¿Qué está pasando en Ceuta con la repentina oleada de migrantes marroquíes?
Desde ayer 17 de mayo, miles de personas, en su mayoría marroquíes, quieren entrar a Europa por el enclave español de Ceuta. Pero es una crisis migratoria diferente. Se corrió la voz falsa que la frontera estaba abierta, y algunos van solo para visitar a amigos o vivir una aventura. La raíz de todo es política
Las fotos y los videos son impactantes. Centenares de personas se agolpan detrás de una reja, en una especie de fila desordenada, con el objetivo de pasar a territorio español por unos cortos espigones. Son migrantes, en su mayoría marroquíes, que quieren poner pie en el enclave europeo de Ceuta. Desde ayer lunes 17 de mayo han entrado más de 6.000 personas de forma ilegal.
Es una verdadera marejada de migrantes que aprovechan la falta de control del lado africano para llegar al espigón, nadar un poco y alcanzar el enclave hispano de Ceuta. A ellos se les dijo que las fronteras estaban abiertas y que se podía pasar sin problema. Algunos van con la idea de quedarse, pero otros solo para buscar trabajo temporal o hasta para visitar a amigos. Esta mañana comenzó su devolución, por parte del Ministerio de Interior de España.
El ministro Fernando Grande-Marlaska confirmó la devolución de los migrantes. «Se procedió ya a la devolución de 2.700 personas que entraron en las últimas horas ilegalmente en nuestro país», en una rueda de prensa tras un consejo de ministros.
¿Quién o qué provoca la crisis?
Esta extraña y enorme ola migratoria parece ser provocada por el mismo gobierno de Marruecos. Según el diario español El Mundo, la crisis estalló públicamente porque España acogió en un hospital de Logroño al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. Pero, dicen, «es muy anterior». Según los analistas, «las hostilidades están vinculadas a la posición española sobre el Sahara Occidental».
El portal informativo español The Objective, también descartó que la crisis se haya desatado por la atención médica a Brahim Ghali y cita al ministro de Migraciones, José Luis Escrivá, coincidiendo con la titular de Exteriores, Arancha González Laya:
«Las autoridades marroquíes dicen que no tiene relación y yo me tengo que creer lo que dicen», aseveró Escrivá, antes de destacar que «hay que fijarse en los hechos» y que estos nos dicen que «Marruecos está aplicando los acuerdos».
The Objective también resaltó el empeño de Grande-Marlaska en defender esa frontera, un enclave hispano en África.
«Ceuta es tan España como Madrid o Barcelona. Vamos a ser contundentes en la defensa de nuestras fronteras. Igual de beligerantes vamos a ser en la defensa de nuestras fronteras como en luchar contra los discursos de odio», dijo el ministro.
La defensa se hace desplegando a los militares. «Es una situación extraordinaria y excepcional a la que estamos dando una respuesta con medios extraordinarios», dijo el ministro.
¿Qué está pasando?
Lo que está ocurriendo es que miles de marroquíes, de diferentes regiones, subsaharianos y hasta ciudadanos de países árabes como Yemen, decidieron marchar en caravana hasta la frontera con Ceuta para migrar fácilmente. Es una situación nunca vista en la ciudad española, dice la agencia Efe, que estuvo en el lugar.
Hoy martes, incluso varios grupos de yemeníes se sumaron al cortejo que intentaba pasar a Ceuta. Llegaron desde Melilla donde les dijeron que la frontera con España estaba abierta.
Uno de ellos, identificado como Uday, dijo que sabe que, si logran entrar a España, «nunca los expulsarán por proceder de un país en guerra, al contrario de lo que sucede con los marroquíes».
La policía marroquí mantiene las barreras fronterizas… en apariencia. Cuando llegan los migrantes, miran para otro lado. Es tan absurda la situación que las personas los rodean y pasan entre ellos sin que los detengan.
Personas de edad avanzada, familias enteras pero principalmente jóvenes y menores de edad no acompañados forman estas hileras interminables.
Siguiendo el ejemplo de ayer lunes 17 de mayo, cuando entraron 5.000 personas irregularmente en la ciudad autónoma, multitud de personas invadieron desde esta mañana las inútiles barreras formadas por las autoridades marroquíes.
Los migrantes fueron desde la carretera principal hasta el punto fronterizo de Tarajal pero no consiguieron llegar a la aduana. Entonces optaron por romper la reja del primer espigón que da a la costa y por allí fueron hacia el último espigón que separa Castillejos de Ceuta.
El gato y el ratón
Una madre abrazada a su bebé se desliza por debajo del espigón mientras unos jóvenes le sostenían la parte cortante de la valla. Muchos arrastran sus maletas mientras corren por la arena. Varios van con una bolsa plástica con una muda de ropa, un sándwich, un jugo y agua.
Cuando logran alcanzar el último espigón que separa Ceuta de Marruecos, y que es tierra de nadie, se amontonan esperando el momento de pasar nadando o rompiendo la valla, al lado español. Es entonces cuando empieza el juego «del gato y el ratón» entre los policías y los migrantes.
Los funcionarios españoles intentaron varias cosas para frenarlos. Incluso lanzaron gases lacrimógenos. Pero su efecto es fugaz. Los migrantes se van pero vuelven al rato con sus ojos enrojecidos. También con heridas en los pies y las manos por cortadas y porque les caen las bombas. Otros les tiran piedras a los españoles.
Raros migrantes
Los periodistas de Efe notaron que esta «crisis migratoria» es distinta a otras que ha vivido España. Las anteriores están cargadas de tristeza y desesperación por parte de esos migrantes.
Esa ligereza se nota desde el principio, con un ambiente poco tenso, muy distinta a las crisis de Canarias, por ejemplo. «Lo que se respiraba en el aire era más una aventura más que de una tragedia».
«Pero hijo ¿por qué estás aquí? Los españoles están pegando y disparando con gas lacrimógeno a los que entran», dice Malika a su hijo de 17 años que, junto a tres amigos tomaron hoy un taxi en Tánger camino de Castillejos. O sea, son unos migrantes de taxi.
Malika, madre de dos hijos, es vecina de Tánger. Contó a Efe que decidió ir a la diwana (refiriéndose a la frontera de Ceuta) con una amiga para ver cómo esta la situación, velar por su hijo y, de paso, «visitar a unos amigos que están en Ceuta porque está siendo fácil entrar».
La amiga de Malika quiere pasar a Ceuta para buscar trabajo pues está desempleada.
Fátima, de 30 años, cuenta una historia curiosa. A ella le dijeron que la diwana estaba abierta y la conminaron a pasar a territorio español. Ahora se siente «engañada».
«No hay nada. En Ceuta he visto a miles de niños que pasaron la noche en la calle. Mi tía, que vive en Ceuta, le dio mantas a algunos de los que estaban cerca de su casa. Nos engañaron. Lo que hay son problemas políticos entre España y Marruecos y nos ponen en medio«, critica.
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