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"El Proyecto Alcatraz humanizó a Ron Santa Teresa"

Son 20 años y 11 bandas regeneradas y cuyos miembros pudieron encontrar una oportunidad de cambio, perdón y reinserción social apoyados en los valores del rugby. El Proyecto Alcatraz los cambió a todos, incluso a la empresa de los Vollmer

Fotos: Daniel Hernández
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Llegó como suelen hacerlo las malas noticias: un golpe inesperado, un mazazo. Mataron a Darwin.

Es mayo de 2018. Viernes en la noche: Darwin Osío está con su pareja y otros amigos compartiendo tragos a las puertas de una licorería en la avenida 36 de La Mora, en La Victoria. Ahí, de pronto, lo alcanzaron los balazos de una vieja deuda pendiente de sus días en el submundo criminal del estado Aragua.

De aquellos tiempos le quedaba un apodo, una fama y algunas consecuencias acechando. Pero Darwin había cambiado. Ya era otro, era un alcatraz. Osío era parte del celebrado programa de reinserción social de Ron Santa Teresa, era ejemplo, iba ya por un camino diferente.

-Teníamos un alcatraz muy querido, Darwin Osío, que era el líder de la “Banda Número 2” en el Proyecto Alcatraz. Él hizo un proceso de transformación increíble, su sueño era trabajar con Alberto Vollmer, ser el escolta de Alberto y de su familia… y lo logró. Lo logró preparándose. En su pasado tenía enemigos, y en el 2018 se consiguió con uno de ellos y lamentablemente Darwin falleció…

Así lo cuenta Gabriel Álvarez, gerente de propósito de Ron Santa Teresa y uno de los artífices del Proyecto Alcatraz. Y claro que sabían quiénes estaban detrás del crimen. Y claro que todos pasaron por un tránsito emotivo contradictorio y seguramente entre los compañeros de Osío hubo hasta quien pensó en la venganza. Pero Alcatraz enseña otras cosas, desarrolla otros valores. Y te hace cambiar.

-Sabiendo lo que estaba sucediendo, decidimos inmediatamente que la próxima banda a reclutar era la que tenía ese problema con Darwin.

El mensaje rodó. Y en julio, Gabriel Álvarez recibió una llamada: “Era el líder de la banda, y me dice que él quería que lo conociéramos como él era y no como nos habían contado”. Así comenzaron los contactos con lo que hoy llaman la «Banda Número 11». Y aunque tenían referencias sobre el trabajo de Alcatraz, no terminaban de fiarse. Después de todo, allí estaban los amigos de Darwin.

“En ese trabajo de negociación con una banda el objetivo principal es generar confianza. Empezamos a conocernos, nos vimos. Fuimos muy transparentes los dos y logramos conectarnos y de ahí en adelante, empezamos a vernos más seguido”, explica Álvarez. Hasta que llegó el día de entrar a territorio controlado por la banda. ¿La boca del lobo?

“Se nos ocurrió hacer una choripanada, y fue un elemento muy importante. Llevar las cosas, prepararlas, hacérselas, fue un gesto que ellos recuerdan mucho actualmente y si había alguna diferencia de confianza, en ese momento se rompió”.

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La periodista Helena Carpio durante su conversación con Andrés Chumaceiro , director de negocios, y Gabriel Álvarez, gerente de propósito de Ron Santa Teresa
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Shirley Varnagy fue la conductora del evento por los 20 años del Proyecto Alcatraz, en el cual participaron otras destacadas periodistas

¿Qué vieron los 16 miembros de esta pandilla criminal en la propuesta de Alcatraz? “Futuro. Vida. Darle ejemplo a sus hijos”, enumera. Una promesa de vida: “Empezamos a construir, a soñar en proyectos a futuro y logramos en octubre de 2020 dar inicio a lo que llamamos la Metodología de reinserción social de bandas criminales de Alcatraz 2.0”.

Esa metodología tiene tres etapas generales: aislamiento, reintegración comunitaria y formación laboral. Y los valores que se imparten “arrancan con respeto, después con responsabilidad, después vas a la transparencia, mérito, la humildad y todo eso confluye en la confianza”, detalla Álvarez: “Van como con un plan de vuelo, son alcatraces que están volando libres, pero van pasando por islas y esas islas son valores”.

La fase de aislamiento implica pasar tres meses lejos de casa y de su ambiente habitual. Y lejos, también, del peligro de las otras bandas. Aquí entran en escena psicólogos, sociólogos y trabajadores sociales.

“Aprovechamos para cambiar el chip de sus pasados. Ahí es donde los manuales que se desarrollaron para la metodología entran en práctica. Por cada valor hay dos manuales y el rugby forma parte esencial de esa formación, y también la justicia restaurativa”, resume. Y asegura: “Después de tres meses, está demostrado, tú puedes hacer un cambio de chip”.

La metodología tiene sus pilares, pero se enriquece y adapta de acuerdo al caso. Y en el de la Banda Número 11 hubo al menos dos ajustes. El primero, involucrar más a las familias. Y el segundo, que el enfoque de trabajo condujera a algo propio.

-Esta vez le dimos atención psicológica a la familia. Estos chamos tienen años llegando a la casa, se quitan la camisa, dame mi plato de comida y se sientan a ver televisión; dejan el plato ahí, se acuestan a dormir y salen de noche… Después de este proceso muchos de ellos compraron mesas y sillas para comer sentados, muchos dejaron de decir groserías, empezaron a estar más pendientes de las familias, de los hijos, de la educación… empiezan a hablar de respeto… y las familias dicen ¿y a este qué le pasa? Las familias tampoco entienden. Hay que explicar, “mira él está cambiando de esta manera y bajo este proceso, ayúdalo porque si no lo ayudas él no va a terminar de cambiar”.

