces gordos, entre los que se cuentan Eulogio Del Pino y Nelson Martínez que se mantuvieron al frente de la industria petrolera después de la salida de Ramírez y hasta finales de noviembre de este año, cuando fueron destituidos de sus cargos y detenidos por presunta corrupción.
Era cuestión de tiempo para que el presidente Maduro llegara hasta Ramírez, lo cual ocurrió este lunes 4 de diciembre, cuando el jefe de Estado le pidió su renuncia.
Pierde así la inmunidad que le confería el cargo diplomático que desempeñaba. Queda por ver cuál será la próxima jugada del gobierno o la del propio Ramírez.