Opinión

Los 7 pecados capitales de algunos economistas venezolanos

La catástrofe económica que vive el país no tiene precedentes: la destrucción de la capacidad productiva, la hiperinflación, la depresión, el empobrecimiento masivo de la población, definen en su conjunto a uno de los desastres económicos más grandes en la historia de la humanidad.

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Pdvsa
Por Boris Ackerman @Boris_Ackerman / Foto: Miguel Gutiérrez / Efe

Sin que haya ocurrido una guerra, la economía del país se ha hecho trizas, es así como se hace pertinente voltear la mirada al gremio que ha tenido la responsabilidad de imponer sus ideas, de convencer a quienes detentan y han detentado el poder de utilizar las herramientas más eficientes y el conocimiento más elevado para proponer y tomar las mejores decisiones.
Sin embargo, es un gremio que ha pecado por acción y por omisión. Por acción en los momentos en que algunos economistas ocupando altos cargos en la administración pública han fracasado en sus manejos y por omisión al no ser lo suficientemente duros y convincentes denunciando y atacando las políticas tomadas por los distintos gobiernos y logrando que el rumbo del país se enderece.
A continuación y en cierto tono de sarcasmo, se enumeran los pecados capitales que han cometido mis amigos (y algunos que no lo son tanto) economistas venezolanos.
Es bueno aclarar que no actúan y piensan así. No obstante, hay que insistir en que los que han nadado contra corriente o no son la mayoría o han sido puestos de lado.
1.- Avaricia – Pdvsa
Para la mayoría de los economistas del país, Pdvsa en manos del Estado es intocable, y cualquier llamado a que la estatal petrolera pase a manos de la gente es algo considerado como la más aberrante expresión anti-nacional. Pero la realidad que se constata nos dice que se trata de una empresa que el Estado ha llevado a la quiebra. Y el tema es sencillo, Pdvsa se encuentra actualmente en su peor condición financiera simplemente porque sus propietarios, es decir, los venezolanos no tienen ningún poder de voto o de decisión sobre ella.
En Pdvsa se ha hecho realidad uno de los problemas más estudiados en las finanzas que es el problema de agencia, el cual consiste en que si alguien maneja algo que no es suyo, siempre obrará a su favor. Para combatir el problema de agencia, los modelos que se plantean hacen énfasis en el balance de poder dentro de un gobierno corporativo y para eso es necesario que los accionistas tomen un papel de supervisión y control. Eso será muy difícil o imposible si sigue en manos del Estado, los avaros en este caso son quienes no desean entregarles las acciones de Pdvsa a los ciudadanos.
2.- Envidia – No valorar la iniciativa privada como eje del desarrollo
Todos o al menos la gran mayoría de los planteamientos económicos en la Venezuela contemporánea ponen al Estado como eje central del desarrollo, colocando al individuo en segundo plano. Frases que provienen de la democracia cristiana como “tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario” de Konrad Adenauer han sido tergiversadas por los economistas y políticos e interpretadas como “tanto Estado como sea posible, tanto mercado como sea lo mínimamente necesario”.
En palabras sencillas, muchos economistas venezolanos no creen en los mercados, estigmatizan a los empresarios locales haciendo énfasis en su especial carácter de “especuladores” que los diferencia del resto de empresarios del planeta. No se perdona el éxito y se critica la riqueza aunque esta haya sido trabajada arduamente o producto de la innovación creadora.
3.- Gula – Soberanía alimentaria
Una de las banderas levantadas por generaciones de economistas es la famosa soberanía alimentaria, es decir, un supuesto autoabastecimiento autárquico de alimentos. La realidad es muy distante, se vive en un mundo globalizado en donde las semillas pueden venir de un país, las maquinarias de otro, los fertilizantes de un tercero, los animales de cría de distintos sitios y las infraestructuras de explotación de cualquier lugar. Así mismo, los costos de producción dependerán de múltiples factores que van desde el clima hasta la infraestructura.
En realidad, los países que mejores índices de nutrición poseen, importan y exportan grandes cantidades de alimentos, exportan lo que son capaces de producir eficientemente e importan lo que les es más barato y mejor afuera.