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Gabriel Álvarez es pieza fundamental en la historia del Proyecto Alcatraz

De los 16 miembros de esta banda, sólo uno abandonó el proceso. Es normal. De hecho, el estimado es que 70% permanece, aprovecha la oportunidad de cambiar. Y de evolucionar: la Banda Número 11 -que en efecto, es la onceava regenerada en Santa Teresa- recibió entrenamiento y asesoría para poner en marcha una empresa propia. Y están en eso.

Algunos también juegan rugby –respeto, valor, trabajo en equipo, disciplina, voluntad-, o visten los colores de la empresa de otras maneras: “Hay tres de ellos fijos en el equipo de rugby y uno que es embajador del ron 1796 y de Alcatraz y acaba de llegar de Milán y de París donde estuvo dos semanas hablando de su vida, de su proceso de transformación”.

Cambiamos todos

La Banda Número 11 es la más reciente reclutada por el Proyecto Alcatraz a lo largo de los décadas de estas labores que iniciaron cuando en marzo de 2003 la empresa –y en particular su presidente ejecutivo, Alberto Vollmer- decidió responder de una manera inesperada a un episodio de violencia en las tierras de la Hacienda Santa Teresa: les dio la oportunidad de trabajar, de cambiar, de ser mejores, de asumir los valores del rugby.

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En el marco de la celebración, también jugaron rugby

Y en ese proceso, Ron Santa Teresa también se hizo mejor. Encontró un propósito más allá de lo comercial. La celebración de esos 20 años convocó en la hacienda a otras empresas e instituciones educativas que se guían por caminos similares: “El Proyecto Alcatraz nos ha transformado a todos nosotros”, dijo Vollmer en este evento el 30 de noviembre: “Hoy invitamos a otras organizaciones que hacen lo mismo que el Proyecto Alcatraz. A esas organizaciones les va bien, mientras hacen el bien. Son empresas valientes que apuestan duro más allá de su sustentabilidad económica”.

La Universidad Católica Andrés Bello, el Centro Clínico Fénix Salud, Cacao de Origen, Arcaya Family Office (con Real Seguros), Grupo Nueve Once y la Orquesta de Papel, fueron esas organizaciones invitadas a contar sus procesos, sus visiones dentro del marco de lo que se conoce como empresas con propósito. Y sobre ellas dijo Vollmer: “Hacer el bien va más allá de generar utilidades, trasciende a los balances financieros… Sobrevivir y hacer el bien en la adversidad, es de valientes. Hacer el bien y que te vaya bien sí pueden ir juntos”.

-Siempre se habla de cómo el Proyecto Alcatraz ha cambiado la vida de mucha gente, pero ¿cómo cambió a la empresa Ron Santa Teresa?

– Lo que nos hizo cambiar fue que consiguiéramos la manera de darle estructura tanto al impacto como a las actividades del Proyecto Alcatraz para que toda la organización asumiera esa actividad, con sus indicadores de gestión, con su compensación, con su equipo, como si fuera otro departamento más. Lograr eso, culturalmente, es difícil.

La gran mayoría de las empresas lo que tienen es un área de responsabilidad social que no está integrada. Para nosotros fue difícil, pero una vez que lo incorporamos, eso significó cambios estructurales. Por ejemplo, cambios de reclutamiento, porque el gerente de Proyecto Alcatraz no es un gerente de ventas. ¿Dónde consigues tú ese perfil? No lo consigues, lo tienes que construir. Ese fue el primer cambio.

-Es como buscar a un gerente de malandreo…

-Algo así… algo así… Y el segundo tema, es que una vez que Alcatraz se convierte en algo famoso, que se conoce que es un proyecto de Santa Teresa, el perfil de personas que empezó a aplicar para entrar a la empresa cambió. Era gente diferente, que venía aquí no por la ambición de los ingresos o de carrera, venían por una ambición de impacto. Ese fue un cambio brutal que no vimos venir. Y cuando empezamos a ver que la gente venía por eso, nos dimos cuenta de que éramos una organización de propósito.

Cuando tratas el tema de organización con propósito, empiezas a cambiar filosóficamente una serie de posiciones y eso es lo que terminó impactando nuestro posicionamiento y el posicionamiento estratégico de nuestra marca, no solamente aquí sino también internacionalmente. La idea era llevar esa conversación, ese mensaje, al consumidor. De alguna forma nos mueve mucho más eso que la misma marca. De hecho, cuando vamos a contar la historia de la marca, contamos la historia de Alcatraz y eso es lo que queda. La gente queda muy impresionada.

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Alberto Vollmer, presidente ejecutivo de Ron Santa Teresa y padre de esta criatura que acaba de cumplir 20 años

-¿Es más sencillo lograr esto en una empresa familiar que en una corporación?

-Probablemente sí es más fácil en una empresa familiar. En una corporación es difícil porque ahí todo el mundo trata de ser muy racional, poco emocional, y esto tiene una carga muy emocional. Por ejemplo, nuestro posicionamiento de marca tiene un lado que es muy funcional, pero otro que es muy emocional. ¿Y cuál es el que inspira al consumidor? El lado emocional.

El Proyecto Alcatraz humanizó mucho más a la empresa y también humanizó a la marca, y si la pegas en eso, debería llevarte a la larga desde el punto de vista de mercado a obtener también un mayor retorno.

-La decisión de comprar el producto tiene otro componente más allá del ron…

-Te conectas con el corazón. Además del paladar, te conectas con la marca desde el corazón…

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