Opinión

El año MCM

Se cumple un año de la realización de elecciones primarias abiertas para escoger una candidatura unitaria en el campo opositor de Venezuela. El amplio triunfo de María Corina Machado en aquellas votaciones del 22 de octubre de 2023 parece haber abierto una nueva etapa en la lucha política, esta vez anclada fundamentalmente en la estrategia electoral

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María Corina Machado

Salvo en las campañas que construye en su contra el chavismo, se ha ido borrando de la memoria colectiva la imagen de una María Corina Machado de otras épocas, en las que si bien tenía claridad sobre el objetivo central de su estrategia, que ha sido y es lograr un cambio democrático en Venezuela, sus acciones y sus propuestas de acción no pasaban siempre por la ruta electoral.

El sociólogo Tulio Hernández escribía hace un par de décadas, en los años de alta tensión y conflictividad entre 2002 y 2004, que en la salida de Hugo Chávez del poder sería tan importante el fondo como la forma. Y esto de capital importancia para pensar en lo que vendría después, una vez se alcanzara el cambio. No era una necedad intelectual colocar aquello en discusión tras el desastroso golpe de Estado de abril de 2002.

Lo que fue, posiblemente, la mayor presión ciudadana en las calles, terminó en un choteo palaciego, que dio paso a un fortalecimiento del chavismo en los años subsiguientes.

Pasado lo pasado, con el correr de los años, María Corina Machado fue emergiendo como una referencia política, tras haber protagonizado una importante gesta ciudadana precisamente en defensa del voto, desde la asociación civil Súmate.

Parecía un contrasentido de que quien se había distinguido por la defensa a ultranza de la voluntad popular desde la ONG, y quien además resultara la diputada con más alta votación popular en 2010, tomara distancia de la estrategia electoral. Obviamente construir una ruta electoral contra quien está aferrado al poder por encima de cualquier cosa, no es asunto de coser y cantar.

Pero vistas en la distancia las posiciones de Machado, por ejemplo, en lo que fue “La Salida” que le valió la cárcel a Leopoldo López, o su alineamiento con la tesis de que debía ocurrir una actuación militar foránea, o en años más recientes su negativa a ir a unas elecciones mientras Nicolás Maduro estuviese en el poder, todas eran a fin de cuentas estrategias distanciadas de organizar una fuerza ciudadana en torno al voto.

Resumidamente, se apostaba a que el cambio ocurriera por otras estrategias, acciones, actores, y una vez desalojado Maduro del poder, entonces pasar a organizar unas elecciones limpias, transparentes y equitativas. El cambio estratégico consiste en pasar a fortalecer un tejido electoral que movilice a los ciudadanos en torno al voto y que una expresión mayoritaria del cambio contribuya decididamente a la transición.

“Sólo los estúpidos no cambian de opinión”, no sólo es una frase que popularizó Teodoro Petkoff, dado que ésta iba a tono con su propia trayectoria pública, sino que en el fondo constituye una suerte de mantra para la acción política en los tiempos que corren. No sólo es líder aquel que logra convencer a una mayoría de una idea, de su idea, sino que también ejercen liderazgos aquellas personas que logran identificar el alma, el estado de ánimo popular, y ponerse a tono con éste.

Tal cosa es lo que ocurrió con María Coria Machado. Sin mucho aspaviento, ella dio un giro estratégico en su posicionamiento que le llevó a comulgar con el deseo de cambio que está presente entre los venezolanos y que, en el imaginario popular, el predominante, es un cambio como resultado de una elección.

Chávez se hizo figura pública, sin duda, por su intento de golpe en 1992, pero el Chávez que llamaba a la abstención en 1996, como estrategia para dejar en evidencia la ilegitimidad del modelo de 1958, chocó con la realidad popular. La gente en realidad quería ir a votar para que se produjera un cambio. Cuando Chávez logró captarlo y aprovechó los errores garrafales de la clase política tradicional en aquel 1998, se hizo de la presidencia con amplio respaldo.

Teníamos una democracia plena, aunque imperfecta, pero democracia, al fin y al cabo, y quienes ocupaban el poder de forma pacífica y civilizada dejaron a Hugo Chávez en la presidencia.

La película del 28 de julio de 2024 no iba a ser la misma que la de 1998. Sin embargo, la ruta electoral como estrategia central de Machado ha sido un hito de primer orden para terminar de desnudar el carácter autoritario del poder en Venezuela.

Lo que ha quedado en el imaginario colectivo, dado que todos lo presenciamos de una u otra forma, es un país donde una clara mayoría de un 70% quiere un cambio. Ese 28J, como nos decía el jesuita Pedro Trigo en una reciente entrevista en línea, el pueblo venezolano se asumió en su condición de ciudadano.

Si el 28J es y será una fecha emblemática en este largo recorrido que tenemos como sociedad, no podemos pasar por alto esta otra fecha el 23 de octubre de 2023, cuando tuvieron lugar las elecciones primarias.

Ya en aquel momento quedaba claro, que al pesar sobre MCM una inhabilitación, la gente le votó de forma mayoritaria -en esa jornada también de heroísmo ciudadano- no para escoger una candidata presidencial, sino para catapultarla como líder del país que quiere un cambio. Ha pasado ya un año, el año MCM.

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