Sin embargo, el discurso de muchos economistas venezolanos sigue desfasado de la realidad mundial y se sigue insistiendo en desarrollos ineficientes y costosos, muchos terminan en fracasos que ponen a la gente a pasar hambre. Hay que recordar que una de las banderas de Agropatria es la soberanía alimentaria, siendo sin duda el pimentón una hortaliza clave en dicha soberanía.
4.- Ira – Reacción a las críticas
Hace poco fui expulsado de un grupo de Whatsapp, teóricamente dedicado a la reconstrucción del país, por un pecado de ironía que desató la ira de un reconocido economista. El individuo se dedica a recopilar y publicar en su página web algunos datos del BCV, específicamente de índices de precios, y al emitir mi opinión de que el darle valor a esas cifras es una pérdida de tiempo, el señor respondió con un argumento basado en correlaciones de los incrementos mensuales con los que se presentan en los valores de la canasta básica.
Mi respuesta fue sencilla, se trata de simple numerología sin valor y que si deseaba hacer un buen ejercicio para verificar la validez del índice de precios que presenta el BCV, debería venderme su vivienda al costo de adquisición ajustado por dicho índice. No saben la gracia que me provocó la indignación de tan reputado y serio profesional. Exigió mi expulsión inmediata del grupo por una “falta de respeto” de tal magnitud, medida que se tomó de facto. Al final, deseo lo mejor al grupo, pero me permito cuestionar sobre su verdadera capacidad de reconstrucción cuando ni siquiera se aceptan cuestionamientos.
5.- Lujuria – Banco Central de Venezuela
Una de las instituciones que más daño ha hecho a la economía del país, es el BCV, un banco central que se ha dedicado a la emisión masiva de dinero para tapar los huecos o déficits de gobiernos populistas, sin limitarse ni advertir los perniciosos efectos de esa política. El emitir dinero sin que esté respaldado en divisas o al menos en una mayor producción de bienes o de servicios en el país, equivale a sacarle dinero del bolsillo a quienes sí han trabajado por ganárselo y eso es lo que ha hecho el BCV por más de 40 años. Quien se preste a dirigir una institución que le hace tanto daño a tanta gente, sencillamente no actúa en forma ética y algunos comportamientos lujuriosos resultan sin duda, corolarios de carencias morales.
6.- Pereza – Ignorar elementos distintos al cálculo económico
Un muy afamado y valorado economista hace ya varios años insistía en que el dólar paralelo debería bajar estrepitosamente de precio cuando su valor aún estaba en rangos de Bs 100. Luego repitió la misma predicción cuando el dólar paralelo se ubicaba en niveles de Bs 400. Lamentablemente el rumbo del dólar paralelo no obedeció en lo absoluto a sus pronósticos y más bien continuó su vertiginosa carrera alcista. Si alguien le hubiera obedecido, habría perdido hasta su forma de caminar ¿Dónde estuvo el pecado? El desliz estuvo en no ponderar la naturaleza de determinados individuos, en no contar con que las estimaciones econométricas basadas en cifras y proyecciones no bastan, que hay que entender cómo piensan los que toman decisiones, conocer su psicología y sus valores.
Es necesario salir por un rato de las aulas, hablar con el hombre de la calle, y también abrir libros de autores que pertenezcan a corrientes diferentes, leer un poco de historia, en fin, beber de otras fuentes. La pereza en ese caso consiste en limitar el análisis a las herramientas aprendidas y no dedicar tiempo y esfuerzo a buscar otros mecanismos de predicción.
7.- Soberbia – Insistir con los controles
El último y quizás uno de los más serios pecados capitales de los economistas tanto de gobierno como en la mayoría de los casos de oposición, tiene que ver con los controles. Desde hace décadas, la solución de los problemas se fundamenta en creer que controlando se arreglan los problemas, se controlan precios, se controla el tipo de cambio, se controla el paso por la frontera de mercancías y se controla el tránsito de las mercancías por el territorio. Ese afán de controlar lleva a más y más controles sobre la población y sus actividades. Y lo único que refleja es una profunda soberbia de quienes dirigen las políticas al creer que manejan mejor las prioridades y los criterios que los ciudadanos que habitan el país.
Creen saber cuánto debe costar algo, cuánto hay que producir, qué puede movilizarse o venderse y qué no. Para que al final los controles terminen siendo aprovechados por unos cuantos oportunistas o por personas allegadas a quienes los diseñan y ejecutan para ampliar sus caudales.]]>

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